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XXY

Drama Álex (Inés Efron) es una singular adolescente de quince años que esconde un secreto. Poco después de su nacimiento, sus padres, Kraken (Ricardo Darín) y Suli (Valeria Bertuccelli), decidieron dejar Buenos Aires para vivir, aislados del mundo, en una cabaña de madera a orillas del mar. Lo que pretendían era que su hija creciera libre de cualquier tipo de prejuicios, protegida y feliz, hasta que llegara el momento de decidir qué camino debía seguir. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
30 de julio de 2007
95 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
"XXY" no es precisamente una película que se dedica a explotar desde el lado morboso o sensacionalista el tema de la intersexualidad. El hermafroditismo de la joven protagonista que compone Inés Efron es el disparador para reflexionar sobre algo que está detrás y es más profundo: la libertad de elección.
"XXY" no es recomendable para los que esperen un melodrama como "El hijo de la novia" o que vayan al cine simplemente por el carisma de Darín, tampoco para los que demanden un desenlace cerrado, ya que el filme subraya interrogantes y desnuda prejuicios a flor de piel, provocando sentimientos cruzados.

Básicamente "XXY" es un relato sobre la iniciación adolescente, el descubrimiento del cuerpo, la exploración caótica de la sexualidad y fundamentalmente, la búsqueda de la propia identidad.

La película tiene el mérito de una puesta en escena austera y pudorosa, que esquiva la sensiblería y aunque la historia deja a sus protagonistas principales en el inicio de un camino (antes clausurado y ahora abierto), subsiste la incertidumbre de muchos cabos sueltos.

Más allá del desenlace abierto que propone, "XXY" deja siempre una sensación de noble sutileza y logra imponer la credibilidad necesaria en el relato, apoyándose en una meritoria fotografía y una banda sonora adecuada.

Con pocas palabras y medidos gestos, las actuaciones de los jóvenes sobresalen. Ricardo Darín impone su oficio y el resto de los actores queda en roles más desdibujados pero correctos.
rouse cairos
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13 de enero de 2009
51 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
—¡Nos fuimos de Buenos Aires para alejarnos de cierta clase de gente, y ahora los tenemos sentados a nuestra mesa!

Kraken, emigrado con mujer e hija a un pueblo costero uruguayo, lamenta la actitud de unos invitados: una compañera de infancia de la mujer, su marido cirujano y el hijo por éste despreciado al considerarlo poco hombre.
Presencias incómodas. La profesión del cirujano tiene que ver con ello: estudia a Álex, la hija adolescente de los anfitriones.
Los procesos hormonales agitan el ambiente, lo tensan.

Los visitantes han llegado a una zona restringida, a través de una portilla que prohíbe el paso. La razón de la visita es grave. Durante un largo planteamiento, con alusiones intrigantes y misteriosos detalles sueltos, la película se llena de interrogación.

“Ya he leído el libro” (Cubierta: un estudio sobre los orígenes del sexo).
“¿Cuándo será el momento de hablar de…?”.

Reunidos en la casa de madera, alguna noche con velas, envueltos en tormenta, a la orilla del mar, cuyo rumor y brisa suenan cerca, todo el tiempo, como un recordatorio del origen, el mar de Paul Valery, “toujours recommencée”…
El mar, gran matriz de la vida, al principio indiferenciada…

Kraken cuida tortugas en extinción, opera a los ejemplares atrapados en redes de pescadores.
En su coche, una pegatina de los Beatles.
Se alejaron de Buenos Aires para preservar la singularidad de la hija, sustraerla a la obligación oficial de adscribirse inequívocamente a uno de los dos géneros sexuales, y evitar que “todos los idiotas del mundo se pusieran a opinar”.
Álex lee también sobre el progresivo dimorfismo sexual de los vertebrados.
El cirujano llega casi como un mandatario del Sistema, a poner los organismos en orden.
El padre, para quien su hija ya era perfecta desde el primer momento, indaga y medita, en busca de la mejor decisión, hasta que la hija pueda elegir.

“¿Y si no hubiera que elegir, papá?”.

Se muestra el juego de los roles genéricos: el cirujano marcadamente viril, machacador, hace a su hijo adolescente beber vino, para que no salga afeminado.

El relato es muy conciso, de una sobria belleza de azul atlántico. Radiografía con sumo tacto una situación delicada y escoge bien los detalles con que ir desvelando las claves, en narración muy dosificada, con una economía de elementos que reduce al máximo los diálogos, por naturalismo, también por autenticidad: ni una palabra de más. Ninguna queda forzada. El ritmo pausado permite ir tejiendo un enamoramiento atípico, donde las polaridades bailan.
En el conflicto con la sociedad, el padre lleva la carga consciente, ejerciendo comprometidamente las funciones de protección y tutoría. El sólido trabajo de Ricardo Darín soporta un gran peso dramático, y la Álex creada por Inés Efrón convence del todo, tanto en la vital rebeldía como en la áspera soledad.

El empeño de Lucía Puenzo por imprimir sencillez allana el camino a finos matices, de antemano impensables dada la dificultad del tema.
Archilupo
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6 de enero de 2008
41 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pareciera exagerado el título de la crítica, pero en realidad no lo es tanto ya que en pleno siglo XXI las personas con alguna diferencia sea cual fuere siguen siendo agredidas y sobajadas por algo fuera de control, donde la naturaleza asigna y el hombre “corrige” sin permitir el poder de elección de quien vive esa alteración en cromosomas.

XXY es la exposición de las vivencias de una persona que no termina por comprender por qué el aislamiento y el hermetismo de sus padres dentro de la pequeña comunidad con la que tienen contacto o aun más difícil la atracción que siente tanto por un sexo como por el otro. XXY es el retrato por el deseo de unos padres porque su vástago tuviera la oportunidad de relacionarse sin la menor desconfianza con el mundo hostil e intolerante de siempre, que contrasta terriblemente con la familia que los visita, al visualizar un padre apático, insensible y a disgusto por un hijo al que no le da oportunidades ni alicientes en la vida. Un ejercicio que demuestra la inconformidad que todos tenemos de alguna forma en cualquier situación o ámbito de nuestra existencia.

Otro acierto para Argentina para su cine en constante crecimiento y en especial para Lucía Puenzo, que no basa su historia en un panfleto para la lágrima fácil o para satisfacer morbo, sino para invitar a la reflexión y ejercer respeto hacia el que es diferente tanto por preferencia como por asignación.

Buena elección para la 49 Muestra Internacional de Cine en México.
Coleccionista Visual
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3 de agosto de 2008
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este drama de un ser humano que padece el dolor de navegar entre dos aguas pisando ambas y ninguna, el drama de una familia que se enfrenta a una diferencia que la sociedad señala con crueldad (como ocurre con cualquier aspecto que se salga de la "normalidad"), me ha llegado muy adentro.
Nunca, nunca se debería denigrar a ningún ser humano por el modo en que la naturaleza lo haya constituido. Los verdaderos defectos no son físicos, son los defectos mentales de quienes no aceptan que todos somos hijos de la naturaleza, y que ésta nos fabrica a su antojo, siguiendo sus leyes inexorables.
Alex es hombre y mujer a un tiempo. Su sexo es indefinido, porque posee los dos. Todos estamos acostumbrados a que se nos clasifique en varón o hembra. Pero, en realidad, ¿la línea divisoria es tan drástica? ¿No tenemos todos algo, aunque sea mínimo, del otro sexo? ¿Quién tiene derecho a determinar hasta qué punto cada persona es (o debe ser) hombre o mujer? Hay muchas personas nacidas con cuerpo masculino que se sienten mujeres. Y muchas personas nacidas con cuerpo femenino que se sienten hombres. Y también hay personas que nacen con ambos sexos. Los hermafroditas. Es un fenómeno poco frecuente, pero existe. ¿Cómo se registra a estas personas en el Registro Civil? Supongo que, cuando nacen, sus padres tienen que decidir si le van a poner nombre de varón o nombre de mujer.
No existe una opción para un tercer sexo en el Registro Civil. Ése es uno de los problemas.
Después viene el problema de la educación (¿considerarl@ niño o niña, cómo vestirl@, etc?), el problema del entorno, del andar con pies de plomo para que el secreto no se difunda y evitar así que la gente ande señalando y mirando como si fuese un monstruo.
Porque, por desgracia, la sociedad llega a ser muy cruel, y hay individuos que han crecido en la crueldad y se creen con la potestad de condenar al prójimo sin mirarse ellos al espejo.
Por todo ello Alex se hace mayor rodead@ de confusión, de temor y de soledad. Ni siquiera en el lugar apartado en el que viven y que sus padres eligieron para evitarle disgustos, se libera de la losa con la que tiene que cargar.
A los quince años, tendrá que tomar su decisión. ¿Seguir tomando los corticoides y extirparse el pene para ser mujer, que es el género con el que está registrad@ y con el que l@ identifican los demás? ¿O, sencillamente, no hacer nada y quedarse tal como está?
Lucía Puenzo nos da el billete para viajar por la difícil adolescencia de una persona sobre la que pesa una dura elección. Tanto si elige una cosa, como si elige la otra, el mundo le ha enseñado a sentirse un bicho raro.
Alex tendrá que aprender a aceptarse. Y la única manera llevadera de hacerlo es que quienes l@ rodean l@ acepten tal como es. Difícil, muy difícil.
Duro, delicado drama, moviéndose por la ambigüedad y por terrenos movedizos.
Porque las cosas no deberían ser sólo blancas o negras.
Vivoleyendo
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3 de junio de 2008
35 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era esta película de Lucía Puenzo una historia que no me atrajo en su estreno. A pesar de los premios, del Goya y las críticas favorables que leía no llegaba a despertar en mí demasiada curiosidad. Y eso que soy hombre curioso.

Fue por tanto, una agradable sorpresa descubrir este admirable y provechoso trabajo de Puenzo donde sabe narrar una historia a la vieja usanza: sugiriendo, no mostrando. Y así, construyen una historia en el que la información cae a cuentagotas, mientras los personajes se desenvuelven como perro por su casa de manera soberbia.

“XXY” no es una historia agradable, pero contada con suma belleza. Acompañada para ello de una hermosa fotografía, con unos exteriores que parecen ser los únicos idóneos para esta historia.

No voy a destacar a actor alguno, pues creo que fue Puenzo la culpable de que en esta cinta, todos estén impresionantes, llenos de una contención nada habitual en el cine argentino.

De ahora en adelante seguiré con interés los futuros trabajos de esta joven directora argentina.
Chagolate con churros
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