Caballeros contra licántropos

Charlie Steeds ha conseguido sacar algunos billetes del cajero para perpetrar este engendro, con menos presupuesto que un adolescente promedio en las Tres Mil Viviendas de Sevilla. Vuelve a tirar de hombres lobo de felpa y se ha traído a unos colegas para aprovechar los disfraces de más que sobraron del anterior rodaje y hacer como que son una manada. Ahora están en la Inglaterra medieval y unos caballeros tienen que salvar al reino de la plaga licántropa.

El descaro y desparpajo de su anterior producción, A Werewolf in England (2020) tenía en encanto del cutrerío y la autoparodia. No se tomaba en serio a sí misma y era plenamente autoconsciente. Así pasaba, que proporcionaba un rato de diversión tan chabacana como delirante, pero desde el minuto uno sabías que aquello era una monumental broma. Nada de eso encontramos aquí, qué maldita desgracia. Parece mentira que alguien pretenda hacer cine sin apenas dinero y sin una sola gota de ingenio o, al menos, caradura. ¿Cómo es posible que este subproducto pretenda pasar por algo serio?

El ahorro se aprecia nada más empezar, ya que se han llevado las cámaras al campo y han rodado al aire libre, que es gratis. Y para el final se guardan unas escenas en un castillo que parece auténtico, pero claro, está en ruinas, es lo que tienen los castillos antiguos, pero tampoco te cobran. A Steeds se la sigue sudando todo, pero esta vez no hace ni puñetera gracia. La historia no puede ser más genérica, al igual que los personajes, que parecen sacados de un molde de clichés baratos. La banda sonora parece producida por una IA, a la que le han metido información de diferentes superproducciones, para dar como resultado un fondo musical que se pretende épico, pero que no pega ni con cola con la caspa predominante. Del atrezzo diremos que alguna armadura al menos no luce demasiado mal, pero las espadas y hachas de plastiquete lo tiran todo por la borda.

A Werewolf in England tenía la virtud de resultar disfrutable dentro de su precariedad consciente, y de buscar deliberadamente la comedia. Es un pecado mortal no haber hecho lo mismo en esta ocasión cuando se dispone de exactamente los mismos elementos. No hay por donde cogerla, gente, así que no se les ocurra perder hora y media de su vida en verla.