Mata-Hari, agente H-21

Sobre un guión de Truffaut, Jean-Louis Richard dirigió en 1964 a la gran Jeanne Moreau en esta entretenida película sobre la vida de la famosa bailarina/espía Mata-Hari.
Es una película más bien ligera pese a sus resonancias trágicas, y moderadamente libertina teniendo en cuenta lo licencioso de la vida de la verdadera Mata-Hari. Aún así se conoce que no se estrenó en España (o al menos es lo que deduzco de la inexistencia de la versión doblada en el DVD).
Se potencia sobre todo la parte romántica (la historia de amor de la protagonista con uno de los militares al que debe seducir por trabajo, interpretado por Jean-Louis Trintignant), mientras que la parte de intriga y espionaje, algo esquemática, está en un segundo plano (aunque reserva un par de buenos momentos de nervios y suspense).
El duro final está suavizado por una dirección distantemente respetuosa, y amortiguado por la excelente música (entre épica y romántica), que suena cada dos por tres sin cansar nunca.
Jeanne Moreau sale bellísima y recrea una Mata-Hari muy humana, picarona y bondadosa, independiente pero vulnerable al amor, alejada del tópico de espía fría y calculadora (ésa es, de hecho, su perdición).

En principio, la elección de la Moreau para el papel de Mata Hari parece, y es, descabellada. La musa de la nouvelle vague, la prota de Jules et Jim, en el papel inmortalizado por Grata Garbo. Cuesta creerlo, aunque Moreau se esfuerza y, pasado el susto del primer baile, tomado desde lejos, las cosas vuelven a cauces más convencionales. Jean-Louis Richard era, sobre todo,guionista, y por suerte no insistió mucho en lo de dirigir (4 películas en total). Para esta Mata Hari contó con la colaboración de su amigo y compinche François Truffaut, quien prefirió centrarse en el aspecto romántico del libreto antes que en las vicisitudes bélico-políticas de la historia. Se les fue la mano en alguna ocasión, como en la horrorosa escena del maletín esposado a una butaca. No voy a contar más. Comprobadlo con vuestros propios ojos. La película está bien rodada, en un B/N muy bonito (excelente copia en el DVD de Cameo), obra de Michel Kelber, y cuenta con una preciosa banda sonora de un temprano Georges Delerue. Algunos amiguitos de Truffaut se marcan un cameo: la pizpireta Marie Dubois, Georges Géret, Charles Denner (El hombre que amaba a las mujeres) y, como no podía ser menos, el insufrible Jean-Pierre Léaud, haciendo gansadas. Aceptable entretenimiento.

El suave encanto de la seducción y la cruel baza de la guerra perfilan la trama de una película cuya acción trascurre en un mundo en el que el sigilo se viste de norma.
J.L. Richard determina los tiempos, gradúa la intensidad y acompasa las emociones para presentar un largometraje serio, de buena factura y elaborado con profesionalidad.
Eso no significa, evidentemente, que se atenga a la literalidad de la historia o que aborde un relato exhaustivo de los hechos.
Ni tiene por qué.
La obra evita caer en la rutina, su tratamiento es poco convencional aunque algunos pasajes presentan síntomas de flaqueza y la película resulta más episódica que crítica.
Pero en general rebosa naturalidad y proporciona un punto de vista inesperado y original.
Gran intervención de J. Moreau.