Throw Down

Se podría debatir durante horas si “Throw Down” es realmente un peculiar homenaje a Kurosawa del ‘maestro’ Johnnie To o por el contrario una tan simple como inteligente y crepuscular cinta de artes marciales.
Mientras que en el “Ocaso del samurai” Yoji Yamada miraba tanto en formas como historia hacía la senda del pasado cinematográfico, To no sólo sitúa la acción en la actualidad sino adapta las esencias clásicas al cine moderno.

La vida y milagros de Sze-To (Louis Koo) nos la conocemos: una antigua leyenda que tiró la toalla y se ha echado a perder con el alcohol y el juego. Por supuesto no faltan los fantasmas del pasado que reanimarán al muerto con ese ‘último combate’ y sus nuevos amigos con sus particulares problemas: Mona (Cherrie Ying), que quiere ser una pop star, y Tony (Aaron Kwok), un joven saxofonista y fan número uno de Sze-To.

Más que acción To apuesta por el drama que depara la historia, por lo que muchos espectadores se pueden llevar un chasco cuando el humor habitual de su filmografía relegue los combates a un segundo plano.

Yo no sé si To es el Kurosawa del cine de acción o si esta película será reivindicada por cuarenta millones de friquis dentro de veinte años, lo que me queda muy claro es que este señor dirige muy bien sus películas, aunque estén cargadas de clichés típico-tópicos, y que me ha entretenido más de lo habitual.
Mención especial para un director que es capaz de ‘colar’ entre hostias crepusculares todos unos ‘anuncios’ de cerveza o maquinillas de afeitar dignos del mejor ‘product placement’.
Fíjese en los logos finales que aparecen antes que los actores y comprenderá quién era el verdadero protagonista de la historia: quién pone la pasta.

Película del gran Johnnie To con el mundo del judo de fondo para contarnos la historia de tres personajes desconocidos entre ellos que de un día a otro se hacen grandes amigos. Un ex campeón de judo al que apodaban "Golden Boy Judo" y que ahora vive detrás de una botella de alcohol, el juego y algún que otro timo para paliar sus deudas, después tenemos a un joven luchador que va retando a todos los judokas que pueda, aunque su gran prioridad es el Golden Boy, y por ultimo tenemos a una chica aspirante a cantante que se quiere hacer famosa a toda costa. Entre ellos nace un gran vínculo que cambiara la vida de los tres. Johnnie To nos sumerge en una historia de amistad, superación personal y ambición con una sutileza ejemplar, nos muestra algunos combates de judo con un estilo visual y una coreografía magistral, pero sobre todo con una relación entre personajes que en un principio parece vacía pero que poco a poco se convierte en una gran amistad. Alguna secuencia maravillosa, unos combates genialmente filmados y una sensibilidad excepcional, demuestran de Johnnie To que es uno de los mejores directores asiáticos del momento y que es un realizador y un contador de historias excelente. No hay que perderse esta gran película.

Hace tiempo que se que cuando intento decir algo no me expreso del todo bien. Sin saber que contar o que no, dejando a veces demasiadas cosas fuera. Johnnie To parece hacerse fuerte en un planteamiento parecido (pero con una capacidad infinitamente mejor contando historias), es uno de esos directores que aparenta dejar todo fuera, y cuando ya no hay nada, o muy poco, crea un mundo terriblemente bello. Es maravilloso ver como surgen esos espacios que hablan de lo humano, de la amistad y de esa gran capacidad de sorprendernos que guardan las personas.