Los fantasmas del sombrerero

Notable thriller de Claude Chabrol basado en una novela de Simenon que, al igual que su obra maestra "El carnicero", nos narra los crímenes cometidos por un psicópata en una pequeña ciudad de provincias. Sutil, contenido y con esa naturalidad tan propia del cine de Chabrol. El tono del film, que en ocasiones se acerca al de la comedia negra, puede desconcertar a más de uno, pero en ningún momento hace que la historia deje de interesar e inquietar, gracias sobre todo al personaje de Léon Labbé, brillantemente interpretado por Michel Serrault. Además, la puesta en escena, la fotografía y la ambientación son de primer nivel. Muy recomendable.

Al terminar de ver esta película quedé hecho una contradicción. Por un lado, hay cosas en la película (determinadas exageraciones en las actuaciones, diálogos un tanto forzados...) que casi invitan a dejar de verla. En cambio, por otro, cuando como espectador te adecúas a esas exageraciones y las haces tuyas, ves que casan bastante bien con el tono del film. Es por ello que pese a irregularidades la balanza se inclina en favor de lo positivo.
La película entretiene, inquieta y da que pensar, y eso bien mirado, es mucho.
Obviamente, trata de un enfermo con ansias de matar, pero me gusta pensar (quizá es una tontería), que la película habla de lo cansados que estamos de nuestros roles habituales, de lo que tenemos que aparentar continuamente, y baste como ejemplo la frase que serrault le dice a su mujer antes de...(yo también estoy cansado), comentario aplicable a su esposa y al personaje de Aznavour igualmente.

150/03/10/05/10) El irregular Claude Chabrol adapta una de las mejores novelas de Georges Simenon, el realizador galo encuentra acomodo a sus fantasmas personales como son la eterna crítica a la alta sociedad/burguesía presente en casi toda su obra. El argumento es el sombrío relato en un pueblo de la Bretaña francesa, Léon Labbé (brillante Michel Serrault) donde un respetable sombrerero se dedica a matar mujeres por las noches, mientras oculta en su dormitorio a su mujer minusválida asesinada por él, mientras hace creer a todos que aun sigue viva, tiene un vecino sastre de origen armenio, Kachoudas (buen Charles Aznavour) con el que mantiene una extraña amistad. Chabrol desarrolla un ambiente enrarecido por el que se mueve este psicópata de provincias, con una muy buena puesta en escena, presentándonoslo como un tipo déspota, de clase alta, con criada y con un lado tenebroso, es un misógino patológico. Veo muy poco aprovechada la relación entre Léon y Kachoudas, daba mucho más de sí y se queda a medio camino de explotar la gran química que se vislumbra. Recuerda por momentos a la hitchcockiana ‘Psicosis’, en los juegos de sombras de ventanas, en la relación necrófila con su esposa, se nota su influencia. Recomendable a los que gusten de buenos relatos enfermizos. Fuerza y honor!!!

Pues es la segunda película suya que veo y tampoco me parece especialmente brillante. Un sombrerero tiene una muñeca que hace pasar por mujer en una silla de ruedas, recluida en la parte de arriba de su casa. Y en el pueblo se van produciendo asesinatos de mujeres de mediana edad. Fetichismo, aberraciones sexuales, todas las hipótesis están abiertas. El vecino lo ha visto todo, sabe quién es el asesino y, sin embargo, nada dice a la policía, probablemente porque sabe que no le van a creer y que incluso le inculparán a él.
No me gusta Chabrol, no sé qué tiene, pero no le acabo de coger el tono. Es una mezcla entre intrascendente y hueco, expositivo y pretendidamente profundo, con estudios psicológicos de una pretenciosidad aburrida. No sé qué tiene pero no me gusta. No le entiendo, su narración es diáfana, fina, lineal y limpia, pero cuando ves su cine es evidente que le falta algo, que intenta esconder algo, que no muestra todo lo que tiene, y el espectador tiene que construir lo que ocurre, pero no a la manera clásica imaginando circunstancias o acaecer que han sucedido ya hace tiempo, no. Lo hace ocultando partes sustanciales de lo profundo de la historia.
La historia es una novela de George Simenon, que entronca con la realidad de un pueblo de provincias de mitad de siglo, que parece que puede dar más desarrollo que lo que consigue.

Correcta intriga, con un cierto abuso de la comicidad que la desvirtúa, (el personaje patético de Aznavour y sus paseos nocturnos acaban siendo absurdos), pero que no la hace desmerecer globalmente. Michel Serrault resulta demasiado histriónico, igual que Aznavour. Constantes referencias a Psicosis, como las sombras en las ventanas, la silla de ruedas o la bombilla colgando a modo de lámpara. La ambientación, sin embargo, compensa esos déficits del guión.