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El hombre equivocado

Intriga. Drama. Cine negro Manny es un músico de jazz que vive apaciblemente en Nueva York con su esposa Rose y sus dos hijos pequeños. En una aseguradora, una empleada lo confunde con un ladrón que había robado allí unos días antes y lo denuncia a la policía. Comienza entonces para él una angustiosa pesadilla: es detenido y acusado de una serie de hurtos perpetrados en el barrio. Lo terrible es que todos los testigos y las pruebas caligráficas corroboran su ... [+]
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Críticas 73
Críticas ordenadas por utilidad
17 de agosto de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los seguidores del sr. Hitchcock ya deben de saber de sobras, que a este hombre estaba obsesionado con historias de hombres inocentes que está perseguido, tales como Sospecha, Sabotaje, Yo confieso, Con la muerte en los talones, Juego sucio, El hombre que sabía demasiado, La sombra de una duda Recuerda, El proceso Paradine, Extraños en un tren, Atrapa a un ladrón... y seguro que me dejo más.

Pues creo que esta película, basada en hechos reales, es la número 1 en "hombres inocentes" acusados como culpables.

Hay un par de cosillas que me chirrían, y la forma en la que está explicada puede ser catalogada como pesada o larga. Eso sí, sus planos son formidables, como ya nos tiene acostumbrados.

Como curiosidad, las escenas de la prisión fueron filmadas en una cárcel real. Cuando Manny (Henry Fonda) es llevado a su celda, uno de los reclusos auténticos grita '¿Por qué te han apresado, Henry?'.

Vista hoy de nuevo, el 4 de febrero de 2024, sólo la modifico, porque coincido con todo lo mencionado antes, pero quiero resaltar el minucioso trabajo de Alfred. Se ve la mano de Alfred en casi cada toma, es brutal. Es la única película en la que se basó en hechos reales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
edugrn
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10 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alfred Hitchcock hace su típica aparición «en este caso, en el prólogo», donde nos advierte de que lo que estamos apunto de presenciar está basado en hechos verídicos. Caso real, que leyó el propio Hitchcock en un periódico, en el que un hombre fue acusado y encarcelado por una serie de atracos a mano armada, declarándose inocente en todo momento, aun habiendo varios testigos presenciales que le señalaban como el autor de los hechos, hasta que tiempo más tarde, el verdadero culpable fue detenido. El falso culpable es un tema con el maestro está más que familiarizado, como así demostró en 39 escalones. Hitchcock construye un magnífico ejercicio realista, enfatizado por la expresionista fotografía de Robert Burks, de todo casi semi-documental e influencia kafkiana que emprende un opresivo y angustioso recorrido correccional por un individuo atrapado en los propios mecanismos defensores de una sociedad que le impide casi protegerse, a pesar de su clara inocencia.

Hitchcock mezcla géneros y tonos con una osadía fuera de lo común, tomándose su tiempo para narrar lo cotidiano desde varios puntos de vista. En este doble juego que nos propone el maestro, el tema es de escandalosa actualidad, por lo que Falso culpable es una película muy actual. Dirigida con un detallismo milimétrico: como en esa escena en la que la cámara empieza a girar en círculos sobre la cabeza del protagonista como alegoría del pozo en el que se está hundiendo, y narrada con tal veracidad y planteada con un mordaz doble sentido en planos que son un avance de lo que más tarde va a suceder: como esa secuencia incial en la que el protagonista sale de tocar en el Stork Club y desde una ingeniosisima perspectiva la cámara se sitúa detrás, mostrándonos a la figura del protagonista, que es seguido por dos agentes de policía, en medio de ambos.

Henry Fonda fue el actor ideal para el personaje ya que poseía un rostro amable y cercano, una aparencia de hombre normal y corriente. Otro argumento que avala que la elección del elenco fue muy acertada es Vera Miles, estupenda en el papel de esposa que sufre trastorno emocional y psicológico a consecuencia de su penosa situación personal y familiar, principalmente deudas económicas y sentimiento de culpabilidad.

Decir que la película a partir del segundo acto pega un ligero bajón, perdiendo algo de fuelle cuando se disgrega el asunto entre el conflicto justicia-individuo y el brote de la enfermedad mental que sufre la esposa del protagonista.

Por último, Hitchcock consiguió mayor credibilidad y realismo filmando el primer encarcelamiento del protagonista en una prisión de verdad con presos reales y se utilizaron, además de los lugares en los que ocurrieron los hechos, algunos personajes están interpretados por los verdaderos protagonistas del suceso. Una excelente crítica sobre la injusticia que existía en los procedimientos policiales y judiciales americanos por aquel entonces.
Angel Lopez
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6 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un rasgo característico de los directores más importantes de la Historia del Cine es que, separando las que se consideran unánimemente sus obras maestras, revisamos el resto de su filmografía y todavía somos capaces de identificar un grupo amplio de magníficas películas, que serían de por sí las obras maestras de la gran mayoría del resto de directores. Este rasgo es fácilmente localizable en John Ford, Billy Wilder o, por supuesto, en Alfred Hitchcock.

Si damos por sentado que sus películas más aclamadas son “Psicosis”, “Con la muerte en los talones” y “Vértigo”, observamos el resto de su obra y nos sorprendemos ante un amplio grupo de películas excelentes, entre las que estarían “Extraños en un tren”, “Rebeca”, “Yo confieso”, “Encadenados” o “Falso culpable”, por poner algunos ejemplos.

En “El hombre equivocado”, que es como se titula originalmente, se encuentra uno de los temas recurrentes de Hitchcock, tanto en su obra como en la vida real, el del hombre normal que es acusado injustamente, el individuo que por estar en el lugar exacto en el momento equivocado ve como su vida se derrumba. Si nos fijamos en su filmografía, este es un rasgo preponderante: si la protagonista de “Psicosis” no hubiera elegido ese motel… si el personaje de “La ventana indiscreta” no tuviera escayolada la pierna espiando todo el día a los vecinos… si el protagonista de “Con la muerte en los talones” no hubiera levantado la mano en el bar… si al detective de “Vértigo” no lo hubieran contratado para seguir a aquella mujer… todas fueron personas que se vieron arrastradas por los acontecimientos derivados del infortunio.
Como el que tiene el personaje de “Falso culpable”, Manny, un músico de local nocturno que vive en la modestia y mantiene a su familia con los consiguientes apuros económicos. Por culpa de esas estrecheces, irá a su compañía de seguros para intentar rescatar parte de una póliza, y allí lo confundirán con un atracador.

Lo que hace que esta película sea especial es la forma en la que está abordada por su director. Está basada en una historia real acontecida un par de años antes, por lo que Hitchcock decide plantearse la filmación desde la veracidad, intentando ser lo más fiel posible a los sucesos reales, intentando buscar la complicidad con el espectador para que se ponga en la piel del protagonista, y la verdad es que lo consigue. No hay fuegos artificiales para provocar la sorpresa del espectador, ni giros argumentales sorprendentes. Es una historia narrada con todo tipo de detalles, explicando pausadamente cada minuto vivido por ese hombre que pasa a ser de tranquilo padre de familia a preso encarcelado injustamente. Y como espectadores vamos compartiendo la angustia que rodea al protagonista con cada casualidad que se le vuelve en contra, con cada acusación injusta, con cada burla del destino que amenaza con hacer caer sobre él todo el peso de la justicia.

Se percibe un dominio absoluto de Hitchcock en la narración, planos cuidadosamente encadenados en un montaje primoroso que nos muestra detalles sin diálogos en ese descenso a los infiernos, la mirada avergonzada fija en los zapatos de los otros presos mientras va en el furgón, el asombro mudo ante las esposas que lo limitan, los precarios utensilios del interior de la celda…
El personaje de Henry Fonda está enfocado desde la sencillez y su interpretación es portentosa, no se puede aparentar ser más normal y transmitir tanto desde la interiorización. Nos contagia el decaimiento progresivo que lo azota, y lo hace sin escenas crispadas ni exhibiciones melodramáticas a grito pelado pidiendo justicia.
Hitchcock consigue lo que buscaba, meternos el miedo en el cuerpo, cuando la policía lo hace pasear por las tiendas atracadas sentimos el peso de la mirada acusadora de los dependientes, cuando lo interrogan en la comisaría y le muestran la similitud de las notas del atracador queremos gritar que eso es una coincidencia absurda, cuando los testigos lo señalan en la rueda de reconocimiento queremos reírnos irónicamente y echarles en cara que están todos ciegos y se están dejando llevar por los prejuicios.

Como toda peli del mago del suspense, regala algunas imágenes memorables, como la superposición de los rostros del protagonista con el del verdadero culpable, y algunas escenas que irradian una fuerza singular, como la conversación de la esposa con el psiquiatra, en la habitación a oscuras menos el rostro de la mujer bajo la luz de una lámpara, en la que vemos que la locura ha ido ganando terreno en su mente.

Curiosamente, Hitchcock no guardaba buen recuerdo de esta película, sobre todo porque pensaba que se había mantenido demasiado fiel a los hechos reales, y eso le había impedido desplegar su descriptiva imaginación, y también porque el final era un poco abrupto porque así había pasado realmente, y a él le hubiera gustado tener otra forma de desenlace.
Seguramente Hitch tenga razón en cuanto a su final anticlimático, pero está tan bien rodada que uno, después de verla, duda seriamente que se trate de una obra menor, porque resulta perfecta. No se podía haber filmado mejor.
Orson_
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20 de octubre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su década prodigiosa de los años 50 el ya reconocido como "El maestro del suspense" decide arriesgarse, salirse de su zona de confort y Alfred abandona en buena medida el género Hitchcock que él mismo había creado para narrar un drama de corte documental sacado de una noticia publicada en la revista Life en el 53 sobre un hecho real, con visos de tragedia clásica. Lo hace para la Warner con quien aún le quedaba una película para cumplir el contrato que había firmado en el 53 por cuatro años. Tampoco es la primera vez que arriesgaba o se salía del "carril". Ya lo había hecho con su primera entrega para la Warner, "Yo confieso", otro drama, o en el extremo opuesto el año anterior en el 55 con la extravagante comedia de humor inglés "Pero..¿quién mató a Harry". Ambos "experimentos" al igual que "Falso culpable" fueron un fracaso de taquilla. El público quería a Hitchcock y no a Alfred por mucho que el maestro tuviera que modificar sus habituales cameos para hacer él mismo una introducción, plásticamente muy brillante en la que advertía a su público que esta película iba de otra cosa no por ello menos inquietante que sus tramas habituales.

A Truffaut, en su mítica entrevista le dijo que con esta cinta exorcizaba un trauma de su infancia en el que se las tuvo que ver con la policia. La angustia que sufre el protagonista encarnado por un Henry Fonda de rostro hierático y atribulado al que Hitchcock le somete a un tercer grado de primeros planos magistrales que traslucen cada uno de sus pensamientos, domina todo el metraje. Un hombre común de hábitos cotidianos y ejemplar padre de familia, un hombre de fé con un rosario siempre en su bolsillo que se ve sometido al capricho del destino, de un dios en este caso cristiano que se confabula en su contra y que solo aceptará su sumisión y acatamiento para aparentemente levantarle el castigo por pecados que no ha cometido. La coda final es una de las pocas partes que no se corresponden con la realidad, probablemente impuesta por la Warner para que el respetable se fuera tranquilo a casa y no dejara de acudir los domingos a la iglesia de turno.

Rodada en buena parte en escenarios donde ocurrieron los hechos, Hitchcock consigue meternos el miedo en el cuerpo de que lo que estamos viendo puede ocurrirnos a cualquiera y nos enseña con minuciosidad los detalles más grises, sórdidos y prosaicos de una realidad que convive paralela con la nuestra sin que lleguemos a experimentarla a no ser que crucemos por algún motivo esa frontera invisible que separa los dos mundos. Y lo hace desde el punto de vista objetivo del espectador y desde el punto de vista subjetivo del personaje, Y si bien es cierto que el maestro se ve amarrado en su creatividad por ser fiel a la realidad se las ingenia como no podía ser de otra manera para regalarnos, escenas, planos y encuadres magistrales y un documento de la vida cotidiana en Nueva York a ambos lados de esa frontera antes citada. Mención destacada aparte el sobresaliente puntaje musical de Bernard Hermann

La investigación policial y sus métodos dejan mucho que desear, a la postre son el famoso McGuffin para narrar la desesperación y la locura (en el caso de una brillante Vera Miles) en la que todos podemos desembocar a poco que se tuerzan las cosas.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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5 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que se repite, casi continuamente, en los guiones de las películas de Hitchcock es la del falso culpable. En este caso, el título de la película nos conduce directamente a un spoiler, pero hay escenas, gestos, diálogos o incluso pruebas fehacientes, que nos hacen llegar a pensar si Enmanuel Balesteiro es realmente culpable de los delitos de los que se le acusa.
Henry Fonda, en su eterno papel de hombre bueno, clava la interpretación porque su dolor, su resignación, e incluso su lucha, son creíbles y porque, pese a todo, no deja de ser un pobre hombre entregado a su trabajo y a su familia.
A cualquiera de nosotros nos puede ocurrir la pesadilla de Balesteiro, por ello la película nos mantiene agónicos e impotentes frente a la pantalla, pensando qué haríamos nosotros en el caso de vernos envueltos en una acusación similar y todas la pruebas concurriesen en nuestra contra.
No es el film típico de Hitchcock, pero es un gran film.
Cinero_Simplon
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