Su gran deseo

Film notable realizado por Douglas Sirk (1900-1987) (“Tiempo de amar, tiempo de morir”, 1958) y escrito por James Gunn (“La envidiosa”, Sherman, 1950) y Robert Bless (“Obsesión”, Sirk, 1953). Adapta la novela “Stopover” (1939), de Carol Brink. Se rueda en los Universal Studios (Universal City, CA), con un presupuesto de serie B. Producido por Ross Hunter, se proyecta por primera vez en público el 25-VI-1953 (Nashville, Tennessee, preestreno). La acción dramática principal tiene lugar en la pequeña localidad de Riverdale, del Norte de Wisconsin, durante unos pocos días situados en torno al 20 de mayo de 1900.

Los protagonistas son Naomí Murdoch (Stanwyck), de 30 y pocos años, que 10 años atrás dejó al marido y los hijos (Joyce, Lily y Ted), la ciudad natal y sus amistades, para dedicarse al teatro como actriz. Les ha dicho que trabaja en Broadway y en una compañía de teatro clásico que hace giras por Europa. En realidad trabaja en papeles ínfimos en salas de fiestas y espectáculos de music-hall como pareja de malabaristas, magos y similares. Es atractiva, inquieta y soñadora. Ha aprendido que la vida del teatro es muy dura y que en ella triunfan pocos. Arrastra el peso de su fracaso y de sus ilusiones de juventud rotas. Henry Murdoch (Carlson), marido de Naomí, del que no se ha separado, y padre de sus tres hijos, es profesor de secundaria y director del instituto de Riverdale. Es inteligente y trabajador, pero se siente solo, triste y desolado. Tiene una buena relación de amistad con Sara Harper (O’Sullivan), profesora de arte dramático del centro. Joyce Murdoch se parece mucho al padre, al que trata de proteger y apoyar. Lily, que se parece mucho a la madre, es aficionada al teatro, soñadora, ingenua, impulsiva, extrovertida y muy golosa.

El relato es sobrio, contenido y exento de arrebatos y exageraciones. El realizador compone una descripción crítica de la sociedad americana desde el análisis de una comunidad pequeña, cerrada y conservadora, en la que arraigan los prejuicios de clase y racistas, el culto a las apariencias, la afición a las murmuraciones, el control social de personas y grupos, la magnificación de las sospechas y las sanciones colectivas de marginación y exclusión a quienes no ajustan su conducta privada a las normas establecidas por las buenas costumbres y la decencia. En un contexto como el descrito, los bulos, las estigmatizaciones, los malentendidos y las falsas acusaciones, están al orden del día y animan la vida anodina y vacía de la comunidad. La crítica de Sirk no se establece de modo explícito, directo y frontal, sino a través de imágenes, gestos y sugerencias.

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El melodrama es el territorio preferido de Sirk. Director maravilloso, Capaz de explorar estancia recónditas del alma. Un director de emociones primarias, llorar, gritar, mirar desgarradamente, separaciones traumáticas, celos...
Barbar Stanwyck es todo una emocionalidad, todo un torrente de pasión. Una mujer de belleza singular, impropia en un mundo de bellezas superlativas. Sin embargo sus dotes para la actuación cinematográfica son excelsas, siempre desde un tono de femme fatalle...

Siendo sincero conmigo mismo, esta película es una rancidez. Es muy típico en algunas cosas, y muy pasadas de rosca en otras. Hay un momento, por ejemplo, que parece ser que es el hombre el que tiene que luchar por la mujer que ama. Sí, está bien luchar por lo que amas, pero hay una frágil linea de hacerlo por un amor verdadero, a llegar a ser acoso.

Quitando esto, tal como he dicho en el título, la película, por lo que sea, enamora. Seguramente sea por Barbara Stanwyck, una gran actriz, y aquí a sus 46 años sigue enamorando y acaparando la pantalla de una forma espectacular. El resto del elenco está muy bien, y sus personajes son con muchos clichés, pero bueno. Se le perdona, porque realmente engancha. Y vuelvo a decirlo: no sé realmente por que.