Kinta
Acción
1880, en un pequeño Valle, comienzan los problemas cuando una banda llamada Los cuatro dragones, se apodera del control de la única fuente de agua. Un maestro de las artes marciales que trabaja en las minas decide enfrentarse al líder de los dragones. (FILMAFFINITY)
16 de julio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desgarrador documento filmográfico de tinte social y, a ratos, intimista.
El estudio de la psique de los actores que C.L Hor (Quizá el mejor director malayo hasta la fecha) efectúa no tiene nada que envidiar a las novelas de Dostoievski, clarísima influencia del realizador.
La puesta en escena, brillante, se permite algunas licencias que en el cine ministerial de Hollywood probablemente serían repudiadas o, simplemente, censuradas. La transgresión de C.L. Hor no es tanto fruto de una revolución sino de una evolución: desde luego, el término "cine" parece quedarse obsoleto ante esta vibrante muestra de esplendor heterogéneo. Esta cinta habrúia de ser, quizá, encuadrada dentro de lo que cabe llamar post-cine, dada la superación (que no ruptura, recalco) de la gran mayoría de la producción fílmica que podemos encontrar hoy en las videotecas.
Ligera pero reflexiva, circunspecta pero intrigante, Kinta es el tipo de film que debería ser estudiada en la Complutense para enseñar a esos niñatos protoamenabarianos qué es realmente ARTE.
Nota, 9'1333periodo.
Un afectuoso saludo,
Barón Andrés D'Incogniteau
El estudio de la psique de los actores que C.L Hor (Quizá el mejor director malayo hasta la fecha) efectúa no tiene nada que envidiar a las novelas de Dostoievski, clarísima influencia del realizador.
La puesta en escena, brillante, se permite algunas licencias que en el cine ministerial de Hollywood probablemente serían repudiadas o, simplemente, censuradas. La transgresión de C.L. Hor no es tanto fruto de una revolución sino de una evolución: desde luego, el término "cine" parece quedarse obsoleto ante esta vibrante muestra de esplendor heterogéneo. Esta cinta habrúia de ser, quizá, encuadrada dentro de lo que cabe llamar post-cine, dada la superación (que no ruptura, recalco) de la gran mayoría de la producción fílmica que podemos encontrar hoy en las videotecas.
Ligera pero reflexiva, circunspecta pero intrigante, Kinta es el tipo de film que debería ser estudiada en la Complutense para enseñar a esos niñatos protoamenabarianos qué es realmente ARTE.
Nota, 9'1333periodo.
Un afectuoso saludo,
Barón Andrés D'Incogniteau
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