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La bella de Moscú

Musical. Romance Un compositor ruso que vive en París recibe el encargo de una productora norteamericana para que ponga música a una de sus películas. Remake en versión musical del clásico "Ninotchka". (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
21 de febrero de 2008
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fred Astaire traspasó las todos los límites: al principio las productoras no lo querían; lo rechazaban por feo, flaco, y bastante mayor para lo que eran los galanes de los musicales. Al final le dejaron entrar por la puerta pequeña y se quedó hasta que ya no pudo más, con edad muy avanzada.

Bailó con muchas mujeres hermosas y hermosísimas: Ginger Rogers, Rita Hayworth, Audrey Hepburn, Ann Miller... y Cyd Charisse. En todos los casos, empiezas embobado con las chicas y terminas admirando a Fred, el amigo de toda la vida, el tipo pícaro y en el fondo bonachón y generoso que te demuestra a diario que se puede bailar como un hombre de la calle y hacer auténticos malabares con el cuerpo como si todo fuese natural, sin amaneramiento femenino, sin tortura física (aunque para conseguirlo él sí que se machacaba y machacaba a sus parejas con horas y horas de ensayos). Tras esa frescura nadie le siguió ni siquiera otros tipos geniales como Gene Kelly o Bob Fosse: ninguno como él para dar la sensación de que empiezas a caminar y terminas bailando para divertir a la gente y enamorar a las tías más guapas.

Y en esas que aparece Cyd con las piernas más impresionantes del show business y le puede.

Esta película redonda, divertida y con números musicales buenísimos tuvo muy mala prensa en su día. En plena guerra fría era asquerosamente antisoviética. Hoy resulta simpática su crítica, inofensiva, con aspectos risibles propios de cualquier régimen y sus funcionarios son muy divertidos: qué ocurrencia meter en esta juerga al temible Peter Lorre...

Pero, ya digo, lo más importante: disfrutar de las únicas piernas que lograron atrapar al bueno de Fred, y con las que él se dejó arrastrar alegremente.
horacio
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18 de febrero de 2008
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La bella de Moscú no destaca por su anecdótico argumento más o menos divertido, finalmente carente de interés, sino por la maestría en el dominio del movimiento, del ritmo en escena que muestra Mamoulian: Algunas escenas son una sublime muestra de elegante realización en la que el movimiento de los actores se acompaña por movimientos fluídos de la cámara que acentúan la sensación dinámica que se intentaba transmitir. Muestra de esto son dos escenas de radiante perfección: La escena en la que Astaire convence a Nina para que baile y se rinda a las pasiones carnales y el momento en que esta misma danza por su habitación descubriendo la moda femenina.

Agradable y no demasiado relevante filme, su único interés reside en que Mamoulian nos demuestra una vez más su total dominio del encuadre, del comedimiento, de la plasticidad y del movimiento en el cine.
opera 0
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6 de agosto de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El número final del Rock'n'roll, bailado con su tradicional sombrero de copa y su bastón, fue el último baile que Fred Astaire llevó a cabo para la MGM. Esta película, y ese baile, marcan el fin de una era, y el paso del testigo a un Elvis Presley que ya llenaba las salas de cine, al igual que las tiendas de música. No olvidemos que, en 1956, Elvis había protagonizado "Love me tender", y en ese 1957, se estrenó "El rock de la cárcel".

Esplendoroso fin. La pareja Astaire-Charisse realiza una de sus interpretaciones más brillantes, superando en cuanto a coreografía, en mi opinión, a la propia "The Bandwagon". Números como "I love all of you", o "Siberia" (con un sorprendentemente bueno Peter Lorre en papel cómico) pueden catalogarse como antológicos en la historia del musical. Uno ve a Fred Astaire bailando con una silla como compañera de danza, y contempla a Cyd Charisse en esa extraordinaria escena de cambio de ropa, y por nada del mundo imaginaría que está ante un género en declive... Sin embargo, así era.

¡Qué gran fin de fiesta!

CURIOSIDAD: durante el rodaje, Fred Astaire, que era viudo, se enamoró locamente de una de las bailarinas, con quien poco después protagonizó un show de televisión.
jfreyba
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4 de junio de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me atrapó el guión por que el tiempo lo dejó desactualizado. No me gustó ver al gran Peter Lorre de Casablanca y El Halcón Maltés en un rol de comediante ridículo. Disfruté muchísimo de la belleza de Cyd Charisse y de un número memorable como el que muestra su transición de comisaria soviética a "muñeca de seda". La elegancia de Astaire para bailar siempre inigualable y nunca superada. En fin, una comedia que estaría para un 7, pero debemos llegar al 8 por las virtudes señaladas en sus protagonistas.
HUSTON
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18 de junio de 2009
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La importancia que tuvo para los inicios del cine sonoro personajes de la talla de Rouben Mamoulian, sigue siendo desconocida para el gran público, y por ello es necesario que se hable más de él y se le reivindique.

“La bella de Moscú” fue su último trabajo... completo, porque posteriormente inició otros proyectos en los cuáles terminó por ser despedido, entre ellos la colosal “Cleopatra” que terminó por dirigir Mankiewicz.

Como musical “La bella de Moscú” entraría dentro de las obras menores dentro del género, aunque afortunadamente tiene tantos buenos momentos made in Broadway, que siempre es recomendable echarla un vistazo a los que nos gusta este tipo de películas, sobre todo si tenemos al mejor bailarín de todos los tiempos, que fue el Señor Fred Astaire. Su compañera, Cyd Charisse, también está a un altísimo nivel, pero si bailando tienen mucha química, no ocurre lo mismo en la historia de amor, muy alejada de la original con la Garbo y Melvyn Douglas, en “Ninotchka”

Indudablemente lo que menos me gusta de la película, e impide mayor nota, es su manipulación ideológica. Cuando se hizo “Ninotchka” existía cierta justificación ya que en 1939 el debate entre democracias y dictaduras era un tema preocupante y más con Stalin en el poder. Pero en 1957, ya con Nikita Kruschev, el tema era simplemente un capítulo más de la Guerra Fría, y aquí de forma nada sutil, se incita a que todo aquel que tenga oportunidad abandone la URSS y venga a vivir al mundo colorido y perfecto occidental. Y eso tampoco.

Además en la película se hace una contraposición entre el mundo capitalista que admira la belleza y el utilitarismo de los soviéticos. Y eso no es verdad. El utilitarismo como pensamiento lo desarrolló un británico, de nombre Jeremy Bentham, por no hablar del cuantitativismo o el positivismo. En fin, politiqueo puro el de Mamoulian en esta película, un hombre que nació en la misma tierra de Stalin precisamente.

Entre el original y la fotocopia, me quedo con “Ninotchka”, aunque esta es musical y sus números son buenos, estas pequeñas cosas son las que al fin y a la postre llevaron al mundo unos pocos años después a la crisis de los misiles. Y es que cuando hay un conflicto, se necesitan bomberos, no fogoneros. Y en “La bella de Moscú” se sigue echando leña al fuego.
vircenguetorix
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