Mi refugio

Ozon firma con "El refugio" una cinta intimista, completamente deudora de su estilo de narración pausado, repleto de sentimiento. En esta ocasión, el realizador francés opta por narrarnos una historia en la que se dan cita las drogas en su vertiente más destructiva, dejándonos con un prólogo en el que observamos como un joven fallece por sobredosis, quedándose su novia a las puertas de la muerte, en un coma de varios días. Cuando despierta no sólo descubre que su amado la ha dejado sola, sino que está embarazada de él. Para terminar de arreglar las cosas, Louis, el joven, pertenecía a una familia adinerada y éstos no quieren un heredero.

"El refugio" que evoca al título es donde se desarrolla la historia del film, una trama en la que la sensiblidad de Ozon empapa las imágenes, las acaricia por momentos para en otros, incomprensiblemente, no ir más allá de la frialdad. Correcta pero muy irregular, lo más favorable que puede decirse de ella es que es fiel a si misma, no aspira a más de lo poco que consigue y se sustenta en apenas tres personajes para lograrlo. Es fría, distante, pero desde luego no juega a ser lo que no es. Algo es algo.

Una vez más, y ya no sé cuántas van, François Ozon vuelve a arrastrarme con sus historias y vuelve a hacerme caer y meterme de lleno en la vida de sus personajes. Otro usuario lo comparaba aquí con el incombustible Woody Allen por la frecuencia con la que se decide a ponerse detrás de las cámaras y rodar una película, y es que el francés nos regala su cine prácticamente un año sí y otro también. Esta vez, el director nos cuenta la vida de Mousse, jóven de clase alta, enganchada a la heroína y que tiene que reinventarse tras perder al que será el padre de su hijo tras una sobredosis. Melvil Poupaud era el único al que conocía antes de ver la película, actor joven pero sobradamente preparado que aparece sólo en los minutos iniciales pero que provoca todo el desarrollo posterior de la trama y al que le toca interpretar una dura escena de sobredosis, haciéndolo de manera perfecta. De los dos otros desconocidos como son Isabelle Carré y Louis-Ronan Choisy, decir que están soberbios y que han sido para mi un grato descubrimiento. Ella me recuerda físicamente muchísimo a la actriz Sissy Spacek, su nariz, su pelo. La francesa estaba de 6 meses de su hijo cuando comenzó el rodaje. El es guapísimo, con un atractivo que va más allá de su rostro. La sensibilidad con la que interpreta su personaje de Paul es magnífica. Choissy compondría el tema musical que da título a la película y que sirve de fondo para los títulos de créditos finales, cantándolo junto a Isabelle Carré. A mí la película me ha encantado,Ozon no me ha decepcionado y yo tengo que recomendarla aunque advierto que, como en la mayoría del cine francés, hay que darle su tiempo y tomárselo con calma porque el ritmo es lento.

Francois Ozon, otra vez nos vuelve a brindar un bellísimo drama, sumergiéndose en las profundidades de los conflictos humanos, como él sabe hacerlo. Una joven adicta a la heroína, luego de una sobredosis se entera que su pareja había muerto y que está embarazada. En pleno duelo y debiéndo renunciar a su adicción, decide seguir con el embarazo. Una historia fuerte, incómoda, lejos de ser el típico amor incondicional que se nos vende, pero amor al fin.

Con un prisma un tanto naturalista y con pinceladas de Begman, François Ozon nos sumerge en esta ocasión en la historia de una mujer y en un momento muy concreto de su vida: el embarazo.
El naturalismo del director parte en un inicio de una premisa que creía indispensable: escoger a una actriz embarazada en la vida real. Es así como Isabelle Carré afronta un papel complejo por el paralelismo que guarda con su propio momento vital.
Sin un compañero con quién compartir la experiencia y recurriendo a un tratamiento de metadona paralelo el embarazo se aleja de los tópicos. Es una maternidad no buscada y no entendida como obligado sacrificio con el binomio dolor/ alegría. Se acentúan al contrario otros aspectos como la sensualidad.
En el personaje habrá momentos de miedo, de soledad e incertidumbre. La figura de Paul logrará llevar al refugio un poco de luz y calidez. El contacto con otro ser humano afín les lleva a un cobijo emocional único. Esto le hará la espera más cálida y sobre todo comenzar a albergar esperanzas.
Se trata de sondear en una experiencia que como tantas puede teñirse de tantos matices como tiene la condición humana.

"Mi refugio" es el último film del prolífico realizador francés François Ozon, un excelente retratista del mundo de los sentimientos que en esta ocasión aborda el tema del embarazo como medio de superación del dolor por una pérdida y como búsqueda de un espacio en el que encontrar un refugio ocasional donde conseguir fuerzas para hacer frente a la vida.

Sin miradas moralizantes ni excesos sentimentales, Ozon nos describe por medio de una parábola el tránsito vital de la joven Mousse (excelente Isabelle Carré) que intenta reponerse del dolor de una pérdida y de su adición a las drogas, a la vez que reconciliarse consigo misma.

Todo está contado con sensibilidad, contención e intimismo, pero le falta fuerza emocional en algunos momentos y le sobran algunos personajes secundarios metidos con calzador y que no aportan nada a la historia.

En conjunto es un film estimable, en el que destaca la estupenda interpretación de Isabelle Carré (embarazada realmente durante el rodaje) desde la contención, la fotografía luminosa que enmarca los bellos parajes del País vasco francés y una puesta en escena que derrocha sensibilidad y buen hacer.