Pelham 1, 2, 3

Uno de los mejores policiacos, aunque no muy conocido, de los setenta es “Pelham uno, dos, tres”, tiene todos los elementos necesarios para enganchar al espectador y carece por completo de grandes pretensiones ni efectos especiales.

Todo se sustenta en un buen guión, rodado con ritmo y eficacia por Joseph Sargent, en su mejor película –aunque en los últimos tiempos ha hecho cosas interesantes para televisión- que hace las cosas buenas, bonitas y baratas. Quizá tiene algunos toques de comedia un poco gruesos a lo que se suma que es un pelín machista y xenófoba es, pero al mismo tiempo su estilo desenfadado hace que gane en espontaneidad y compense sus defectos.

Al que le encante la estética tan peculiar de esa década se sentirá muy a gusto con la fotografía de Owen Roizman, especialista de la época (“Los tres días del cóndor”, “Frech Connection”, “El exorcista”)

De las actuaciones me quedo con Robert Shaw, aunque todos están francamente bien, sobre todo los secundarios.

La película tuvo un remake en el año 1998, y que a pesar de contar con el mismo guionista tuvo bastante menos interés.

“Pelham uno, dos, tres”, es otra de esas películas que reivindica Tarantino y que le sirvieron de ejemplo a la hora de filmar su “Reservoir dogs”

Pasarán la tarde la mar de entretenidos.

Nota: 7,3.

Magnífico thriller policíaco de secuestros. Lo mejor de la película, sin duda, es su sobrio guión, que alcanza buenas situaciones de tensión gracias a la forma en que está narrado, sin necesidad de efectos especiales de gran magnitud, algo que en la actualidad parece imposible. Dichas secuencias van enlazadas con buenos momentos cómicos entre los diferentes personajes, todos muy bien definidos, quienes aportan gran calidad al relato. Dentro del elenco elegido para este proyecto, destacan sobremanera Walter Matthau y Robert Shaw, dos auténticos actorazos que mantienen una dura pugna ya que uno es el policía y el otro el villano. "Pelham uno, dos, tres" es cine de alta calidad, del que desgraciadamente es difícil encontrar en la actualidad, ya que parece que en Hollywood han olvidado que lo mejor de una película es su historia y no su grandiosidad en cuanto a efectos técnicos.

Todas las películas son hijas de su tiempo y, Pelham uno, dos, tres, no lo es menos. Cualquier aspecto del film que observemos resulta ser un claro ejemplo del cine que se realizaba en la década de los setenta: la fotografía, la música, la estética… todo muy bien ligado y aderezado por una correcta dirección, buenas interpretaciones (qué grande Robert Shaw, un actor inolvidable) y un sentido del ritmo perfecto para una entretenida película de acción.

Además, está bien acompañada por algunos toques de humor, unos más acertados que otros, que ayudan a no dejar de prestar atención a la pantalla.
Por último, fue una grata sorpresa descubrir de dónde sacó Quentin Tarantino la genial idea de llamar a sus personajes de “Reservoir Dogs” por colores: Señor Azul, Verde, Marrón… y es aquí, en esta película. Me encantó.

Hay películas que están para hacerte pensar, otras para que te emociones, algunas para mostrarte algo y otras para transmitir opiniones, pero ésta es una película que está concebida simplemente para el disfrute (Con ésto no digo que las del tipo de antes no se puedan disfrutar, ni tanto ni tan poco), un disfrute sin más promesas que hacerte pasar un rato entretenido y pasánrlo bien. Y es una de las mejores en eso.

Pelham uno, dos, tres es el nombre de un tren secuestrado en el subsuelo de Nueva York; y, dirás, como los diferentes personajes de la película, '¿A quién se le ocurre secuestrar un vagón de metro?', pues bien, para ver el quién y el porqué hay que verla, no es que sea Spoiler, pero claro, siempre es mejor cuanto menos se sepa, más sorpresas y ojos abiertos.

La película se sostiene en una dirección, a cargo de Joseph Sargent (un tipo bastante desconocido), que es llevada con buen hacer, sigue apoyada en un guión con diálogos de los que dan gusto, del estilo que gastan estas películas de atracos , e incluso momentos cómicos como los de los malditos orientales o la borracha del vagón. Y, por encima de eso, se sustenta en unas actuaciones de lujo: Walter Matthau y Robert Shaw encarnan a los dos pilares del film, el primero es el encargado de la seguridad de la línea ferroviaria de la zona, y el otro es el jefe de la banda, el de las ideas claras y organizador del calculado golpe. Sin poner en la banda a otros personajes, como el Sr. Grey el Sr. Green (Martin Balsam), otro pilar en la historia, que cobra importancia hasta el último momento.

Del remake no diré nada poque no lo he visto y, la verdad, muchas ganas no me hacía en su estreno, ahora tal vez si la dieran por la tele le echara un vistazo.
Por cierto, decir que es clara la referencia que hace Tarantino en Reservoir Dogs con los nombres.

Del final poco que decir,

Seguro que éstas serían las palabras que pronunciaría cualquiera de los rehenes del vagón cuando se le interrogara acerca de los secuestradores. Comandados por un espléndido y odioso Robert Shaw, cuatro hombres deciden unirse para atracar una de las máquinas del metro de New York y exigir un rescate por las vidas de los pasajeros. Todo está planeado minuciosamente y utilizan nombres de colores para identificarse entre ellos (habría que preguntarle a Tarantino de dónde sacó esa misma idea para filmar su alabada ópera prima "Reservoir dogs"). Poco a poco comprobamos la personalidad de cada uno de los asaltantes: El disciplinado y despiadado señor Blue, el temeroso señor Green, el sumiso señor Brown y, por último, el problemático y violento señor Grey.
Rodada con un pulso firme y vigoroso, "Pelham 1, 2, 3" recuerda por momentos a las cintas setenteras de acción e intriga, como la saga de "Harry el sucio". Creo que ya no se ruedan películas tan trepidantes como ésta, aunque no puedo concederle el sobresaliente por contener también demasiado humor que no viene a cuento (ya no por Walter Matthau, que para eso está, sino por ese alcalde con gripe que no me aportó nada en la historia).
Además, la película está dotada de un magnífico suspense que te engancha cada vez más a la pantalla (ver spoiler).
Una grata sorpresa, teniendo en cuenta que su director no destaca precisamente dentro del séptimo arte.