Todo sobre mi madre

En esta película hay varios dramas: el de un hijo sin padre que muere en un accidente peatonal, el de una madre que pierde a un hijo (el único bien contado), el de la prostituta alegre a pesar de las injusticias que hace Antonia San Juan.

y el de una mujer transexual- padre (que se transformó a varón a mujer) "que abandonó a su familia", y solo sale al final de la película, quiere conocer o ver a su hijo "aunque sea de lejos" tan mal narrado que aún recuerdo las risas de los espectadores de ver a Toni Cantó, que para colmo era demasiado masculino como mujer trans.
Debe ser un drama que te desprecie todo el mundo y no conocer a tu hijo porque no puedes evitar ser como eres.

La película se centra en el doble drama de la madre de perder a su hijo y de tener que decirle a su expareja que su hijo ha muerto, no en el del padre (ya mujer trans) que no solo no conoce a su hijo, sino que se entera de sopetón que ha muerto. Su catarsis se reduce a un monólogo y a un gesto.

Una película con una estética cada vez menos histriónica, centrada en la trama y con buenos diálogos donde se mezcla la exageración contenida de los personajes arquetípicos de Almodóvar con distintos dramas sinceros.

Película recomendable, y aunque tenga bastantes fallas, para el recuerdo. Al final te acabas acordando de la escena final con Toni Cantó.

Aparte de que creo de que el público de aquella época no entendía ni se le explicó nada bien el drama que supone ser una mujer trans cuando encima te niegan hasta conocer a tu hijo.

La película tiene el mejor humor almodóvar gay porque encontró a Antonia San Juan, pero mezcla demasiado el melodrama con el humor lgtbiq+, y muchas veces te cuesta coger el tono de la película, por lo que cuando llegas a la parte melodramática te sigues riendo con las escenas anteriores.

El tema de la película es más actual hoy que en su momento, aunque no reflejara convincentemente la realidad trans a la que se forzaba a la marginalidad.

Algunos dicen que el personaje trans no debió salir en la película, yo creo que es al revés: que debió salir más porque era lo único radicalmente original para que explicara bien su drama, sin embargo, quedó reducido a un monólogo con su deseo de ver a su hijo de lejos.

Es normal que les gustara esta película en Hollywood porque la transexualidad era un tema poco tratado, y la mezcla de humor y drama serio era novedosa, además de que a pesar de todo hubo un patrocinio del gobierno para dar la imagen de una España moderna.

Para empezar, siempre todas las películas de Almodóvar me han atraído. Por lo tanto cuando oí que esta sobrepasaba a todas las demás no tardé mucho en ir a verla.
Y, en efecto. Es la mejor. (O por lo menos por ahora.)
Otras películas suyas como Mujeres al borde... o Hable con Ella me encantan, pero no como esta porque desprende un calor humano y una seguridad y tranquilidad(Este
último tema también se desprende en Hable con ella.) Pero esta película es la más cálida de todas las demás.
Cecilia Roth hace una interpretación soberbia com Manuela, la sufrida de madre de Esteban, muerto en un accidente de coche.
Todas las demás actrices son geniales. (En especial P.Cruz.)
Ahora bien; si alguien todavía no se ha metido en el mundo creado por Almodóvar, lo mejor para cogerle cariño sería ver esta o Hable con ella.

Acostumbrada al bochorno que me producen otras películas de Almodóvar por su lamentable dirección y las pésimas interpretaciones, creo que es justo empezar diciendo que en «Todo sobre mi madre» consigue un trabajo correcto. Ideológica, emocional y argumentalmente, penoso.

Pedro Almodóvar despliega de nuevo, hasta el cansancio, sus particulares obsesiones rayanas en lo enfermizo, porque sinceramente no comprendo ese gusto tan alegre y regocijante en temas tan crudos como las drogas, el sida o la prostitución. Encantado con ese mundillo de extrema degradación por mucho que lo presente muy alegre y muy hortera, Almodóvar hace un refrito de situaciones inverosímiles, absurdas y grotescas en el peor sentido que cada palabra pueda tener. Encima, debemos sentirnos identificadas con el retrato de la feminidad que se empecina en perpetrar constantemente, como si fuese el representante del pensamiento femenino por el mero hecho de ser gay. Dios nos libre. En la propia película, nos define a través de dos de sus personajes como «más tolerantes» y «gilipollas y un poco boyeras». Supongo que debo sentirme halagada.

Así, escucharemos en boca de estas mujeres tan amiguísimas entre ellas pero que luego no se hablan con su madre interesantes diálogos del tipo «el tiempo que hace que no me como una...», palabra que omito por respeto a los lectores y a mí misma; o a una monja cándida que se acuesta con un travesti yonki, que es lo más... yo qué sé, lo más ridículo que puede existir, además de inexplicable. Bueno, quizá la explicación sea que el susodicho travesti es Toni Cantó, que de mujer no tiene nada, así que si se quita el maquillaje, la peluca de señorona, omitimos sus atributos femeninos, te dice algo al oído con su masculina voz y, además, poseemos un punto de lesbianismo, aunque sea transitorio, pues quizá caeríamos en sus redes. Visto así, podría ser una comedia graciosísima, que desde luego no es.

Lo mejor es toda la trama del hijo muerto y su diario de notas, que hace que los primeros diez minutos de película sean aceptables, y la sentida interpretación de Cecilia Roth, quien conmueve cada vez que llora. Del resto se podría prescindir.

Ya puesto, yo prescindiría, directamente, de Pedro Almodóvar.

La supuesta obra maestra del manchego me ha parecido un melodrama de lo absurdo, ese es el resumen más benévolo que puedo hacer. Porque ya no es que estemos ante una nueva exposición de las obsesiones de Almodóvar, que también, sino que nada de lo que ahí sucede me produjo la más mínima empatía. Sí grandes dosis de aburrimiento, y algún momento de indignación por la pretenciosidad del director.

Asistí a un show rocambolesco, extravagante, artificial, aliñado con unas interpretaciones penosas. Sobreactuada Marisa Paredes y tibia Cecilia Roth, con una vocalización más que mejorable. Pasados los años contemplar al hoy rutilante político Toni Cantó haciendo la mamarracha no deja de ser un puntazo, pero ya que estamos: ¿no han pensado los trans que esta película hace un pésimo favor a la causa? A veces incidir en determinados temas se convierte en ridículo y hasta paranoico. No sigo con el resto por compasión y porque tengo prisa. Entre tanta ramplonería la única que se salva es Penélope (que ya es decir), si bien con su desagradable vocecilla a cuestas.

Pero... bien, dicen que esta película llega al corazón, y el mío, aunque sin duda endurecido, no iba a ser menos. Eso fue cuando de un plano de una foto de Bette Davis pasa, en una suerte de intento de comparación, a otro plano de la inefable Candela Peña (ya me cuesta hasta ponerlas en la misma frase). Si la enorme actriz americana levantara la cabeza...

Almodovar propulsor de historias de mujeres en el nuevo siglo, en la que precisamente las vidas torcidas son interesantes y alcanzan la posteridad por la manera de entrelazarlas; esta nueva revisión fortalece el valor de la obra con las vivencias de una madre en pleno duelo, dos actrices sumergidas en una relación amorosa por demás tormentosa, una monja y su madre pintora distanciadas y un travesti ex trabajador sexual y su particular forma de ver la vida. Cada mujer es invadida por el dolor que sufren, juntas o separadas, escuchándose a si mismas se convierten en la terapia inconsciente para afrontar los problemas y salir adelante.

Sin ser un libro de superación personal, con estas vidas “torcidas” se ejemplifica el entusiasmo por salir adelante, abatiendo la soledad y aprender a compartir con los demás, subir el autoestima y encontrar las razones para darle motivo a nuestra existencia: llámese un hijo, un trabajo, los amigos o el futuro esperado. La diversidad de personajes planteados por Almodovar requería de un elenco especial y comprometido, dispuesto a interpretar a estas mujeres lejanas en muchos aspectos y con la particularidad de sentirse solas; las chicas hacen suyos los papeles y le imprimen ese dramatismo necesario para cada escena.

En otra crítica mencionaba el trabajo de este director como envolvente e interesante, si resumimos la vida de Manuela al hecho de su duelo y la búsqueda del padre, lineal y sin la intervención de las demás mujeres, posiblemente sería un trabajo sumamente aburrido, que pasaría inadvertido como cientos de filmes que casi a nadie le interesa ver. El director de películas como Átame o La Mala educación tiene el don de convertir lo cotidiano en extraordinario, caso que otros directores no logran, por mencionar algunos títulos: Japón, Batalla en el cielo de Carlos Reygadas o Lake Tahoe de Fernando Eimbcke.

Historias de mujeres de carne y hueso para todos, aseguro que prostitutas y travestis en absoluto son obstáculos para el disfrute del film.