La princesa de España (Serie de TV)

Tenía curiosidad por ver cómo se enfocaría la historia de Catalina de Aragón desde fuera de España, y aunque reconozco un gran esfuerzo en la producción, la ambientación, el vestuario, las localizaciones e incluso el cuidado en el casting (muchos de los actores y actrices se parecen a las imágenes que se conservan de los personajes históricos), no puedo pasar por alto el mensaje del final del primer capítulo: "Algunos eventos históricos y personajes han sido alterados en la serie para un propósito dramático".

No es la primera vez que se alteran las fechas de determinados sucesos históricos en otras series de esta temática, y la mayoría de las veces se pueden encajar perfectamente aunque haya algunos años de diferencia. Pero en este caso los cambios son demasiado pronunciados para que la "dramatización" resulte creíble.

Creía que la serie era británica y empecé a verla porque me parece que Catalina de Aragón es un personaje que merecía su propio biopic, porque siempre es como una sombra en todas las películas o series dedicadas a su excesivo marido, pero en las primeras escenas se me cayó el alma a los pies.

Los escenarios naturales españoles están filmados en el desierto de Tabernas, seguramente para contrastar con la verde Inglaterra, la reina Isabel de Castilla cabalga con su armadura ensangrentada matando "moros" a diestro y siniestro, se hace referencia a que la corte de ¿España? estaba en la Alhambra, la princesa solo sabía bailar ¿la sardana?
En fin, una serie de despropósitos tal que me hacían reír en los momentos más dramáticos, como cuando la protagonista le explica a su prometido que ¿España? es un país católico, donde se bendice la mesa y se estudian las enseñanzas musulmanas, en un alarde de tolerancia y quizás ignorando que Inglaterra también era un país católico entonces.
Por eso la puntúo tan bajo, aunque esté bien vestida y ambientada, no deja de ser un culebrón.

Mucho celofán y lazos, luego lo desenvuelves y tienes una moñiga gringa, porque los gringos cuando se ponen las ponen prodigiosas, no vayan ustedes a creer que por ser gringos cagan siempre oro, ¡que va!, son como los demás mortales. En fin, una serie para tontos, bueno hasta el tercer capítulo, después no sé porque no pienso seguir perdiendo un tiempo muy valioso que puedo dedicar a ver otras cosas más provechosas. Para tontos, que debe haber muchos porque si no, no se explica el negocio. Tontos de esos que se sientan delante del televisor y ¡hala! a tragarse lo que echen. Luego claro, se lo creen todo y así se construyen nuevas verdades. Un producto fake muy de esta época, absolutamente trumpiano. Una pena, porque el tema es apasionante, un momento crítico de la Historia, no solo de la Historia de Inglaterra, sino de la Historia de Europa, y no lo han sacado ningún partido, y han preferido inclinarse por unos enredos de corte que además han falseado. Un desastre, vaya. No voy a reincidir en lo que ya han dicho aquí otros, y en la prensa también, sobre las "inexactitudes" históricas, por no decir falsedades, en la que incurre, pero si quiero comentar que este tipo películas debería ser combatido "fieramente" porque todavía en el s. XXI continúan difundiendo una imagen falsa y negativa de lo español: la conversación en la cantina entre Lina y Oviedo, en la que este se siente amenazado por la Inquisición es sencillamente insultante; esa sutil impresión que filtra permanentemente de España como un país asilvestrado también lo es. Castilla en ese momento de la Historia era un reino infinitamente más avanzado que Inglaterra, pero claro, por poner un caso, la serie nos priva de las conversaciones entre Catalina y Tomás Moro que podrían haber sido magníficas (No sé si habrá algo de esto en otros episodios, pero no pienso comprobarlo). Para esto supongo que hacen falta guionistas buenos y cultos, pero se lo han gastado en celofán. Una última cosa que no he leído por ahí, quizá la reina Isabel del primer episodio encaje más con su rival por el trono de Castilla, Juana de Castilla (la Beltraneja). Juana si montaba a caballo como los hombres, a horcajadas, iba de caza con los hombres, disparaba el arco y manejaba la espada, pero desde luego no consta que lo hiciera así Isabel. Lo mismo ha sido que los guionistas han leído otro libro. También es muy divertido cuando Catalina dice que en España se sientan en el suelo, porque precisamente esa costumbre moruna, como otras muchas que tenía, eran las que le criticaban los rivales a Enrique IV de Castilla (el Impotente), hermano de Isabel y padre de Juana, así que insisto, han debido leer otros libros. Aunque esto son minucias, lo importante para mí es como este tipo de productos continúan consolidando la Leyenda Negra tranquilamente. Y todavía salía el otro día en El País el catedrático de filosofía José Luis Villacañas refutando en su nuevo ensayo el “populismo intelectual reaccionario” del fenómeno editorial ‘Imperiofobia’, de Elvira Roca Barea (El País 4 de junio de 2019, https://tinyurl.com/y2ub9sts ) Pues aquí tenemos una prueba bien reciente de que Elvira tiene mucha razón, señor Villacañas.

No voy ahondar en las críticas ya destiladas por los compañeros, ni tanto por su desacuerdo ni por sus aciertos, que los tiene como el vestuario, las localizaciones etc.

Para poder disfrutar de este esperpento hay que plantarse frente a este trabajo y verlo como lo que es, una versión al estilo medieval de una serie juvenil, donde todo tiene cabida. Lo que si es lamentable que los espectadores de este trabajo que desconozcan la historia puedan llegar a creerse esta sarta de incongruencias históricas. Terrible es poco para describir el ultraje realizado con la historia e idiosincrasia de España. Y citando el fragmento del paseo de Cercei Lannister.... vergüenza, vergüenza, vergüenza

PD: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Más en la veta documental que en la cinematográfica esta serie nos ofrece una(una más) nueva visión de la influencia de Catalina de Aragón en el mundo anglosajón.
Una la ve como si estuviera degustando esa antigua (casi arcáica), aunque buena serie "Las seis esposas de Enrique VIII", pero con novedad de las técnicas actuales de rodaje. Por lo demás, se hace un uso exagerado de citas celebres de los protagonistas, algunas de ellas metidas con calzador. La ambientación, eso si, es estupenda. Los interiores elegidos así como el vestuario no tienen nada que envidiar a ninguna producción de alto nivel. Pero no así sus diálogos, demasiado encorsetados. O sus licencias históricas, donde trasponen edades, épocas y sucesos a su antojo..
Diseñada como una alternativa a productos de éxito parejos, decae exageradamente a partir de la tercera entrega, poniendo en boca de reyes y señores soliloquios atropellados. Algo así como si pusieramos un disco de 33rpm (si, de aquellos de vinillo, tan antiguos como estas gentes) a 45rpm.
Las interpretaciones, normalitas, con la salvedad de la reina madre, la abuela del clan, que aquí toma un protagonismo capital.

Llevamos cuatro. Veremos........