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La patrulla perdida

Bélico. Aventuras Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un grupo de soldados británicos se encuentra perdido en medio del desierto de Mesopotamia. Su comandante, que era el único que conocía el destino de la misión, resulta asesinado por un disparo de unos bandidos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
29 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford reflejó con indudable talento la desesperación de unos personajes al borde de la locura envueltos en un ambiente amenazador, aterrador, casi fantasmagórico.

La magnífica música de Max Steiner está perfectamente utilizada para ayudar a construir esa atmósfera llena de inquietud, histeria y angustia.

La película se establece como un tenso retrato de distintas personalidades en una desasosegante situación que, pese a desarrollarse en espacios abiertos, termina por resultar claustrofóbica, armonizando Ford magistralmente el drama psicológico con la intriga bélica.

Victor McLaglen está sensacional como cabecilla de la patrulla militar, mientras que Boris Karloff deja huella con su inolvidable encarnación de un fanático religioso.

Nota: 8,5
BartonKeyes
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13 de julio de 2010
15 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras más veo y analizo, tan objetivamente como puedo, las viejas películas, más cuenta me doy de que, muchas de las viejas enciclopedias y textos de cine están entrando en parcial, y algunas en total, desuso. Para los teóricos y críticos de antes las cosas eran muy complicadas, pues, a la hora de decidirse a escribir un libro o un ensayo sobre la historia del cine, sobre algún género en particular, o sobre un actor o director, tenían, en buena parte, que basarse en sus recuerdos o en otras fuentes ya que, las películas, solamente podían verse en las salas de proyecciones, lo que hacía muy difícil que pudieran acceder a una visión fresca del material que requerían, y era esto lo que llevaba a que se hiciera un reiterado encomio de filmes que, en muchísimos casos, eran exaltados por las mismas casas productoras, otras veces por algún escritor que pudo acceder a verlos y cuyo criterio como ya se sabe, es subjetivo; y en el peor de los casos, quien opinaba era algún mercenario que elogiaba todo lo que convenía. El crítico sentía, así, que no quedaba mal, pero, sus enciclopedias, libros o artículos resultaban llenos de datos errados, de informaciones chapuceras y de opiniones lacónicas a las que se les nota el “peinado” tomado de otras fuentes.

Se me viene al paso esta reflexión, porque siento que es lo que explica que un filme tan deficiente a todo nivel como “LA PATRULLA PERDIDA”, se resalte en tantos libros como parte de la filmografía importante del director John Ford.

Primero, el guion (firmado por Dudley Nichols y Garrett Fort) es de una ligereza lamentable. Su estructura, cual obra teatral, se hace de unos diálogos intrascendentes y de unos personajes sin vida alguna. Son una docena de soldados ingleses perdidos en el desierto de Mesopotamia y comandados por un sargento que, sabiéndose perseguido por francotiradores árabes, cada que le matan a algún soldado, en vez de replegarse y establecer estrategias de defensa o contraataque, se dispone con sus hombres a contar anécdotas y a solazarse cual si no hubiese pasado nada. Por la forma en que disparan, es fácil suponer que son pocos los atacantes, pero, ni al sargento ni a sus soldados, se les ocurre salida alguna, y poco a poco, como ellos no saben a donde ir, los árabes demuestran que sí saben a donde mandarlos.

Es insólito y necio el comportamiento de esta patrulla, y su accionar es tan poco interesante y reiterativo, que el editor bien pudo trabajar sin pauta alguna, pues, casi hasta el final, cualquier orden en que pusiese las escenas, es casi seguro que daba lo mismo.

Estamos ante un filme sin emoción, sin tensión alguna, inane y claustrofóbico, con muy pobre accionar y con unos personajes que no despiertan ni un ápice de interés… y el triunfo final, es un regalito para que las cosas no queden tan mal paradas.

El cine hay que verlo con ojos de hoy, con criterio de hoy, y con la mente abierta para no seguir comiendo cuento.
Luis Guillermo Cardona
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11 de junio de 2023
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Parece uno de sus muchos Western. Una historia épica, de superación del ser humano, de la capacidad de liderar que tiene un hombre normal, un militar de segunda. "Todo se lo ha quedado el niñato de hay atrás" dice el protagonista del militar muerto que se ha guardado las órdenes sin haberlas compartido con anterioridad. Se aprecia ya esa aversión que tenía por los militares de carrera, o por mejor decir, la contraposición entre los de carrera y los de reemplazo, tomando partido por estos últimos.
Un caballo muere y se tiene que sacrificar. Algo doloroso que dinamita la lógica limitar.
Pensaba que antes de El Delator no había nada de Ford, pero me equivocaba. Esta es una gran película, con una composición épica que exponencia los valores militares y el discurso del héroe de Ford. Y, sobre todo, se muestra uno de los temas clásicos de Ford: el cumplimiento de las reglas militares aunque no sean acertadas, aunque sean injustas, aunque sea equivocadas. El destino de la unidad militar se cifra no en el acierto de las órdenes, sino en el cumplimiento de las órdenes militares.
Otro de los temas enunciados aquí y que son divisa en toda su obra es el ejército como familia, como conjunto de personas que se protegen desde una camaradería y hombría que hace reconocerla como un ecosistema propio, diferente, protector y, a la vez, dañino, pues es artificial y muy limitador para vivir en una familia "normal", con mujer e hijos. Es un problema de elección, entre vivir la vida estandar o la militar, que tiene valores diferentes. El chico que decide vivir la vida militar y muere en el desierto, vigilando el sueño de los demás, es una buena muestra de es valor militar.
La épica es vivir, sin más, sobrevivir, continuar, seguir, cumplir con lo que tienes que hacer. "No sé dónde estamos, no sé dónde vamos, nada, no sé nada", dice el sargento.
En otro momento de la película el Sargento le dice a un solado que está muy cansado de hacer la guardia que si quiere ser relevado antes de que finalice su turno y el dice: no, no pido favores. El cumplimiento de lo ordenado como único medio de sobrevivir en la guerra,
La religión, un tema que no ha sido mucho de Ford, al menos explícitamente. Aunque seguramente era un hombre temeroso de Dios, no creo que de sus películas pueda deducirse una gran religiosidad como problemática, ni siquiera como temática. La locura del personaje que interpreta Karlov es es repetido en Ford
El compañerismo como elemento clave y argamasa de toda la vida militar, que se aprecia claramente cuando un militar sale a recuperar a otro que ha sido herido. Le recupera, pero ya está muerto. Era lo probable. pero aun así se hace lo que debía que hacerse.
La música también está muy presente y en un momento suena música gálesa, o irlandesa, oyéndose incluso unas gaitas.
Me ha gustado mucho, un desarrollo lineal, sencillo, sincero, que evoluciona.
ÁAD
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19 de diciembre de 2010
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectivamente, como bien dice uno de los protagonistas en un momento del filme: en el ejército "se debe empezar de soldado raso", porque quien no lo hace, como suele ocurrirle a los oficiales, difícilmente pueden ponerse luego en la piel y en lo que siente la tropa.

La película, en blanco y negro, es de las peores de John Ford, por más que fuera uno de sus primeros éxitos.

Victor McLaglen, el actor que habitualmente trabajó en gran cantidad de películas de Ford, excelente, formidable como en él era habitual, en su papel de sargento curtido, firme y que sabe hacerse respetar.

La trama va de una patrulla de soldados que se pierden en el desierto de Mesopotamia y se ven acorralados en un oasis por varios árabes que les disparan y no les dejan apenas moverse.
pezpozo
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9 de octubre de 2008
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Patrulla perdida constituye la película más (re)conocida y destacable del maestro Ford, junto a El Delator (realizada a continuación y que le brindó el primero de sus cuatro Oscars) de la etapa que podríamos denominar cine sonoro previo a La Diligencia.

Se trata de una etapa de aprendizaje del director, algo irregular, pero en la que va definiendo su estilo. Por eso, siempre resulta interesante acercarse a los orígenes del mito (obvio voluntariamente la etapa muda), además de intentar valorar y estimar esas películas sin que para bien o para mal pese la sombra del nombre.

Con guión de Dudley Nichols (basado en una novela del antiguo soldado Philip Macdonald), se nos narra como durante la Primera Guerra Mundial, en la campaña de Mesopotamia, los miembros de una patrulla de reconocimiento quedan incomunicados en mitad del desierto, acosados por un enemigo invisible que va diezmando poco a poco a la tropa.

Partiendo de esta situación, Ford construye una película interesante donde, lejos de la escasa acción, destacan las relaciones que se producen entre los soldados en una situación límite (desde momentos de inevitable tensión hasta confesiones necesarias sobre la vida privada) y el devenir de casi todos ellos hacia la perturbación mental.

Para recordar, las actuaciones de Victor McLagen (actor fordiano por excelencia), como el sargento que debe mantener la calma en medio de una nave que vira bruscamente hacia la locura, y de Boris Karloff como fanático religioso (papel a su medida). Asimismo, destacar la gran partitura musical del genial Max Steiner.
Ok Rick
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