Bad Kids Go To Hell

Poco tiene que ver con la exitosa peli ochentera de Hughes con estética hortera y Molly Ringwald haciendo el papel de siempre que tantísimo nos gusta. Bad kids go to hell es una especie de versión golfa y degenerada de aquella donde seis estudiantes cumplen como castigo ocho horas en la biblioteca. Están la cocainómana pija, la pija stripper, la emo, el emo, el nerd y el negraco escayolado y para más inri la biblioteca está embrujada... Ejem... Edificada sobre un geriátrico o cementerio apache y presidida por una serpiente de metal de tres metros e infestada de cucarachas enormes... Como ven, el plantel puede dar de sí... Pero desgraciadamente no acaba satisfaciendo espectativas y la idea se queda en poco más que en eso.
Aún así tiene su punto, en serio.

Parodia, homenaje, al género de películas adolescentes de los ochenta, también al terror, en fin una mezcla de elementos y tributos, algunos que salen bien y otros fallidos.
Un grupo de adolescentes se tienen que quedar por 8 horas encerrados en la biblioteca por mal comportamiento, desde ese momento empiezan a morir una tras otro.
La película flaquea en muchos momentos, y a pesar de ser una historia de humor negro, sus protagonistas son inaguantable, sobre todo el muchacho que se supone el héroe es el peor de todos, por lo menos para mí.
En si lo que hace Los chicos malos van al infierno es burlarse de los estereotipos adolescentes de las diferentes películas dedicadas a ese sector de la población, cosa nada nueva, y que otras películas han realizado más acertadamente.
Los 10 minutos finales son lejos los peores, con ese toque a lo Scream, tan gratuito y a la vez obvio.