Mato seco em chamas

He tenido que comprobar dos veces la nota media que tiene esta ¿película?, porque no lo acabo de comprender.

155 minutos. Ni 70, ni 90, ni siquiera 120, que suele ser la media de duración actual. 155 minutos en los que no sabes por dónde meterte. Queirós y Pimenta nos cuentan, a través de un lenguaje principalmente documental, la historia de un grupo de mujeres que tienen en su poder un oleoducto para poder vender petróleo en una favela de Brasilia. Son como unas mafiosas de pacotilla que defienden su territorio y se rebelan contra el sistema establecido, puro cine de denuncia social mezclado con toques de ficción, muy similar a películas como “Born in flames” (1983).

Todo eso está muy bien y hasta suena interesante, incluso la forma de narrar basándose en un realismo y naturalidad intachables hace que todo el conjunto respire verdad en cada fotograma, pero el ritmo excesivamente lento de la trama, unido al poco interés que despiertan los personajes, hace que mantenerse enteros durante todo el metraje resulte difícil. Llega un punto a partir del cual sólo hay imágenes deshilvanadas y diálogos intrascendentes, transformándose en un juego unilateral por parte del director y directora en el que no se invita al espectador a integrarse en una trama cada vez más difusa, sino sólo a esforzarse por su cuenta a seguir una historia de lo más soporífera y desangelada.

Las desconocidas actrices transmiten autenticidad, pero el escaso guion y el mortalmente lento tempo narrativo abocan su trabajo a una mera comparsa lingüística, es decir, hablan pero no figuran. Con conversaciones y escenas meramente contemplativas, el filme deviene insufrible y extremadamente aburrido, a lo que no ayuda el innecesariamente extenso metraje.

Este es otro ejemplo de cómo una buena premisa acaba siendo un mojón por culpa del planteamiento incorrecto. Bodrio absoluto.