Mona Lisa y la luna de sangre

Mona Lisa and the Blood Moon ha inaugurado Sitges 2021.

Como bien dice su directora, harta de que le pregunten qué se siente al ser mujer y dirigir un film de género, el mundo no se normalizará hasta que no le pregunten a un director sobre cómo vive su masculinidad al dirigir género fantástico. Y es que Mona Lisa retrata personajes fuertes, lejos de clichés sobre feminidad, enfermedad mental, infancia, relaciones materno-filiales y en general sobre cómo socializamos.

"¿Te gusta la gente?" pregunta uno de los personajes en un momento clave del film. Ana Lily Amirpour firma con su segundo largo, después de su aplaudido debut (también en Sitges) en 2014, A girl walks home alone at night, toda una declaración de principios. Estamos harto de lo políticamente correcto, de la hipocresía social, de tener que luchar para hacerte un lugar en el mundo.

La mirada de una joven que escapa de un centro para enfermos mentales sobre el mundo y las relaciones de los supuestos "sanos" mentales, es demoledora. La directora construye un discurso que cuestiona la validez del modelo heteropatriarcal capitalista occidental, bajo la apariencia de una fábula fantástica, que se sigue con increíble fluidez y un alto grado de entretenimiento.

Mona Lisa se construye con una puesta en escena eficaz, visualmente potente, con un papel destacado de la música y unas interpretaciones que enriquecen los personajes dibujados. La presencia del elemento fantástico, con los poderes paranormales de su protagonista se resuelve de un modo muy cinematográfico, huyendo de artificios o F/X efectistas.

En definitiva, estamos ante un film un punto más comercial que el anterior trabajo de su directora, pero sin perder ni un ápice de su marca autoral y su discurso. Una fantasía bizarra con más subtexto del que aparenta a primera vista.

No entiendo las buenas críticas a esta película. Lo único que me ha parecido interesante es el uso del color, toda la película es muy colorida, muy viva y se nota que eso está hecho con cuidado y con esmero. Lo de más parece no importar nada. Cuando la película termina, lo primero que te preguntas es: y la historia?

Nos sumerge en un mundo hiperestilizado y nos presenta a una protagonista con habilidades sobrenaturales. La trama se despliega como un tapiz emocionante y enigmático. Acompañamos a Mona, una paciente de un hospital mental, en su evasión hacia Nueva Orleans. La historia no solo desenmascara la complejidad de sus poderes, sino también temas profundos como la libertad y la búsqueda de la identidad. La narrativa mantiene un ritmo hábil y nos introduce a situaciones surrealistas que desafían los límites de lo cotidiano.

Kate Hudson brilla en su interpretación, transmitiendo la vulnerabilidad y la fuerza interior de su personaje. Jeon Jong-seo, Ed Skrein, Craig Robinson y Tiffany Black también ofrecen actuaciones destacadas, aportando profundidad y carisma a sus respectivos personajes.

Ana Lily Amirpour, con su dirección distintiva, infunde a cada cuadro una estética visualmente cautivadora. Su enfoque estilizado agrega profundidad a las escenas, sumergiendo al espectador en un universo cinematográfico sin igual. Aunque no revoluciona la dirección, su creatividad se manifiesta en cada encuadre.

La cinematografía merece elogios por su capacidad de crear imágenes impactantes. Los cuadros cuidadosamente compuestos y la paleta de colores evocan una estética visualmente deslumbrante. El diseño de producción trabaja en conjunto para construir un mundo fascinante y coherente con la narrativa.

La partitura es una pieza fundamental que acentúa la experiencia. Al fusionarse con la estética nocturna y evocadora, añade una dimensión emocional a las secuencias. La música contribuye significativamente a la atmósfera y al misterio inherente de la película.

Los efectos especiales se convierten en una extensión natural del mundo místico de la película. Integrados de manera orgánica, aportan el toque de magia necesario, contribuyendo a la experiencia visual y emocional.

La edición logra un equilibrio entre el ritmo constante y el desarrollo narrativo. Los cortes precisos mantienen el interés del espectador, fluyendo sin esfuerzo a través de la trama y los momentos más intensos.

El diálogo refleja inteligencia y evoca una profundidad emocional. Las interacciones entre personajes enriquecen la trama, tejiendo una conversación fluida y auténtica. El guion equilibra momentos de tensión, humor y reflexión.

Aunque no redefine su género, ofrece una experiencia enigmática y emocionalmente rica que cautivará a aquellos en busca de una película desafiante y emotiva.

Coge una película del montón, dale un toque estético curioso, añádele un soundtrack electrónico y pegadizo, un reparto sugerente, paséala por un par de festivales y, ya está, ya lo tienes, una producción más simple que el mecanismo de un chupete (creo que ya hemos superado el tema de los jóvenes con superpoderes…), pero que la crítica ha aplaudido hasta con las orejas, dejándola de una rareza de esas que no te puedes perder, cuando todos la habremos olvidado a los dos días de finalizar el visionado.

Que nadie me malinterprete, no es una mala película, pero me he quedado casi igual que estaba, con una historia insultantemente sencilla, y buscando desesperadamente ser un producto diferente, también conocido como cool y transgresor, de ahí el juego de colores y la estética, pero que no justifica tanto ruido. Es una más, y en los tiempos que corren es hasta ofensivo que te vendan esto como algo más, cuando no pasa de correcta.

Dejando a un lado la engañosa promoción y las opiniones de unos críticos profesionales que siempre rinden pleitesía a cualquier película que se salga un poco de la norma y se estrene en un festival, técnicamente la cinta luce bien, tanto, que le resta puntos como producto independiente y barato, que es lo que se pretende. Es sorprendente lo bien que luce Nueva Orleans, tanto, que ya estoy sacando los billetes. Bueno, algún día…

Antes he mencionado al atractivo reparto, y no es para menos, ya que tenemos a rostros conocidos como los de Graig Robinson, Kate Hudson y Ed Skrein, el primero sudando toda le película mientras le privan de su vis cómica, lo que es una lástima, la Hudson confirmando que está viviendo una resurrección que deja claro lo estupenda actriz que siempre ha sido, y Skrein sorprendiendo con una actuación espléndida, saboreando el que es, de lejos, el mejor personaje de la cinta. Una pena que salga menos de lo esperado.

En cuanto a la protagonista, hace lo que puede con el personaje que le han dado, comedido y parco en palabras, y el niño que la acompaña está totalmente convincente, en un conjunto que añade enteros a una propuesta beneficiada por la presencia de un elenco tan llamativo. Me pones otro reparto menos inspirado, y tendríamos un grave problema.

Y poco más hay que añadir ya que, sin ser una película mediocre, tampoco creo que pase nada si te la pierdes, no aportando ningún elemento que defienda que estemos ante esa gran producción que aseguran los de siempre, unos que se han dejado seducir por las luces de neón de Nueva Orleans, con una dirección que juega a venderte esta cinta como mucho más original y extraña de lo que acaba siendo. Os sabéis la del envoltorio, ¿no? Pues eso.

Youtube: Javi McClane
Más críticas: ocioworld.net

Película de bonito empaque y escaso contenido, aunque algo se puede sacar de ella. Es del tipo aventura nocturna, en la cual la protagonista se irá encontrando con variopintos personajes en su camino hacia un destino indefinido.

Estilo visual pop juvenil con muchas luces y vestuarios de colores. Barrios limpios y modernos, cuyos negocios y habitantes, desde “strippers” a traficantes, parecen salidos de algún videoclip de “techno/trap/house”.

El epicentro de la trama en realidad es una pregunta al espectador para que se conozca a sí mismo, de la que hablaré en el spoiler. Pero vamos, eso es una idea insuficiente, y convierte la premisa en desaprovechada. En manos de otro director esta cinta podría elevarse a una joya de la serie b, tal vez con más ingenio, más surrealismo o siendo más adulta, cómica o dramáticamente. Así, tal y como está, es otra muestra de cine moderno, bonito por fuera y vacío por dentro. Más de 100 minutos en los que, en el fondo, no te está contando nada.

Se deja ver y se deja olvidar. No es Luna de sangre, como mucho Luna menguante.