The Twentieth Century

The 20th century descoloca. Es una experiencia lisérgica que reflexiona sobre el poder, los valores, la política, las instituciones. Lo que la hace única, es que esta reflexión, no es sesuda o intelectualoide, sino que se hace desde un lugar muy libre, muy creativo.

Desacomplejada y con un potente estilo visual que recuerda el cine de Guy Maddin, la propaganda soviética, el expresionismo alemán. No es un plato para todos los gustos, ni lo pretende.

En definitiva, una paranoia. Un aluvión de metáforas, alegorías, escenas oníricas que huye de la narrativa condicional para desmitificar el poder político.

Ver esta película supone localizar influencias. En ella está el Terry Gilliam de "Brazil", pero también la astracanada australiana televisiva "Deja la sangre correr", con esa enfermera Lapointe que parece sacada directamente de aquella serie. La corona de Inglaterra sigue extendiendo sus tentaculos allende los mares.
Claro que hay cosas de Waters, y de Maddin, como se dice por ahí. Hay de todos. Y para todos. Porque esta interesante -por a contracorriente- película no deja indiferente.
Sin embargo, nunca llega a cuajar, a pesar de brillantes momentos aislados.Supongo que, conociendo con profundidad el periodo histórico en Canadá se disfrutará más la película. Pero no es mi caso, por lo que la historia del tal King se me queda en la frontera del fantástico.
¿Merece la pena? Quizá por el atrevimiento, pero no por auténtico placer o deleite durante su visionado. Y eso que hay soluciones estéticas memorables, pero aún así, no alcanza más allá del calificativo de "rareza".