El buen amigo gigante

Por algo Steven Spielberg es el cineasta favorito de muchos, incluyendo al servidor que escribe estas palabras. Y es que este hombre es el director de varias de mis películas preferidas, las cuales no voy a nombrar porque si lo hiciera no termino hasta mañana, pero sí diré que veo dichas películas prácticamente cada año debido a lo mucho que me encantan, y creo que no hace falta decir nada más al respecto. Sin embargo, no todos sus trabajos pueden ser tan geniales, y el que nos ocupa justo ahora es un claro ejemplo de ello. Y eso que la mano de Spielberg se nota bastante: la magia de varias escenas es notoria, la ternura de la historia traspasa la pantalla en más de una ocasión y el tono familiar que tanto recuerda a E.T. siempre está presente. Además, no se trata de un relato tan infantil como se dice. La parte en la que están atrapando los sueños me parece de lo más interesante, aparte de simpática, por supuesto. En el aspecto visual la cinta es notable, aunque es cierto que a veces el CGI canta un poco. De todas formas, hay que tener en cuenta que el 90% del visionado contiene efectos visuales. La amistad que se forja entre Sofía y el gigante bonachón es tan parecida a la de Elliot con el simpático extraterrestre que las comparaciones resultan inevitables. Mi amigo el gigante no es Hook. No obstante, merece más elogios de los que recibió en su día cuando se estrenó, pues a veces no viene mal olvidarse del mundo real y conectar con nuestra imaginación más fantasiosa.