Coffin Rock

Bob (Robert Taylor) y Jess (Lisa Chappell), un matrimonio que vive en un pequeño pueblo pesquero de las costas de Australia y están siguiendo un tratamiento para tener un hijo; ella obsesionada por quedarse embarazada, y el agobiado por sospechar que es el culpable y por las murmuraciones al respecto de algún que otro lugareño.

Una mañana acuden a una clínica para hacerse Bob un análisis de esperma, el joven recepcionista (Sam Parsonson) les observa, se obsesiona con Jess (sin hablarla, solo mirándola sin cruzar palabra ni miradas), y tras una serie de circunstancias provocadas por la inestabilidad mental del recepcionista que se ha presentado en los alrededores de la vivienda de la pareja, acentuadas por un polvo rápido producto de la frustración e intoxicación etílica de la mujer, esta queda embarazada temiéndose que el hijo es del psicópata (desde su primera escena se nos muestra como tal), y ya tenemos el lío.

Producida por David Lightfoot ("Wolf Creek 2005" y "El territorio de la bestia 2007", y primer largometraje en dirección y guión de Rupert Glasson, estamos ante un interesante thriller psicológico, en base al errático y agresivo psicópata cada vez mas desatado reclamando la paternidad de ese no nato, haciendo lo suyo entre lugareños desavisados para terror y pavor de la alucinada Jess, mientras los acontecimientos van precipitándose hacia un desenlace de canónica cinta de terror.

Súmese una buena banda sonora, una fotografía gris que mediante tonos plomizos acentúa el desasosiego que envuelve a pareja y psicópata, los siempre resultones parajes australianos rurales, y una correcta actuación de prácticamente todo el casting, y tenemos una modesta producción aussie, que sin mucho menos llegar a instalarse como referencia del buen cine australiano (sección thriller y/o terror) que hemos podido disfrutar en los últimos años, cumple más que dignamente como modesto y entretenido thriller de terror.