La vieja casa oscura

Quizá influido por la excelente impresión que me dejo en su día "El caserón de las sombras 1932", y que este supuesto remake de la misma venga firmado por ese socarrón y buen director de películas de terror llamado William Castle, esperaba encontrarme con una película que respetando de alguna forma el vacilón argumento de la primera, estuviera bendecida por ese inconfundible toque Castle que tan entretenidas y recomendables funciones acostumbraba a realizar.

Pues bien, salvo que la acción transcurre en una casa habitada por excéntricos personajes y que alguno de estos se llaman igual (Tom Penderel) o parecido (estos Femm no tienen nada que ver con los de 1932), lo que aquí tenemos es una pasable comedia de terror inglesa que arrancando al estilo Ealing se convierte en una de esas añejas comedias con coartada terrorífica que a pesar de poseer una atmósfera resultona, luce más como una función televisiva tipo Scoby Doo o La familia Adams (de hecho en los títulos de crédito iniciales podemos disfrutar de un entrañable toque Charles Adams, a la sazón participante en ellos) que como una película de William Castle, pero bueno, por aquello de respetar que el director sea un tipo que tantos ratos buenos me ha hecho pasar, y tragando quinina para obviar que hayan suprimido aquel espectacular mayordomo interpretado por Boris Karloff que era uno de esos personajes que se te quedan grabados en la memoria, se deja ver, mas como curiosidad que como película a recomendar.

La lluvia es un componente indispensable en las pelis de terror clásicas, que digo clásicas si actualmente todavía es un recurso más que utilizado. Oscuridad, aullidos, casona enorme y extraña. La atmósfera está planteada, que comience a rodar el miedo...el problema es que el miedo no llega nunca porque La vieja...no combina bien sus recursos narrativos y se hunde en la nada.

Es cierto que la atmósfera muchas veces contribuye a la eficacia de una película sobre el sentir del espectador pero la casa, los invitados y los anfitriones son elementos demasiado fuertes y pretenden hacer movilizar a la trama. El problema es que entre diálogos pseudo políticos que no llegan a nada ,y si remiten a cuestiones de época a esta altura quedan descontextualizados, más los "secretos" de una familia extraña que todo el tiempo son anunciados de palabra pero no reforzados por imágenes ni sugerencias, tarde o temprano la paciencia del espectador actual se harta y las expectativas puestas en la peli se hunden sin remedio. Falta densidad en esta obra, no alcanza con una buena ambientación por que la misma carece de vida.

Es considerada un clásico, y seguramente en sus tiempos debe haber tenido mucho éxito. No obstante el paso del tiempo ha generado cambios en la mirada del espectador: La vieja casa oscura siente mucho esos cambios.

Descafeinada mezcla de géneros, entre los que predomina la intriga y la comedia, una comedia que francamente no ofrece muchas risas que digamos.
Es más bien triste en cuanto al guión de Robert Dillon, que adapta la obra de J.B. Priestley, ya llevada al cine años atrás con más felices resultados.
Pero ocurre que esta de 1963 no tiene apenas chispa, salvo en un par de escenas, y el protagonismo de Tom Poston no puede ser más poco logrado.
Lo cierto es que había muchas esperanzas en esta peli, ya que se unieron William Castle, maestro en la publicidad de sus filmes, casi todos ellos de serie B, y la gran Hammer, pero la verdad es que la cinta queda bastante desangelada, aunque su último tercio mejora y el final acaba de forma graciosa.
Pero para entonces se ve el filme como quien oye llover, sabedor de que prometía mucho y ofrece más bien poco.
Una gran decepción, olvidable al de poco tiempo de verla. Una oportunidad perdida.

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El humor y el terror, o sea, la risa y el estremecimiento son dos polos que, paradójicamente el cine muchas ocasiones ha tratado de combinar, creando un verdadero subgénero. Aunque hay dos cosas que consignar; la primera es que la combinación se hace siempre aprovechando personajes, situaciones y escenarios que incorporan el elemento terrorífico en el que se inserta la acción cómica; la segunda y más decisivas que al final el híbrido termina incorporándose definitivamente al género humorístico, no al terrorífico que resulta claramente perdedor.

En ese estilo van insertándose desde las películas, simplonas pero valiosas, de Abbot y Costello hasta la rebuscada saga de las Scary Movies, con momentos más brillantes como puede ser “El jovencito Frankestein”.

“La vieja casa oscura” tiene la pretensión de integrarse en este subgénero, pero la triste realidad es que no consigue ni sugerir un ambiente de terror ni provocar la mínima sonrisa. Todo resulta cutre, soso y falso. Responsable fundamental de ese desastre es un guion carente de todo lo que le puede ser exigido y en el que todo, más allá de la mayor o menor inverosimilitud, incurre en el ridículo.

La película lleva como título original el de “The old dark house“, el mismo con el que en 1932 James Chale dirigió otra película de bastante calidad basada en una novela de J.B.Priestley y que fue comercializada en España como “El caserón de las sombras”. “La vieja casa oscura” es un desgraciado remake dirigido en 1963 por William Castle que sólo conserva el nombre de la familia Femm.

Cuando W. Castle asume la responsabilidad de dirigir una película él, mejor que nadie, es capaz de sorprender a la sala de proyecciones a base de ingenio y de la utilización de sencillos, pero eficaces, ardides de cámara.
A ello también contribuye, en este caso, la gran interpretación del grupo de protagonistas entre los que debe destacarse a R. Morley.
Extravagante, exagerado y disparatado, el largometraje seduce por su convicción y por su desparpajo.
La fría ruleta de la muerte se adueña de esta comedia macabra que oscila entre el candor argumental y los momentos de brillantez notable que alientan la intriga y exacerban la curiosidad del espectador en un contexto de atractiva ingenuidad.