Las aventuras amorosas del joven Molière

Muy divertida, por momentos brillante.
Se daba el caso que la tenía aparcada en esas colas que en ocasiones se forman en MiCanal de la plataforma Digital+,...donde las prioridades, el tiempo o el cuerpo que uno tenga en deterrminados momentos mandan.
De pronto me veo en París con unas entradas para la Comedie Française. La obra; Le malade imaginaire. Vale tío, te voy a dedicar la tarde!
No se donde me reí mas, si en el sofá o en la butaca. Cierto es que el teatro tiene un encanto especial, cierto igualmente es que no domino el francés. Pero aquí la única verdad que importa es que Molière fue uno de los grandes. Que sus obras son destonillantes. Que la película es un mejunje de personajes simpatiquísimos escritos por su pluma y repartidos en diferentes obras suyas,..aquí juntos entorno a él mismo,..como en sus obras.

El renacimiento de los clásicos de la literatura universal ha sido convenientemente estimulado por el mercado cultural, a la luz de los tiempos posmodernos y su buscada revitalización del pasado. Nuevas ediciones y traducciones de Shakespeare y Cervantes circulan cada vez más fluidamente para el consumo de un público diverso y el cine no ha quedado ajeno a este "revival", como lo ejemplifica la reciente y exitosa "Shakespeare apasionado".
Ahora es la cinematograf¡a francesa, famosa por los subsidios a proyectos culturales de envergadura, la que emprende la reivindicación de Moliere, el autor, actor y director teatral del siglo XVII, que renovó el arte de la comedia, demostrando que en ella pod¡an tratarse los mismos temas importantes que en la tragedia, pero desde la mirada del humor.


El formato de la pel¡cula es clásico, sólo existe un único salto temporal, que además se explicita mediante carteles sobreimpresos. Comienza con el regreso de Moliere y su compañía a París, ya consagrado como artista, pero el meollo del film abarca los inicios, transformaciones, aventuras y desventuras hasta llegar al éxito.
Al inicio, el teatrista francés es rescatado por un mecenas de la cárcel, pero el precio de su libertad es instruir a su benefactor, un burgués adinerado que contrata profesores de danza, música y teatro para introducirse en los c¡rculos aristocráticos, con el fin de conquistar a una bella cortesana que rechaza a los pretendientes incultos.
El guión es una mezcla de la biografía y la obra de Moliere. Entremezcla situaciones y personajes de "Tartufo" y, sobre todo de "El burgués gentilhombre"; también el personaje de Cel¡mene, la cortesana inteligente interpretada por Ludivine Seigner, parece inspirado en los arquetipos femeninos de "Las preciosas rid¡culas".
El talentoso Romain Duris, actor francés de las nuevas camadas, encarna a un Moliere histriónico y expresivo, acompañado por un elenco de lujo, en el que Fabrice Luchini se lleva las palmas, en su rol de burgués rico pero ignorante.
Esta mezcla entre los personajes literarios y los hechos biográficos es permanente, con la libre asociación muy "a la page" y es también otra pista generacional sobre el director Laurent Tirant que no supera los 40.
A pesar de las buenas actuaciones y la meritoria puesta en escena que reconstruye las suntuosidades cortesanas de Luis XIV, "Moliere" resulta excesivamente larga para no revelar nada que no esté en la lectura directa de sus obras, que no han perdido el mérito de su inocencia feroz y que además son breves y espontáneas, por lo que la pel¡cula es una alternativa interesante sólo para aquellos que no se acercarían a los textos del siglo XVII si no fuese por el film.

Resulta cuanto menos curioso que hayan coincidido prácticamente al mismo tiempo dos películas muy similares en cuanto a planteamientos, trasladando a dos escritores de fama internacional a su propio universo creativo, y dando la visión que sus grandes obras literarias están sacadas de sus vivencias que sufrieron en sus própias carnes.

El realizador francés Laurent Tirard nos ofrece su particular versión sobre la vida de Moliere, aprovechando un hueco en su biografía. De esta forma vemos al joven Moliere(interpretado por Romain Duris), cuya compañía que se encarga de representar comedias y farsas no tienen el éxito esperado y está al borde de la bancarrota. Para conseguir algo de liquidez acepta el encargo de un burgués tan acomodado como ingénuo, llamado Jourdain (Fabrice Luchini) de ser su instructor en cuestiones de galenteo y requiebros amorosos. De la experiencia adquirida durante esa época (totalmente inventada), el joven Moliere sacará la inspiración para realizar las comedias que le hicieron inmortal.

Tirard realiza una excelente puesta en escena, y ambientación, traslando al propio Moliere a una de sus típicas obras en las que con fina ironía y sarcasmo se tocan temas como la falsa identidad, amores correspondidos y amores no correspondidos, hiprocresía e intereses creados acerca de las relaciones amorosas que de alguna forma el joven Moliere experimentará previamente en sus propias carnes, para después trasladar esas vivencias a los escenarios del teatro.

Tirard de hecho realiza una película muy teatral, en la que capta a la perfección el universo del personaje que quiere representar, quedano como resultado una elegante y entretenida comedia perfectamente interpretada ( a los citados Romain Duris y Fabrice Luchini hay que añadir a Laura Morante, Edouard Baer, Ludivine Sagnier, Fanny Valette) y que combina de forma fenomenal la comedia de enredo con tintes satíricos con el amor que es el verdadero motor del film. Un amor en ocasiones imposible lo que lleva a una mayor mordacidad, ironía y sarcasmo con ciertos modos y comportamientos de las clases más acomodadas. Estupenda recreación.

El segundo largometraje de Tirard pasa por la superficie de la comedia teatral, de la farsa cómica de amores, desamores e infidelidades usando la figura de Molière en sus épocas de galán y joven promesa del teatro. El film está más cerca de la sosería, de la sucesión de gracias más o menos conseguidas que de la comedia de época con buenos sentimientos (véase unas cuantas de Kenneth Branagh). Lo mejor de la obra no se lo lleva Duris representando a un Moliére más bien antipático presa de un golpe sentimental final bastante frío sino un Fabrice Luchini con talento y arte para la comedia. Morante mantiene un nivel correcto. Pero se echa de menos más versatilidad, más profundidad y así como la idea del film va en relación con la frustración de Molière por no triunfar en la tragedia tampoco el film triunfa en sus pretensiones más allá de las cómicas y ni aún en ellas levanta mucho la cabeza.

"Molière", una comedia ligera que trae de serie el encanto de "la época" , que si bien arranca alguna que otra cacajadita y la historieta que relata tiene su encanto, en verdad me ha resultado absolutamente prescindible.
Una vez más, mis expectativas de dar con algún momento extremo de drama o más bien con la jocosidad de diálogos complejos o ácidos o hilarantes (dejándome llevar por la lógica de los antecedentes de personajes del que se habla) se han inflado ellas solas.