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Sin hijos

Comedia. Romance Gabriel está separado hace cuatro años. Desde entonces Sofía, su hija de ocho años, es el centro de su vida. Negado de plano a intentar una nueva relación amorosa, Gabriel vuelca toda su energía en su hija y en su trabajo. El idilio padre-hija se ve conmocionado por la aparición de Vicky, amor platónico de la adolescencia, transformada ahora en una mujer hermosa, independiente y desenfadada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
16 de diciembre de 2015
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces debemos enfrentarnos a películas cuyas críticas de los críticos, en su mayoría no son positivas y el resultado en ocasiones sorprende como en el caso de SIN HIJOS, estuve dudando si alquilarla pero al decidirme me llevé una grata sorpresa porque nada que tenía que ver con lo leído de los profesionales.

La niña enfrentada a un padre despistado me ha resultado entretenida madura y nada repipi como manifiestan algunos. Maribel Verdú correcta y Diego Peretti brillantísimo más en su papel como padre aque amante.
MIRADA MILENARIA
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15 de agosto de 2015
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta muy duro criticar una película protagonizada por uno de mis actores de comedia favoritos, pero después de haber perdido más de hora y media observando la pantalla y preguntándome "¿Cuándo acabará esto?", me veo en la obligación de advertir a los que se vayan a fiar de las críticas buenas que está recibiendo. Huid de esta película si podéis. No es ofensiva, ni llega a causar sufrimiento en el espectador, pero es un gasto de tiempo y de dinero que, en tiempos de crisis, uno puede (y debe) ahorrarse.

"Sin hijos" comienza con una escena muy ridícula en la que los protagonistas deben aparentar 9 años menos que los que van a tener en el presente de la película. Peretti con una peluca horrenda y Maribel Verdú... bueno, ella, por alguna razón, está igual que más tarde. Después de ese horror de escena tenemos los créditos iniciales de la película, que, sin duda, son lo mejor de ésta. De hecho, son una de las pocas cosas buenas de la película. A partir de ahí, todo va cuesta abajo. Y no parece que el metraje vaya a dejar de caer en picado hasta reventar, en su final, contra el suelo.

El guión es espantoso. Espantoso. Muy pocos chistes funcionan, y sólo uno o dos de los que funcionan logran sacar al espectador más de una simple sonrisa. En cambio, el largometraje está plagado de momentos de auténtica vergüenza ajena. La sensación que me daba es que, en el momento en el que ésta notaba que estaba perdiendo la atención del público, lanzaba algún chiste patético para, al menos, no causar pasividad total. Y miren que es muy difícil que un actor como Peretti resulte tan poco gracioso. Podría parecer que él lo está intentando, pero el guión no da más de si. Cuando los diálogos no funcionan, no funcionan. Y ahí muere el interés por uno de nuestros tres protagonistas. Maribel Verdú, por su lado, parece ni siquiera estar intentándolo. Una de sus peores actuaciones que he tenido la desgracia de presenciar. En su defensa habría que aclarar que su personaje resulta odioso en todo momento. El espectador no podrá nunca conectar con esa mujer, por lo que la motivación principal del personaje masculino, Gabriel, nunca se verá lo suficientemente justificada. Y, por último, la niña. Guadalupe Manent, que todos parecen estar colocando en un pedestal. Esta chica, al más puro estilo "Little Miss Sunshine", hace de la hija de Peretti, de niña inteligente e irónica, que habla como si fuera una adulta y se comporta como si tuviera 17 años en vez de 9. Y esto, señoras y señores, empieza a cansar desde el primer minuto en que aparece. Es un personaje bastante mal actuado y tan evidente en sus pretensiones que termina por hundir este tridente de personajes abrumador.

Igualmente no simplemente el guión y los personajes fallan espectacularmente; hay que destacar que la premisa de la historia ya es absurda de por si. Hombre divorciado con una hija se reencuentra con una mujer que le cautivó en el pasado y descubre que ella odia a los niños, por lo que se verá forzado a ocultar el hecho de que tiene una niña. Y cuando ves de qué va a ir la película, inevitablemente ya visualizas todo el resto del desarrollo. Sabes qué va a ocurrir, cómo va a ocurrir, cuándo va a ocurrir y cómo va a concluir. Es el mismo esquema de película comedia romántica americana que todos conocemos y que a algunos ya nos harta. Tiene todos los elementos que hacen falta, los cuales no voy a listar porque podría hacer spoiler a alguno que no haya visto mucho cine de Hollywood.

En fin, voy a ponerle un 4 porque tampoco es horripilante. Eso sí, no se la recomiendo a ningún tipo de público. Únicamente si la dan un domingo por la tarde en la tele y es realmente lo único interesante que hay para hacer, adelante. Si no, no cuentan con mi bendición.

Saludos del Protestón.
El Protestón
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16 de agosto de 2015
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia parte de una estupidez, pero se han hecho buenas comedias partiendo de una estupidez. El problema es cuando las estupideces se suceden una detrás de otra hasta el final, desangeladas y sin gracia. Tampoco hay química entre los actores, y la pobre Maribel Verdú, aunque luce palmito, se la condena a interpretar un papel en el que aunque el guión no lo pretende, parece idiota, o más bien tontita.
En fin, que la peli no vale ni para la sobremesa del domingo en casa de los suegros.
Becerreo
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17 de agosto de 2015
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creí que no soportaría a la niña y se salva de mi furia, aunque las cosas que dice no es verdad que es lo que una hija conversa con un padre. No es natural.

Peretti dicen que es un gran cómico, a mí me ha parecido un error de casting, es un actor muy feo para poner al lado de Maribel. Yo estaba pensando todo el rato que es del Barsa por ser compatriota de Messi.
Tampoco es muy graciosa la película, la verdad es que trata de serlo, pero no, y el deje argentino hay que tener cuidado, a mí me cansa. Mi opinión es que es decepcionante la impresión al acabar.
Magnolio
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22 de agosto de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comicidad vivaz en solitario/fogosidad arrebatadora en pareja, beneficio de felicidad en ambos casos pero, siempre por separado, ¿cómo implantar la susodicha fortuna, en unión bendita, del uno con el otro?, ¿la pasión del torrente sexual, con la dicha de la ternura parental?, ¿por qué tan difícil amoldar, el deleite de ese enamoramiento que altera tu existencia, con esa devoción intensa y eterna de por quien darías la vida?, ¿ese hermoso desvarío, de adoración en aumento, junto a ese soberbio querer infinito de quien es parte tuya?, ¡si todo es amor!, ¿cierto?
"¿Te gustan los niños?", pregunta recurrente, muy utilizada hacia el género femenino, como señal de acusación según postura elegida, y también impertinente de quien cotillea, con simpatía maliciosa, por molestar e incordiar con el permiso de la sociedad; dime, en concreto, que niño y te diré, con sinceridad, mi gusto o aversión por el mismo, respuesta correcta, que no social ni educada según ambientes en los que te muevas, que intenta particularizar, con honestidad, ante la ridiculez y confirmado error de cualquier generalidad.
Porque las fobias son para los genéricos, las masas de cantidad que meten a todos en el mismo cesto, la concreción con conocimiento individual, del trato personalizado permite ver cuando sólo se ojeaba, escuchar con atención y saber, con detalle, de esa meticulosidad que diferencia y especifica al individuo del grupo.
"Cada vez que te veo, te quiero cagar a trompadas", realidad de un rencor guardado, manifiesto a cada contacto, que se suaviza con la cercanía, la intimidad, las circunstancias y el entendimiento desde otro lado, porque caras hay varias, esquinas las que se quiera y medio mentiras inofensivas, para no hacer daño y salir del paso, que hieren cual afilado puñal sin compasión ni retroceso, ¡a tutiplén!, tantas como motivos e invenciones para ese necesidad manifiesta de conservar la ventura hallada, si puede ser, sin lamento.
Porque es una estupenda comedia, porque es un sentido drama, porque se saborea el romance, porque el dolor agria el carácter, porque gusta el ambiente y sus escenas, alegría y temor, caos y diversión, lágrima y esperanza de afinidad y terapia, la que sea, aunque se hayan probado todas, para lograr la mezcolanza de lo amado y deseado, por confuso disparate, aún separados.
Porque vende a su hija por lujuria, porque su conciencia no descansa, porque desmonta su encajada vida, porque necesita espacio, porque está agotado de tanto ajetreo, porque la locura le alcanza dejándolo sin aliento, porque demanda solicitud de cambio y avance que, con sorpresa inesperada, ponen una sonrisa en su radiante rostro, que inundan su corazón de bienestar pleno e ilusionan, a su alma, con una embriagadez suprema extasiada porque no puede más, pues al límite está, pues se ha lanzado sin aviso, precaución, protección ni salvavidas, y porque también van incluidos en la carta la tensión, los nervios, el miedo, temblor y cansancio de intentar combinar todo sin pretender que se entere la otra parte implicada, equilibrista novato, de días de plenitud contados, para que todas las bolas, sin remedio, se derrumben, encuentren y mezclen con esperado arreglo.
Festiva, alegre, dulce, bonita, un encanto de panorama, para una sociable fábula, sobre príncipe con hija que encuentra a una dulcinea sin apetencia de compañía extra, guión extrovertido, de seductor toque argentino, para una pareja deliciosa -no tanto la debutante cría- que se avienen espléndidamente en su juego de compartir pantalla; demostrado talento, de Diego Peretti, para la tragicomedia, reforzado con la absorbente firmeza de Maribel Verdú, esa serenidad y seguridad de quien lleva años luciendo su arte y palmito sin una queja, compenetración exquisita de un argumento confeccionado para gustar que, sencillamente, consigue su propósito.
Cordial, humana, llevadera, ágil y ligera, toca cada tecla con determinación para realizar esa parada, de tiempo suciente, que facilite aspirar su aroma, saborear su destreza y disfrutar francamente; es satisfacción lo que se busca, un espectador contento por la opereta orquestada, todo ello con inteligencia, habilidad y gracia, chispa de condimentos que traen prosperidad al plato servido y bonanza al comensal que lo degusta.
Sin hijos, pues estos "son la prisión de la gente libre", vas a salir risueño, complacido y con la maravillosa sensación de haber empleado tu tiempo con total acierto, entusiasta, encantadora, júbilo de enamorarse de sus 100 minutos y de su íntegro alborozo; ni siquiera apetece ponerse a rebuscar en sus quiebros, reparos y pormenores más débiles, encandila y agrada y, si vez el panorama de lo ofertado en los últimos tiempos, es tesoro a apreciar, abrazar y recordar con gratitud honesta.
Gracias Ariel Winograd, Mariano Vera y Pablo Solarz, no es nuevo, no innova, es clásico de los cuentos románticos pero, has distendido tus preocupaciones, aliviado la carga del día presente y ¡qué puñetas!, lo has pasado bien.
Logra endulzar el ahora, cuya grata razón, se relaja y acomoda; ¡chhssss....! Silencio, que va a empezar.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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