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Camino a la libertad

Aventuras. Drama Adaptación de 'The Long k: The True Story of a Trek to Freedom' de Slavomir Rawicz. El protagonista narra en primera persona cómo, tras la invasión de Polonia por los alemanes, fue arrestado por el ejército soviético y encarcelado en Siberia. En 1940 consiguió escapar del gulag -campos de concentración de la Unión Soviética- en compañía de otros presos y, finalmente, cómo huyendo a pie llegaron desde Siberia al Himalaya, al desierto del ... [+]
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
10 de diciembre de 2010
47 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que recordamos una semana y otras que duran una hora en la memoria. Las menos nos dejan una impresión para toda la vida, serán como un libro o un amigo, estarán ahí para confirmar que merece la pena vivir.
The way back es una de esas. Es una aventura abstracta como El vuelo del Fénix pero con un personaje -el Janusz de Sturgess- rico y original. Cuando se entiende a Janusz, se entiende todo: porque luchamos,... Nada más y nada menos.
No se trata de actores, ni de historia, ni de paisajes. Peter Weir plantea como siempre un conflicto más profundo que la mera acción exterior porque siempre ha sido un director metafísico, quizá el último que nos queda.
elchicodelvideoclub
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7 de enero de 2011
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película. Recupero la sensación de “alegría al salir del cine”, y las ganas de volver a escribir una crítica. Le iba a poner un 8, pero horas después, todavía siento su huella en mi mente, y eso sólo es sinónimo de buen cine.
Tiene sus flojeras (le falta intensidad dramática, pero sin llegar a ser fría, estimula, no deja indiferente), pero destila maestría. Tal vez la gente puede llegar a esperar más acción, para los que quizás se pueda hacer repetitiva o incluso pesada, mas todo aquel que se deje llevar por el camino, que decida arrastrar sus propios pasos por la arena, la nieve y la roca junto a los protagonistas disfrutará de una experiencia magnífica: cada plano es un bocado estimulante para la sed cinéfila.

En toda la obra prima la cinematografía elegante tanto en la forma (hace ya que no recuerdo un uso tan agradecidamente comedido de la música, y creo que nunca he visto una peli de paisajes que no me recuerde en absolutamente ningún momento a una postal o un anuncio de perfume, palabra que esto no es nada “videoclipero” ni “naif”), como en el fondo (no muy hondo, pero tampoco hace falta para lo que cuenta, es simple en concepto: Camino a la libertad, eso lo dice todo). Abunda el detalle, la minuciosidad en lo “cotidiano” de la situación (véase el caso “piojos”, “pies”, “sombra y piña”, o las lecciones de Colin Farrell: “Pues yo comer y tu mirar; pero tú comer, porque querer sobrevivir…; etc.), junto a una visión épica de la acción poderosísima, impresionante; pero no rimbombante ni pomposa, poderosa en el sentido de grandiosa y lírica la par que elegante, natural, libre de énfasis artificiosos, de poder real y sincero para estimular al espectador.

El guión es lineal, sencillo. Y es cierto que le falta más intensidad en algunos aspectos, y tiene un breve inciso de unos 10 minutos algo fofos justo antes del epílogo… Pero el tono y el pulso narrativo, junto a la humana transparencia de los personajes, relaciones y la fresca naturalidad del transcurso de la trama (que mantiene el interés alternando los sucesos acecidos y dosis exactas de información sobre la historia de los personajes) hacen de Camino a la libertad una experiencia cinematográfica muy estimulante, que olvidaba decir, se trata de algo más que una simple narración, es un acercamiento a la interacción del hombre con el lado hostil de la naturaleza: Casi puede uno sentir la desesperación de encontrar el agua, el calor plomizo del desierto (fascinante esta parte para mí), la imponente dureza de las montañas….. Si el objetivo era ponernos a hablar de tú a tú, como humanos que somos, en un pulso de fuerza frente a los elementos, Peter Weir, te digo, lo has logrado.
Una película, que antes que rodada, parece esculpida, cincelada, bordada… dadas las innumerables texturas que la hacen agradecidamente real, verdadera, tangible… Deliciosa.
The Luiser Spaceman
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8 de enero de 2011
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Way Back" es la adaptación de la novela autobiográfica "The long walk: The true story of a trek to freedom", de Slavomir Rawicz, un represaliado del régimen stalinista que logró escapar de un gulag de Siberia para acabar realizando una de esas historias de supervivencia que resultaría imposible de creer si no supiéramos que sucedió realmente.

La extraordinaria epopeya de un grupo dispar de enconados seres humanos, dispuestos a perecer como hombres libres en su intento de fuga antes que fallecer sumidos en las penurias del gulag tiene de entrada todos los componentes para constituir una notable película en todos los aspectos. Sin embargo, el prestigioso director australiano Peter Weir se pierde, en mi opinión, en la forma y no consigue transmitir la emoción del fondo. El excesivo tratamiento que da al espectacular entorno paisajista termina por ahogar el drama humano cuyo contenido se vuelve frío, distante y aburrido por momentos.
Tal vez tenga que ver el hecho de que en la producción esté el "National Geographic"; sea como fuere "The Way Back" es una sucesión de bellos paisajes que van desde los bosques invernales de Siberia, pasando por las estepas rusas, el desierto del Gobi y el Himalaya para terminar en el verde luminoso de la India. Todo ello expuesto con gran despliegue de medios como si fuera un recorrido de Google Earth en alta definición.

El problema es que Weir ha convertido un buen material de fondo en un interminable y tedioso paseo por paisajes de sobra conocidos sin dotar a los personajes de la suficiente envergadura dramática como para llegar a conmover al espectador. El itinerario es físico pero escasamente moral, el paisaje es protagonista absoluto y los seres humanos son planos y mal definidos.
Marius
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5 de marzo de 2011
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una excelente mañana de celebración, una comida exótica y placentera con mi querida pareja, juntos nos dispusimos a acudir al maravilloso y nostálgico "Cinestudio d'Or" de la calle Almirante Cadarso, aquí en la ciudad de Valencia, para ver este film, sin ninguna pretensión más que la de disfrutar de un buen rato de cine.
Lo bueno de ir al cine con muy pocos aspectos conocidos sobre la película que vas a ver, es que la desilusión causada por las expectativas puestas en ella, no suelen tener cabida en estas situaciones.
La historia es aceptable, gana enteros al saber que está basada en hechos reales, y desde luego con unas interpretaciones no muy destacables (pese a que aparezca el gran Ed Harris), se agradece la mano de la productora documentalista: National Geographic Films.
Los espacios salvajes, la calidad de la fotografía y una buena banda sonora, junto a una historia sobre la superación y la persistencia en la lucha por la libertad y los sueños, hacen que esta película resulte bastante interesante y agradable de ver.
En definitiva, no estamos ante una película legendaria (como diría nuestro querido Barney), ni épica, difícilmente emociona, lo cual es algo pronunciadamente achacable en este género, pero sí ante una buena película (mi puntuación: un 6.8).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lombo22
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6 de abril de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya hizo en Master & Commander, el cineasta australiano elige abordar una historia clásica desde un punto de vista convencional, si por convencional entendemos una narración sobria, donde la historia se relata con honestidad, y se insufla grandeza vía anamórfico. Weir no trata en ningún momento de innovar ni de sentar las nuevas bases de una rama del cine bastante sobada y usada. Al contrario, reafirmándose como uno de los últimos clásicos vivos, parece querer dinamitar la concepción moderna de este tipo de cine volviendo al estilo clásico. Porque, y volviendo a usar al director de Breve encuentro como referente, Weir se zambulle de lleno en la psique de sus personajes, abordando, de forma sutil, diferentes puntos de vista sobre una época del mundo ya extinta, y utilizando el montaje para dilatar el tiempo y provocar el tedio a la vez en espectadores y personajes.

Porque, como el genio Fincher en Zodiac, que utilizaba la ausencia de destino en la segunda parte de su magistral fresco sobre los 70 para llevar deambulando a los personajes de un lado a otro durante hora y cuarto de metraje en el que la cosa no avanzaba, el realizador de Gallipoli parece querer seguir sus pasos. Decisión que puede causar revuelo, y más teniendo en cuenta que en una película de aventuras debe primar, casi siempre, el ritmo de la narración. Pero, como él mismo dice en una entrevista, para llevar a cabo una película como The Way back hay que tener mucha experiencia, y donde cualquier novato contratado por los estudios hubiera tropezado, Weir triunfa haciendo clara su propuesta: los espectadores han de sentirse tan desolados y faltos de rumbo como los protagonistas que recorren medio mundo buscando la libertad. Porque sí, estos tienen un destino, todos y cada uno de ellos pretenden huir de ese gulag y volver a casa (si es que, parias todos ellos, aún la conservan), pero el camino consiste en andar y andar y andar sin más descanso que las paradas obligatorias para buscar comida, en la mayor parte de los casos inexistentes. Elige la épica de la antiépica, mostrando lo que cualquier otra película eliminaría por la elipsis. Por tanto, la total ausencia de espectacularidad elimina cualquier atisbo de acción, y resolviendo las escenas más "comerciales" (entiéndase por comercial una escena de "acción") a la manera en que Lean resolvía la batalla de Akaba con una panorámica hacia el cañón inútil: una tormenta de arena es resuelta con apenas tres planos.

Para ello, el autor no teme, con la clara inspiración de David Lean, en pasar de ampulosos y bellos planos generales a angostos y violentos primeros planos donde se muestran las marcas del camino en forma de heridas y costras. Suaves panorámicas y travellings sirven para describirnos las localizaciones, ubicándonos en la monstruosidad del espacio y jugando con los escenarios narrativamente con un lenguaje portentoso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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