Silver City

"El poder es como una locomotora. O te subes a ella o te arrolla". Esta frase, pronunciada por uno de los personajes de esta película, es sumamente reveladora acerca del tema central que se aborda, que no es otro que el poder.

El filme, sirviéndose de un tono inicial que roza la sátira, adquiere después tintes más oscuros, e indudablemente más críticos; la chapucera pesquisa de un antiguo periodista reconvertido en investigador sirve para efectuar un análisis desolador acerca del poder en la sociedad americana. En efecto, vemos desfilar por la pantalla a un futuro gobernador que es retratado como un tonto útil, a un jefe de campaña maniobrero y con pocos escrúpulos, a poderosos propietarios de compañías y constructoras, etc. Además, del lado de los que no ostentan poder pero le sirven, encontramos a los periodistas (salvo excepciones), la mano de obra inmigrante y la policía. A medida que se desarrolla el argumento observamos como la corrupción inherente al poder se extiende por todas las instituciones, influyendo decisivamente en los comportamientos individuales, en los que predominan aquellos sujetos que están dispuestos a "subirse a la locomotora".

Sólo unos pocos deciden arriesgarse a ser arrollados; es muy reveladora (y ácidamente divertida) la forma en que Sayles retrata a los periodistas que aún desean investigar los hechos con todas sus consecuencias; trabajan de forma clandestina, a través de la red, constituyendo un grupúsculo minoritario, y como tal, de escasa influencia. Del mismo modo, el protagonista avanza tozudamente en una investigación inútil y sórdida, plagada de obstáculos y dificultades, tras la que anida toda la basura que generan las relaciones de poder y sus tejemanejes económicos. Además de una dura disección del poder y el periodismo, hay un notable acercamiento al fenómeno de la inmigración ilegal (hispana); precisamente es la inesperada aparición de un cadáver, posteriormente identificado con el de un "sin papeles", la que conecta con esta realidad. Hay que hacer notar que nadie, salvo el protagonista, se preocupa por el muerto, sino por las repercusiones que su inoportuno descubrimiento puedan acarrear para las próximas elecciones, circunstancia que es muy ilustrativa acerca del desinterés de la sociedad y el poder hacia los inmigrantes.

Leo que a otros usuarios la película les parece larga y algo liosa; a mi me parece lo contrario, y creo que posee un guión magnífico, que desarrolla con eficacia temas complejos, cada uno de los cuales podría justificar una película (el único reparo es el fragmento en el que aparece Daryl Hannah, que resulta un tanto innecesario). Un excelente reparto, con muchas caras conocidas y otras no tanto, pero igualmente creíbles en sus interpretaciones, y una eficaz fotografía, redondean esta buena película.

Película rodada bajo la dirección de John Sayles. Narra las incidencias de la campaña electoral para gobernador de un candidato perteneciente a un família de larga tradición política en Colorado. La aparición inesperada de un cadáver en un lago, mientras se realiza una grabación publicitaria del candidato, conmueve al cuerpo de asesores, que deciden contratar a un detective (Danny Huston) para que investigue la posible relación del hecho con los oponentes y enemigos políticos del aspirante. La investigación avanza lentamente hasta que aparecen indicios de turbios manejos de los propios amigos del candidato. Entonces el detective es bruscamente despedido. La película parece contener una explicación sobre las dificultades de conocer la verdad y los intereses de ocultarla al público. En el marco de un cine básicamente independiente, John Sayles ofrece una obra valiente, bien estructurada, correctamente interpretada y sumamente interesante. Danny Huston es hijo del mítico director John Huston y hermano de Anjelica Huston.

El cine independiente no tiene porqué ser sinónimo de cine malo , ni por ser independiente hay que pasarle por alto fallos e incorrecciones como de los que está plagada esta película.

Empezando por el patético doblaje que convierte ciertas secuencias en frustrantes trabalenguas y absurdos sinsentidos y al protagonista de la película en un retardado (¿por Dios como le han podido poner esa voz?).

Con estas bases , de las cuales la película original no tiene culpa dicho sea de paso , no se puede esperar mucho de una película en el que el lio de personajes y de guíón es tal que se hace aburrida , plana y sin alicientes para el espectador.

En un intento más que patético por ironizar sobre el enrevesado mundo de las políticas , los embrollos financieros del poder , el analfabetismo e inconpetencia de políticos con futuro brillante, hijos también de políticos con pasado brillante y con algo más de inteligencia (¿les suena esto de algo?), se lía tanto la trama que luego es difícil de desliar sin que nos quede algún nudo por el medio.

Mantiene en el sillón por curiosidad de ver cómo acaba todo , pero nada más , y es una pena porque la película prometía algo más , el director ha demostrado que sabe hacer cine y el argumento parecía divertido sobre el papel.

John Sayles me gusta mucho pero esta película ha sido una gran decepción. Es un thriller político de lo más aburrido, que se rodó (oportuna u oportunistamente) cuando Bush se volvía a presentar: la verdad es que Chris Cooper hace muy poco para disimular que el aspirante a Gobernador es el inefable Dubya.

Como crítica está bien: muestra muy claramente cómo se han aliado la política con los intereses de las grandes multinacionales y cómo la legislación sólo beneficia a estos en detrimento del público y cómo tienen a la policía, la prensa y a todos el mundo en general o atemorizado o a sus órdenes.

Supongo que por criticar a la Administración de Bush se subieron tantos actores conocidos al carro. La mayoría lo hace bien (sobre todo Richard Dreyfuss) excepto Daryl Hannah (su escena con el arco y la flecha es poco menos que penosa) y el prota, el hermanito de Anjelica Huston, que solito consigue que la peli sea un poco más insufrible de lo que ya es.

Podría haber estado bien. Es una lástima.

Hubiese sido una película excelente, de no ser por lo excesivo del metraje que se llega a hacer larguísimo. Reparto de campanillas con interpretaciones notables, soberbia fotografía, sabia utilización de la banda sonora, y un argumento tan interesante como crítico, se convierten en un potente somnífero por culpa de un director que no sabe imprimir un ritmo más dinámico, como el que la ocasión requería. Si alguien se hubiese encargado de suprimir diálogos (e incluso escenas) del todo anodinos, repito que estaríamos hablando de un peliculón del todo recomendable. Pero no se dió el caso, y tan sólo vale la pena verla para imaginarse lo que podría haber sido y no fué.