Frank Capra se retiró del cine con la misma historia que treinta años antes ya había filmado bajo el título de "Dama Por Un Día" (1933).

Esta nueva versión se manifiesta inferior en todos los sentidos al título primigenio, pero aún así no es nada desdeñable, conteniendo un compendio de buena parte de las características definitorias del cine capriano, como son la representación sensible de un cuento de hadas protagonizado por personajes entrañables magníficamente definidos, o un óptimo manejo de las emociones en una fábula escapista en la que tienen cabida el humor, el romance o la crítica social. Todo ello cohesionado alrededor de un mensaje optimista.

Bette Davis, a pesar de realizar un gran trabajo metiéndose en la piel de Annie Manzanas, no consigue hacer olvidar la excelente actuación de May Robson en la magistral película estrenada en los años 30.

Notable drama psicológico que adapta brillantemente con dirección de Mike Nichols y producción y guión de Ernest Lehman una controvertida obra de teatro de Edward Albee centrada en la constante pelea dialéctica entre un matrimonio que lo más agradable y cordial que se llegan a decir en algunos momentos es "mierdecilla" o "hijo de puta".

La película, que no oculta en absoluto su raíz teatral en la puesta en escena, ya deja claro desde el principio mediante un diálogo cinéfilo la tensa relación entre marido y mujer. Por cierto, el film que intentan adivinar es el melodrama con toques de thriller negro "Más Allá Del Bosque" (1949) de King Vidor.

En el transcurso de la ajetreada madrugada, y ya con testigos, derroche desmesurado de alcohol y algún que otro baile de estímulo sexual, la batalla de sexos con oculto secreto familiar se sigue desarrollando por diferentes senderos que conducen también a dilucidar características peculiares en la unión entre la joven pareja de invitados.

Los diálogos resultan mordaces, lacerantes...a través de comentarios tan directos como sarcásticos y cínicos, mientras que las extraordinarias interpretaciones sustentan con autenticidad la irrespirable tirantez del ambiente.

Elizabeth Taylor está inmensa en su personaje lleno de fuerza y provocación, llevándose el Oscar a la mejor actriz principal.
Por su parte, una genial Sandy Dennis como frágil e ingenua amante del coñac consiguió igualmente la dorada estatuilla en la categoría de mejor actriz de reparto.

Última película del gran Raoul Walsh, quien en su despedida cinematográfica demostró que a pesar de sus setenta y muchos años seguía reteniendo toda su energía y vigor a la hora de narrar historias llenas de ritmo, sin artificios ni manierismos de ninguna clase, y con el protagonismo de personajes atractivos e interesantes interactuando con mucha pasión y vehemencia.

La pareja formada por Troy Donahue y Suzanne Pleshette (matrimonio en la vida real en aquel momento) protagonizan este entretenidísimo western que nos permite seguir las peripecias militares de la caballería en un pequeño fuerte e instalarnos en la vida cotidiana de sus integrantes, tratando materias tradicionales en torno al servicio profesional (esfuerzo, obediencia, disciplina, orden...) y mostrando los conflictos surgidos en un triángulo amoroso completado por la rubia Diane McBain.

William H. Clothier (que también trabajó en westerns para John Ford, Budd Boetticher o Howard Hawks) es el encargado de fotografiar en intenso Technicolor y en Panavision las espléndidas localizaciones de una fenomenal película con excelentes escenas de acción, muchos caballos y una fantástica banda sonora de Max Steiner.

Comedia romántico-paternal bastante insípida y fallida de Frank Capra, para la que Arnold Schulman adaptó su propia obra de teatro.

Lo mejor es la sugestiva presencia de una surfista Carolyn Jones, además de las intervenciones cómicas del matrimonio formado (en la ficción, lógicamente) por Edward G. Robinson y Thelma Ritter, cuyo hijo aficionado al hula hoop e interpretado por Jimmy Komack es de lo más rarito y singular.

Más allá de eso, las andanzas melodramáticas del personaje de Frank Sinatra con su hijo incorporado por Eddie Hodges no son lo suficientemente interesantes ni consiguen provocar la buscada conexión emocional con el espectador, por no hablar de su insustancial historia amorosa con una infrautilizada Eleanor Parker.

Esta enajenada comedia surrealista ambientada en un hotel (o más bien en una habitación de hotel) fue la única película que los Hermanos Marx rodaron para la productora RKO.

El ritmo es frenético y su característico humor absurdo alcanza por momentos niveles sublimes, especialmente en el apartado verbal, con frases rebosantes de ingenio, réplicas absolutamente geniales y diálogos imposibles.

Las situaciones pícaras y disparatadas se ven potenciadas por la aparición de simpáticos personajes secundarios como los interpretados por Donald MacBride como dueño del hotel, o por Frank Albertson como el escritor novel de la obra teatral que se intenta representar, protagonizando una secuencia sencillamente desopilante en la que tiene que hacerse pasar por muerto.

En fin, otra obra maestra del humor irreverente y desquiciado con guión escrito por Morrie Ryskind (asiduo colaborador de Groucho, Chico y Harpo) adaptando una obra teatral de John Murray y Allen Boretz.