El primer año

A, Patricio Guzmán, le nació la idea de hacer cine con un grupo de amigos, a partir de analizar una novela que él mismo escribió titulada, “Juegos de Verdad”. Estudió, entonces, en el Instituto Fílmico de la Universidad Católica de Chile y comenzó a trabajar allí como Asistente de Dirección. Ante el estancamiento que padecía el país en aquellos años ’60, Guzmán decide irse a estudiar a la Escuela de Cine de Madrid, donde tiene como profesores a Luis G. Berlanga, Miguel Picazo y José Luis Borau. Tras un breve retorno a Chile a raíz de la muerte de su madre, en 1971 -ya con Salvador Allende en el poder-, regresa, para quedarse, cuando ya el Manifiesto de Cineastas de la Unidad Popular ha sido protocolizado. Se reúne de nuevo con sus amigos y queriendo ponerse al servicio de “la realidad contingente” -como él mismo la denomina- rueda, “EL PRIMER AÑO”, un documental que empieza con la elección y toma de posesión de Allende, y termina con el aplaudido viaje de Fidel Castro a Chile. Gracias al apoyo del cineasta francés, Chris Marker, quien hizo la versión francesa, el filme tuvo mucho éxito, siendo exhibido en numerosos países.

Producido por la Escuela de artes de la Comunicación y deseando ofrecer la más amplia visión del movimiento revolucionario que se gestaba en el país, Guzmán comienza, <<EL PRIMER AÑO>>, en la madrugada del 5 de septiembre de 1970, día en que se proclama el triunfo de Salvador Allende en las urnas. Luego, hace una breve retrospectiva histórica para mostrar cómo era la situación del país antes de la llegada de Allende. Nos habla de Carlos Cousiño, el aristócrata industrial que, a comienzos del siglo XX, se convirtiera en el magnate del carbón, siendo las condiciones de los mineros bastante difíciles (trabajaban hasta 16 horas diarias y admitían niños desde los 10 años), mientras las suyas eran de palacios, viajes y toda suerte de privilegios. Esto, lo complementa con la recordada y deplorable anécdota del monumento a Juan Yarur Lolas, un palestino afincado en Chile quien fuera fundador de un banco y sobre todo de, ’Yarur, Manufacturas Chilenas de Algodón’… pero esto deberían oírlo porque da perfecta cuenta del deplorable trato que recibía la clase obrera.

Para alegría de los pueblos latinoamericanos, la llegada de Salvador Allende y de la clase obrera al poder, cambia las cosas -al menos en Chile- y los trabajadores bendecirán su llegada como si, en carne propia, hubiese llegado el Salvador. Pocas veces un nombre más preciso: Crea el Ministerio del Mar; nacen los Centros de Reforma Agraria; se reducen las jornadas de trabajo; se hace la requisición de las cervecerías; se nacionaliza el cobre… ¡Tienen que ver la marcha de Allende, el 11 de julio, Día de la Dignidad Nacional, por las calles de Santiago!

El director se muestra muy selectivo de los hechos que decide contar… y ese primer año de un gobierno que -aunque deplorablemente breve- cambiaría la historia, pues, ya no se hablaría de explotadores y explotados, sino de reivindicados y resentidos, ha quedado para la eterna memoria, pues, reafirma que, América Latina, comienza a despertar.

Como decía el propio Allende en alguna ocasión: “América Latina no puede seguir siendo el continente de la esperanza… América Latina tendrá un día la voz que le corresponde a un pueblo hasta hoy día sometido, para que sea mañana la voz de un continente libre”.

<<EL PRIMER AÑO>>, es historia para la eterna memoria.