Spare Parts

Esta película eslovena es una interesante aunque algo irregular obra que retrata el escandaloso proceso que lleva a unos seres humanos a traficar con otros en Europa.

Su autor, Damjan Kozole, tiene el acierto de combinar las narraciones de los triunfos deportivos de una joven promesa del motociclismo esloveno con las actividades de la mafia clandestina que introduce inmigrantes ilegales en el país a cambio de un dinero quizá ahorrado durante años, para concluir en un final del todo irónico, donde tras el triunfo del joven piloto un locutor deportivo celebra que por fin Eslovenia se puede sentir orgullosa en esta nueva Europa.

He aquí un nuevo ejemplo de los interesantes productos cinematográficos que salen de la factoría europea centro-oriental que, por otro lado, responden a las necesidades siempre acuciantes de sociedades profundamente marcadas por su pasado traumático más reciente. En este caso nos encontramos en un mundo de fronteras, concretamente las de Eslovenia con Italia al norte y Croacia al sur con ese pequeño país alpino como mediador o purgatorio, como punto de transición al fin y al cabo entre el infierno y el paraíso, dos puntos separados por poco más de 200 kilómetros kilómetros, más o menos dos horas y media de viaje: las luces de Trieste brillando desde las alturas como un faro en la oscuridad de las vidas de decenas de miles de inmigrantes que sueñan con un futuro mejor y que están dispuestos a hacer casi cualquier cosa por alcanzarlo. La cantidad de matices e ideas que el film deja al espectador me hace replantearme si he sido justo a la hora de puntuar esta película. Queda en interesante porque hay algo frío en el guión que deja intuir a los personajes a un nivel muy superficial y algunas de sus relaciones como excesivamente frívolas. En cualquier caso es un buen intento por penetrar en esa frontera suroriental del supuesto paraíso europeo y por las gentes que la pueblan. No menos interesante es el hecho de que la película saliera a la luz en el año 2003, con la entrada de Eslovenia en la Unión Europea en el horizonte (2004) mostrando una visión más bien crítica de la situación del país y de los retos a los que tendría que hacer frente para afrontar con garantías de éxito el nuevo futuro que se abría ante ella.

La grabación del film se localiza en la pequeña población de Krsko, ciudad eslovena cerca de la frontera con Croacia donde se encuentra la única planta nuclear del país. De hecho unas hermosas imágenes de archivo nos muestran al siempre triunfante Tito poniendo la primera piedra de tan colosal proyecto: una muestra más del éxito del régimen socialista yugoslavo en su camino hacia el progreso, una muestra más de que las diferencias estaban siendo superadas y, al mismo tiempo, suponía un lazo más entre los ciudadanos de la federación (además era un proyecto promovido por las repúblicas de Eslovenia y Croacia, proporcionando a la primera un cuarto y a la segunda un quinto de su consumo energético). Como todos sabemos el sueño titista de unidad y fraternidad acabó fracasando, pero muchas de sus obras quedaron como testimonio de ese anhelo y muchos son hoy en día vestigios arqueología industrial que ponen en peligro la vida de las personas que habitan en sus inmediaciones.