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Selfie

Comedia Bosco es el hijo de un ministro imputado por corrupción, malversación de fondos públicos, blanqueos de capitales y varias decenas de delitos económicos. Selfie cuenta su historia desde que lo expulsan de su lujoso chalet en la Moraleja hasta que entra a pedir trabajo en la sede de Podemos, con sus angustias sentimentales y sus miserias. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
26 de junio de 2017
36 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acertada comedia que reparte para todos y que demuestra que los medios económicos a la hora de hacer una película son importantes, pero los medios creativos mucho más.

"Selfie" es coyuntural pero certera, y ofrece mucho ingenio, crítica y cine con muy poco dinero en su presupuesto.

Rodada como falso documental hecho cámara en mano, a ratos demasiado brusca, pues un operador de cámara puede moverse, pero un buen operador no tanto como para marear al espectador; despliega ingenio de sobra para compensar todas sus carencias materiales.

Tal vez hay un punto en que la historia no avanza pero se le perdona todo por ofrecernos ese buen rato cargado a partes iguales de mala baba y buenas intenciones sociales.
laboryino
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23 de junio de 2017
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por experiencia, los españoles ya nos conocemos prácticamente al dedillo las reacciones políticas y sociales a la noticia de un caso de corrupción. Sin embargo, solo los allegados de los fatales protagonistas de tal hecho sabían lo que significaba que un familiar o conocido fuese imputado (o investigado) por una causa de este estilo. Ahora, Víctor García León quiere acercarnos a esa esfera a través de Selfie, una curiosa comedia rodada en un estilo cercano al documental y en la que un ministro es acusado de varios delitos que conforman una verdadera trama de corrupción. Pero el protagonista de la película es el hijo de ese ministro, un joven llamado Bosco cuya vida da un rotundo giro al revelarse las corruptelas de su progenitor. De repente, el fastuoso entorno de buenrollismo y postureo que rodeaba su día a día se cae como un castillo de naipes: sus colegas dejan de hablarle, sus parientes huyen despavoridos a otro lugar lejos del foco mediático, es desahuciado de su propia casa, le echan del Máster que estaba empezando a cursar… En definitiva, una abrupta caída social y económica que le llevará por caminos que hasta entonces jamás creía posible recorrer.

En Selfie, una de las cosas que menos sorprenden a los que estamos al otro lado de la pantalla es el retrato que García León realiza de los personajes que pululan por la cinta. Bosco es un tipo de buenos estudios y mejor cuenta corriente, pero que ignora muchos aspectos de la vida y apenas sabe discutir de temas sociales si no es disparando tópicos. En cierta manera, parece encajar en el prototipo del cuñadismo, un término horrible bajo el que se encuadra a la gente que quiere aparentar ser más que lo que sus burdas opiniones reflejan. Acabará conociendo a Ramón, un tipo que alquila habitaciones de su piso a gente desfavorecida, acude a manifestaciones en pro de los derechos sociales y asegura estar preparando unas oposiciones. Se encuadraría cerca de otro de esos vocablos de reciente uso como es el de perroflauta, adjetivo muy utilizado tras el 15-M por aquellos ideológicamente opuestos a este movimiento. Son dos ejemplos de unas representaciones tan estereotipadas como fidedignas, y que nos llevan a preguntarnos si los españoles somos así realmente o si el film apuesta por llegar al humor a través de la exageración.

Otra de las cuestiones que define a Selfie es su indefinición a la hora de establecer lo que pretende con estos 85 minutos de película. Una circunstancia que se agradece en el sentido de que lleva implícita una ausencia de moralina que hace que la obra no resulte tendenciosa. Ninguno de los dos lados socio-políticos que se reflejan en Selfie resulta beneficiado por la representación que de ellos se efectúa. En todo caso, si un aspecto intenta reflejar la cinta es lo catetos que en muchas ocasiones podemos ser los españoles y lo maltrecho que está este país tanto en el sentido económico y laboral como en el ideológico. Sin embargo, este es un mensaje algo sencillo y repetitivo para una película cuyo hábil e inteligente planteamiento invitaba a alcanzar mayores cotas.

Al menos, Selfie está lejos de fracasar en otra de sus bazas: la comedia. Sin ser un humor elaborado y pese a caer en ocasiones en el chascarrillo, García León ni pretende ser políticamente correcto ni tampoco inundar de humor cada fotograma hasta pervertir la parte realista del film, lo que otorga varias escenas en las que es fácil esbozar una sonrisa quizá no tanto por la propia acción que vemos en pantalla sino porque sabemos que esta podría perfectamente suceder en la vida real. En cierta manera, este hecho nos vuelve a remitir a la principal pregunta que se desprende del visionado de Selfie: ¿ficción o realidad?


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
Kasanovic
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27 de marzo de 2017
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este falso documental, cámara en mano, destila naturalidad y crítica hacia esa España corrupta que ya es imposible tomarnos en serio. Asistiremos a la caída en picado de Bosco (Santiago Alverú), el hijo de un ministro del PP acusado de corrupción. Este pijo, que nunca ha dado un palo al agua, tendrá que aprender a sobrevivir como miles de personas hacen cada día. Mientras tanto, muestra su mejor cara ante las cámaras y expone los argumentos que cree políticamente correctos sobre el machismo, la inmigración, la discapacidad…

La vuelta de Víctor García León es un continuo recreo en el esperpento español. ¿Lo mejor? Cómo Esperanza Aguirre, en pleno mitin, se cuela en la película sin saberlo. Al igual que ya hicieron en otras ediciones del Festival de Málaga "Hablar" o "El rey tuerto", "Selfie" demuestra que se puede hacer mucha pupa con pocos medios. Una comedia original con la que reírnos de nuestra “querida España”.

http://astoria21.es/festival-de-malaga-cine-en-espanol-cronica-i/
Silvia
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28 de septiembre de 2017
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Selfie”, dirigida por Víctor García León, cuenta la historia de Bosco y su descenso a los infiernos a través de un falso documental pobre en presupuesto pero rico en ideas. Rodado con originalidad y sentido del humor, García León mete los dedos en la sociedad española actual y es capaz de meterse con todos aunque, a fuerza de no querer adoctrinar, le termina quedando un tanto ligera.

Lo mejor de la película es su originalidad y su tono irreverente. Su crítica ácida carga contra el Partido Popular y sus seguidores del mismo modo que lo hace con Podemos y los suyos. El protagonista, como si de un documental se tratara, va hablando a la cámara mientras nos enseña su chalet de la Moraleja, y le acompañamos también cuando termina en una casa de Lavapiés junto a otros inquilinos de diversas procedencias. Nunca se toma partido ni se moraliza, se trata de criticar a saco de un modo inteligente y divertido.

La verdad es que se pasa un buen rato viendo esta película, con la sonrisa permanente en la boca, pero a mi juicio el resultado final es un tanto irregular. La película decae bastante en el último tercio, a medida que cada vez va siendo menos documental y más película convencional. Supongo que la idea no se pudo estirar lo suficiente, y no se sabía muy bien como cerrarla. Asimismo, es evidente que se cae en ciertos clichés costumbristas que quizá estaban de más. En fin, que está lejos de ser una obra maestra, pero el film sorprende gratamente y deja buen sabor.

El espectador se asombra principalmente del modo estoico con que Bosco va encajando las vicisitudes negativas que le van sucediendo. Se supone que un niño pijo como él se vendría abajo cuando se va quedando sin nada y termina siendo despreciado por su entorno, pero Bosco permanece de pie con cada golpe y aunque no sabe cómo saldrá adelante, siempre parece confiado en que se las apañará. Supongo que como nunca ha tenido que luchar por nada, entiende que las cosas se arreglarán de un modo u otro, como siempre ha pasado en su vida.

Las interpretaciones son muy buenas. Llama la atención el brillante papel que desarrolla Santiago Alverú siendo éste su primer trabajo como actor. No es fácil que un debutante sepa cargar con el peso interpretativo de una película con la solvencia con la que lo hace, construyendo un personaje repleto de pura imbecilidad, inflado a partes iguales de ignorancia y narcisismo. A su lado, muy destacable también el trabajo de Macarena Sanz, la muchacha ciega de optimismo indestructible y sonrisa perenne que se enamora de Bosco porque es muy guapo (¿tu qué sabes, si eres ciega? le dice el amigo celoso, interpretado por un muy convincente Javier Carramiñana.)

La posición en que queda Bosco da que pensar. Su antiguo entorno le desprecia porque ya no es rico, y en su nuevo entorno tiene que esconder su pasado, porque no le aceptarían sabiendo que viene de una familia de ricos corruptos del PP. Por tanto, se siente en tierra de nadie, sobreviviendo como puede y resultándole hostil tanto un entorno como el opuesto. Esto hace que al espectador no le quede más remedio que compadecer a Bosco, a pesar de su patetismo, o precisamente por eso.

Los personajes de la película asisten a mítines políticos y eso es un valor añadido a la película puesto que el lado documental está ahí. Aparecen en Vista Alegre escuchando a Pablo Iglesias en un multitudinario mítin de Podemos, y poco después vemos a Bosco hablando con la mismísima Esperanza Aguirre en otro del PP, en Talavera de la Reina.

Como dije antes, es una pena que en la parte final la película pierda fuerza, cuando poco a poco el falso documental va dando paso a la historia cómico-romántica del trío protagonista la acidez va disminuyendo y todo se viene un poco abajo. Si hubiera mantenido la mala leche inicial y hubiera intentado un final más radical, más amargo, pensaría que habíamos asistido al nacimiento de un nuevo Berlanga. Lástima.

Con todo, recomiendo ver la película. Por original, por divertida, por fresca, por innovadora, porque se parece muy poco a las películas que se suelen hacer y porque indudablemente te lo pasas bien mientras la ves. También nos sirve para constatar que los dos polos opuestos de la sociedad española son bastante poco edificantes, y que las nuevas generaciones no se diferencian demasiado de las pasadas. García León atiza a derecha y a izquierda con valentía y gracia, y garantiza un buen debate postpelícula a sus espectadores.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
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23 de marzo de 2017
23 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Selfie es la tercera película del director Victor García León. En ella se nos cuenta la historia de Bosco (Santiago Alverú), el hijo de un político del PP que ha sido encarcelado por corrupción. Desde ese suceso, Bosco es expulsado de su chalet y repudiado por todos sus amigos. En esas conoce a una trabajadora social ciega afiliada de Podemos (Macarena Sanz).

El personaje principal se nos presenta como si de Kim Kardashian se tratara: lujo, fiesta y muchas excentricidades. Todo esto grabado con cámara al hombro haciendo un programa diario de la vida de nuestro protagonista. La cámara no pasa desapercibida para los demás personajes, es un elemento visible. A Bosco le graban continuamente y los demás saben que le graban.

El inicio del film es muy potente. Esta fórmula del reality show funciona muy bien y resulta muy efectiva para aprovechar toda la personalidad de Santiago Alverú. Todo vale: planos desenfocados, quemados, movimientos bruscos. La película engancha y divierte. Pero poco a poco ésta fórmula se agota. Según el propio director, no se puede abusar de este formato porque a la hora de metraje el espectador acabaría agotado… entonces sobre la hora de película se torna a una ficción convencional sobre el romance entre Maca y Bosco. La originalidad y chispa del principio va desapareciendo gradualmente.

Es un selfie es una película de estereotipos y de exageraciones. Bosco es de derechas, racista, machista, defensor de los toros y sobre todo mala persona. Y esto le da pie para hacer numerosos chistes sobre negros, inmigrantes, feminismo… que al principio pues puede resultar cómico pero no se cambia la fórmula.Los personajes no evolucionan. Por ello el espectador nunca llega a mostrar empatía por el protagonista. Esta falta de empatía hacía el protagonista unido a el agotamiento del formato hace que el interés del espectador hacía la historia y sobre su exagerado personaje caiga en picado.

He de reconocer que ha habido momentos en los que me ha resultado graciosa, pero pienso que funcionaría mejor con media hora o cuarenta y cinco minutos menos de metraje. Convirtiéndose en un sketch de un programa humorístico antes que en una película de cine.

Con todo, Selfie ofrece un auto-retrato un tanto extremo de la sociedad española, aunque si pensamos detenidamente, este auto-retrato no es tan extremo sino que la sociedad española es tal y como nos las describen en la película por triste que parezca.
historiadelcine
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