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Sueños de odio

Western. Romance En 1865, una vez terminada la guerra de Secesión, Owen Devereaux (Glenn Ford) un sádico coronel del ejército de la Unión, regresa a su tierra, en Colorado. Allí es recibido como un héroe, junto a su colega y amigo el capitán Del Stewart (William Holden). El coronel Deveraux ha dejado tras de sí un reguero de violencia y de muertes innecesarias. El capitán Stewart teme que el conflicto lo haya trastornado. Caroline Emmet (Ellen Drew), la ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
8 de enero de 2007
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realidazo por Henry Levin, el film se basa en un argumento de Borden Chase. Se rodó en exteriores de Corriganville (Sini Valley) e Inverson Ranch (LA). Fue nominado a un WGA (guión). Producido por Jules Schermer ("Manos peligrosas", 1953), se estrenó en 1948 (EEUU).

La acción comienza el 9-IV-1865, día de la rendición del general Robert E. Lee, que puso fin oficial a la Guerra de Secesión. El relato se desarrolla en tierras de Colorado, territorio fronterizo, que no se constituye en Estado hasta 1876. Narra la historia del coronel de infantería Owen Devereaux (Glenn Ford) y de su compañero de armas el capitán Del Stewart (William Holden), naturales de Colorado, enamorados de la misma mujer, Caroline Emment (Ellen Drew). Al ser licenciados del Ejército, Owen es nombrado juez federal y Del, comisario general. Owen tiene un comportamiento violento, derivado de la guerra, que le lleva a matar por encima de lo que le dictan la razón y la voluntad. Del, equilibrado y comprensivo, trata de apartarlo de las armas de fuego y se opone a sus frecuentes sentencias de muerte.

La película, realizada en los primeros años de la Posguerra, se ve influida por ésta y su panorama de problemas de inserción laboral y social de los veteranos desmovilizados. La guerra había dejado en muchos de ellos heridas psicológicas derivadas del estrés bélico. Estos temas son recogidos en el film y tratados en el marco de la inmediata posguerra del conflicto civil americano (1861-65). Considerado uno de los primeros westerns psicológicos, construye un arco dramático intenso, con elementos de perversidad insana tomados del cine negro del momento. La violencia de Owen da paso a hechos cada vez más graves y sanguinarios. Sus tendencias homicidas le enfrentan a antiguos soldados, aldeanos y allegados. La tensión se eleva de nivel a raíz del expolio de tierras de que son víctimas los veteranos de la guerra por legalismos jurídicos manifiestamente injustos. Es memorable la escena dantesca del incendio del poblado, entre cuyas llamas se mueve Owen como el mismo diablo, sediento de poder y de maldad.

La música, de G. Dunning ("Picnic", 1955), ofrece melodías sencillas, adaptadas al sentido de la acción, que culminan en un tema orquestal ("El incendio"), de viento y percusión, dramático y sobrecogedor. La fotografía, de W. Snyder, crea ambientes opresivos y claustrofóbicos, que complementa con imágenes expresionsitas del rostro del protagonista. Los planos del incendio, excelentes, quedan grabados en la memoria. El guión acumula trazos dramáticos que expone con corrección, pero sin la profundidad deseable. Sitúa la acción en un escenario (Colorado) verosímil. La dirección ofrece un relato brioso, fluido y sobrio, con elementos brilantes. Levin y Ford coincidirían en otros 4 films.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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9 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos hemos acordado de Francisco de Goya al contemplar este "Hombre de Colorado" por los desastres de las guerras. No solo por las vidas humanas que se cobran ni por las heridas físicas que producen. También por los traumas psíquicos que dejan.
Acabada la guerra civil, todo parece feliz para el coronel Owen Devereaux (Ford), su amigo el capitán Del Stewart (Holden), así como para el sargento Jericho (Millican) y el resto de la tropa que marchó desde Colorado para defender el pabellón vencedor del Norte.
Recibimiento apoteósico al volver a su ciudad: música, banderas, carteles, discursos ... y la bella Caroline (Drew) a cuya mano aspiran ansiosos los dos oficiales.
También esperan los oportunistas de turno, que no dudan en aprovechar el prestigio de Owen para ofrecerle el cargo de juez y ganarlo así para su causa. Que no es otra que hacerse con las concesiones mineras que habían dejado de explotar los pobres soldados que marcharon al frente, "No podéis seguir viviendo de la guerra el resto de vuestros días".
Es entonces cuando empieza a desarrollarse un comportamiento anómalo en el antiguo coronel. Algo que venía de atrás pero que la propia guerra había enmascarado: la pérdida del sentido de la vida, los sentimientos de odio, desesperación, ira y violencia.
Sus antiguos camaradas no tardarán en sufrir las consecuencias del desvarío de sus sentencias. Está "Loco por el poder", lo acusan, "Hay dos clases de justicia, la suya y la de los demás". Se convierte pronto en una nueva versión de "El juez de la horca".
El primero en advertir la crisis psicológica es Del, pero luego queda también claro para Caroline y sobre todo para el doctor Merriam (Buchanan). Pero ya es tarde.
Padece sin duda un trastorno de estrés postraumático que afecta a veces la salud mental de antiguos soldados. Algo parecido al síndrome de la neurosis de guerra ya descrito en 1871 por el médico militar Jacob DaCosta en soldados que participaron precisamente en la guerra de Secesión.
La cinta trae a colación los desastres postbélicos en la salud mental de los soldados, aunque con escasa profundidad. La idea es impecable pues coincide con la vuelta a casa de los combatientes de la II Guerra mundial. Sobre la base de un buen guion echamos de menos una mayor profundización en los caracteres de los personajes, que pueden dar de sí mucho más en este western psicológico.
Drama donde alterna la amistad, la camaradería o el compañerismo, con la cobardía, la abyección o la violencia gratuita.
Ritmo un tanto irregular con algunas escenas poco explicables, pero impregnado todo con una fuerte tensión dramática.
Western muy interesante y recomendable.
Lafuente Estefanía
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11 de mayo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mayores estereotipos que pueden hallarse en el cine western del montón, es la enmohecida definición de los Buenos y los Malos, apuntando esto a que, el personaje que lleva la estrella en el pecho (representando a la ley) es el Bueno; y el que rompe con las leyes, es decididamente el Malo. Por suerte, la psicología que, como dijera Hermann Ebbinghaus: “tiene un largo pasado, pero una historia reciente”, pues, es un área del conocimiento humano aceptada apenas como disciplina en el año 1879, ha venido revisando toda suerte de paradigmas y de supuestos aprobados, sin ningún análisis serio, en nuestra sociedad, y ahora, ya muy pocos discuten que, No existen los buenos sin tacha ni los malos malotes, y que en todo ser humano hay un halo de luz y un tinte de oscuridad… aunque en mayores o menores grados pueda advertirse una cosa o la otra, sin que ésto dependa de portar una estrella o de si se actúa sin obedecer ciertas reglas.

Conscientes de esto, los realizadores más calificados han venido apuntando a esta realidad, y es así como han surgido valiosísimas películas de muy variados géneros y, por supuesto, también westerns donde el estudio psicológico es la base central de su historia. “Billy the Kid” (David Miller, 1941) y “Red River” (Howard Hawks, 1948), están entre los primeros títulos que recuerdo ahora, y a ellos se suma, <<EL HOMBRE DEL COLORADO>>, una brillante película que ha dirigido, Henry Levin, en la cual veremos a ese gran actor llamado, Glenn Ford, en un rol antagónico que, además de impactante, es ¡toda una sorpresa!

El guion, escrito por Robert D. Andrews y Ben Maddow, basados en una historia de Borden Chase, hace referencia a un coronel del ejército de la Unión que, justamente, el último día de la Guerra Civil, decide eliminar a un reducto de los Confederados a los que tiene emboscados en algún lugar de Colorado. Son 100 hombres que incluso anuncian su rendición levantando una tela blanca, pero el odio domina al oficial y decide ordenar que los masacren.

Al llegar a su pueblo, el oficial y sus hombres son recibidos con honores… y las fuerzas vivas del pueblo deciden congraciarse con, Owen Devereaux -como se llama el coronel-, y de inmediato lo nombran, Juez Federal. Seguidamente, a su gran amigo de muchas luchas, el capitán Del Stewart, el juez lo nombra Comisario… pero su interés por la misma mujer y las diferencias que tendrán a continuación en su manera de interpretar la justicia y de actuar frente a ciertos hechos, harán que su amistad entre en conflicto.

Entramos así, en una sólida historia que se propone exponer los terribles efectos que producen los traumas de guerra, al tiempo que cuestiona la “justicia” contenida en ciertas leyes que parecen dictadas para servir a los “poderosos”… y de fondo, quedan bien expuestos una serie de hechos que nos harán preguntarnos con razón ¿Quién está haciendo lo justo? ¿Qué es lo correcto y qué lo incorrecto? ¿De qué lado está realmente la Justicia?

La trama -y ciertos personajes como, Caroline, Jericho, el Dr. Merriam… además, claro, de Owen y Del- están bien dotados de matices, y uno siente que está ante una suerte de espejo de la vida donde, las cosas que suceden, siguen –de alguna manera- presentes en tu país, en el mío y, quizás, en muchos más.

Visualmente, la película es muy satisfactoria, y el director, Henry Levin, consigue una dinámica narrativa que sostiene, muy eficazmente, durante 98 minutos. El reparto lo complementan, William Holden, Ellen Drew, Edgar Buchanan, Ray Collins y James Millican, entre otros.

Título para Latinoamérica: SUEÑOS DE ODIO
Luis Guillermo Cardona
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8 de febrero de 2012
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western bien rodado por Henry Levin donde se nos narra la consecuencias un tanto paranóicas de la guerra en un oficial del ejército de la Unión una vez terminada la contienda civil en Estados Unidos.
La interpretación de Gleen Ford es lo mejor de la película, seguido a muy corta distancia por William Holden. El resto del reparto cumple adecuadamente.
No obstante, el paso del tiempo se nota en esta producción, pues el desarrollo de la historia ha sido ampliamente superado posteriormente por otros films del oeste, aunque tiene su mérito en la época cuando se rodó.
La versión española, (doblaje) no es muy acertada, pues ha sido doblada posteriormente al doblaje original de su estreno en España, éste con una mayor calidad artística.

José Antonio ZG
Jose Antonio ZG
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11 de junio de 2023
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Una de tantas del Oeste, de finales de la Guerra de Secesión, con un Glen Ford al mando de un batallón del ejército confederado que se encuentra torturado por la guerra, por la sangres y el fuego, con el horror de la contienda. De hecho dispara contra unos sureños que habían arriado una bandera blanca... Un estudio sobre las consecuencias de la guerra en las persona, en su carácter, en su desarrollo civil tras la contienda.
El tratamiento de la enfermedad como consecuencias de la guerra: "La guerra afecta a cada hombre de forma diferente" dice un secundario al presenciar cómo mata a un sureño después de que este le acusase con una pistola de matar a los sureños a sangre fría.
Glen Ford es nombrado Juez y William Holden y las fricciones entre ambos no se hacen esperar, acrecentándose por la querencia de ambos por la misma mujer.
William Holden está jovencísimo, aunque tiene varias películas antes que esta. Una carrera que va desde 1938 hasta 1981, larguísima y muy prolífica, con inmemorables obras maestras. Muy interesante es el duelo interpretativo entre Glen y William, (más de cien películas cada uno) más que nada porque siempre pensé que Holden era muy superior a Ford. En la historia del cine, valorando en conjunto ambas carreras probablemente Holden sea más brillante, más regular, pero en un duelo directo Glen es mejor actor, aunque es cierto que era el punto álgido de la carrera de Ford y prácticamente el principio de la Holden. Muchas escenas juntos y meta gustado más la dramatización del personaje de Ford, sinceramente. Me gusta el Holden maduro, el mayor, el castigado por el alcohol, el insensible, el cínico y desencantado.
Ellen Drew es la chica con la que ambos pretenden casarse al finalizar la guerra. La he visto en alguna del Oeste de André de Toth, y alguna de Robert Robson, una actriz 'menor'.
Buena música, bien ambientada, con correcto guión y un correcto desarrollo
ÁAD
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