Un paraíso bajo las estrellas

Como su madre, la bella Sissy (Thais Valdés ) quiere ser bailarina en el “Club Tropicana”, pero desgraciadamente, su padre, un camionero llamado Cándido, se opone a tal idea y no quiere ni oír hablar del tema.

Un día, Cándido (Enrique Molina) atropella a un joven llamado Sergito (Vladimir Cruz) del que Sissy se enamora y que tiene un singular lunar que provocará los más diversos enredos y descubrimientos. La historia de Sissy nos llevará de ruta por la vibrante vida nocturna de La Habana, acompañados de geniales personales.

Comedia cubana, que deslumbra los sentidos con algunos bailes coreografiados del famoso “Club Tropicana” de La Habana. El título hace referencia a la forma como se conoce al famoso cabaret cubano.

En el “Festival Internacional de Cine y TV de Cartagena, Colombia” fue nominada para mejor película. Recibió tres premios en el “Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, Cuba” por Mejor Música, el Premio de los Escritores de la Música Cubana y el Premio de la Audiencia. La película también se presentó en el “Festival de Cine de Sundance”.

Esta película no es ninguna cosa del otro mundo, es decir se trata de un producto de mediana calidad, sin embargo entretiene, es simpática y sobre todo es una película cubana: con sus aires, con sus sabores, con sus temperaturas, con su acento encantador y su sentido de la vida paradisíaco. El guión va de una muchacha bailarina que desea entrar al famoso TROPICANA como cabaretera principal. El negro responsable del Cabaret que determina esta posibilidad, le hace ver que si se abre de piernas para él y le deja ser su "papito", lo va a conseguir. A partir de ahí, se inicia un lío tremendo, en el que intervienen el padre de la muchacha, su novio, su padrino, etc. etc.

Por pasar un buen rato contemplando esa forma de ser tan cachonda de los cubanos, no está demás contemplarla. ¡Viva Cuba y las Antillas!

Si hay algo que me cabrea en una peli, es que aprovechen la ocasión para publicitar cuidades, paises, locales, o ideologías. En este caso se trata del Tropicana, local de variedades de aquellas que en tiempos del Nodo triunfaban, pero que hoy dia ya están caducadas por horteras, y porque para ver una teta o un nalgatario no hace falta irse a un teatro. Con ver la tele o pasear por la calle ya hay bastante.

Si algo en una peli aún me cabrea más, es que te metan números musicales sin venir a cuento, muchas demasiadas veces, y que además sean horrendos y más largos que el talento de Mandingo. Aquí se trata de canciones detestables entonadas por señoras con el culo al aire -pero que llevan una tonelada a cuestas entre plumajes, pedrerías, y floripondios igual de lamentables y antiestéticos-, que cacarean con voz gangosa y luciendo toda la piñata, encías y paladar incluidos.

Aunque en una peli también me cabrea de la ostia que me quieran colar a alguien de edad, ya más que madura, podrida, como personaje jovencito, y aún más si es tirando a callo y me lo presentan como de una belleza tremenda. Aquí se supone que me tenia que creer que una señora casi cuarentona, sin tetas ni culo, es un bombón descomunal en plena adolescencia, que con solo un parpadeo ya pone burro a cualquier muchacho. Si, y yo soy clavadito a Cristiano Ronaldo.

Pero si algo me cabrea, me enerva y me exaspera en una peli, es que se pasen por el forro las leyes naturales más elementales, en pos de intentar echar para adelante un argumento inverosímil, absurdo, y completamente subnormal. Cuando uno se muere, pues se muere y a criar gusanos se ha dicho. Pero que al principio de este bodrio un tio palme, y en tres minutos escasos lo resuciten por artículo veintisiete, eso es algo que ni tolero ni perdono. Desde sus primeros instantes que esta pseudopeli me cabreó, y cada minuto que pasaba –que para mi era como una hora- se iban añadiendo puntos para odiarla.

Tan recomendable como iniciarse en la zoofilia con un erizo.