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Retrato de una mujer en llamas

Drama. Romance Francia, 1770. Marianne, una pintora, recibe un encargo de una condesa que consiste en realizar el retrato de bodas de su hija Héloïse, una joven que acaba de dejar el convento y que tiene serias dudas respecto a su próximo matrimonio. Marianne tiene que retratarla sin su conocimiento, por lo que se dedica a investigarla a diario. (FILMAFFINITY)
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Críticas 102
Críticas ordenadas por utilidad
3 de octubre de 2019
226 de 247 usuarios han encontrado esta crítica útil
Increíble película, de esas que no se ven más que una vez al año. Dos actrices en estado de gracia, con un feeling en pantalla brutal, me acaban de contar la más bella historia de amor que yo recuerdo en mucho tiempo. Todo con una filmación fría a la vez que invasiva, misteriosa pero a la vez transparente.

Y la verdad es que tras dos o tres miradas entre la pintora bohemia y empoderada y la prisionera brava e impertinente ya nos damos cuenta de la pasión ardiente entre dos seres cuyo amor está prohibido. Lo que más me ha gustado es la tensión sexual durante la primera hora y pico de metraje, y por supuesto los dos momentos musicales potentísimos (uno, por partida doble, en el segundo epílogo de la película).

La película se agarra a la idea de que un recuerdo vivo de algo perfecto siempre será mejor que malvivir por amor en un romance condenado al fracaso social y a la huida. Se apoya para ello en escenas oníricas bellísimas y en el mito de Orfeo, el hilo conductor de la película cuando las protagonistas se asoman al abismo del futuro.

En definitiva, ya no se hace cine así, preciosista, que cuenta una historia con silencios, contenida y paciente. En pleno siglo de fakenews y velocidades de vértigo, donde lo viejo es lo de esta mañana al levantarnos, se nos muestra lo despacio que va el enamoramiento de verdad. Que el gran amor se cocina a fuego lento. Y que si es verdadero, creará un recuerdo absoluto para siempre, pase lo que pase.
Souvenir
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22 de octubre de 2019
119 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en el que el matrimonio se forjaba en la distancia, con los títulos nobiliarios, las credenciales económicas y la pintura como únicos requisitos para el compromiso. Desde nuestra era de la imagen y la inmediatez, sorprende pensar que nuestros antepasados se sirvieran de una sola imagen, pintada a mano, para sellar un contrato de por vida. Ahora, que no damos un paso sin antes haber rastreado todas las fotos en redes sociales de nuestros futuros pretendientes. De ese punto de partida nace ‘Retrato de una mujer en llamas’. El de una artista en el siglo XVIII que recibe el encargo de pintar el retrato de bodas de una joven que no quiere casarse. Por ello, debe hacerlo a escondidas, observando su rostro a hurtadillas.

De esa intimidad, de los paseos diarios al borde de los acantilados, de conversaciones a distancia corta y de profundas miradas, surge el amor prohibido. Y lo hace con la tranquilidad que a veces provoca saber que no hay mayor conflicto que el destino impuesto. Porque Céline Sciamma prefiere detenerse en el microuniverso de estas dos mujeres antes que recrearse en las consecuencias de un contexto hostil. Ya existen muchas películas que han denunciado la ausencia de libertades. No tantas que exploren el amor entre dos mujeres en su vertiente más recóndita.

La directora ha confesado que necesitaba mostrar una relación lésbica con la mirada de una lesbiana. Dice que películas que admira, como ‘La vida de Adèle’, no enseñaban un auténtico sexo entre mujeres. Para ello, se vale de una puesta en escena sobria, de la ausencia prácticamente total de banda sonora, y de unos planos que detallan gestos, sonrisas y miradas, reivindicando el arte manual, el cortejo de la palabra y el gozo de la paciencia. Lo hace prácticamente sin la presencia de hombres, reflejando una comunidad de mujeres en mutuo apoyo. Una rareza que tarde o temprano dejará de serlo en la historia del cine.

Y si la película ya cautiva con ese gusto por el detalle, con ese don de la palabra, con esa lucha entre el deber y la emoción, es con el plano final que termina de conmover.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
polvidal
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29 de octubre de 2019
79 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último y premiado film de la directora francesa Céline Sciamma propone una mezcla de géneros entre el cine de época (una pintora en el siglo XVIII) y el drama social y romántico (una relación lésbica) que, en mi opinión, no funciona del todo bien pese a las críticas tan favorables recibidas en el festival de Cannes.

Como film de época sólo funciona en el aspecto formal, sobre todo gracias a la hermosa fotografía de Claire Mathon y especialmente cuando usa las velas y el fuego como únicas fuentes de luz. Sin embargo se resiente y resulta anacrónica en el tratamiento que hace de las relaciones entre los personajes utilizando un tono cotidiano impropio de la sociedad todavía feudal del siglo XVIII, especialmente en la relación entre señora y criada y con los habitantes del pueblo. O dicho de otro modo, los personajes hablan y actúan como si fueran contemporáneos, un error bastante común en muchos films de época.

Como película de romance y drama social resulta demasiado fría acercándose más a algunos preciosistas pero distantes films británicos. En mi opinión le falta fuerza a una historia de amor que a mi no me llega a cautivar ni emocionar como por ejemplo en "La vida de Adèle", por citar otra historia de amor lésbico. La apenas utilización de banda sonora (y cuando se hace es otro anacronismo cuando las mujeres del pueblo cantan una tonada moderna) contribuye a esa sensación de distanciamiento y falta de empatía con los personajes que me ha producido su visionado.
Marius
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21 de octubre de 2019
58 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que captura la esencia de los profundos sentimientos que sienten dos mujeres atrapadas en un tiempo que no es el suyo, el amor que surge entre ellas y la indeleble huella que les deja para siempre. Destila belleza y delicadeza desde el primer fotograma al último, componiendo un todo armonioso y profundo, pero sin demasiados concesiones al sentimentalismo, con una explosiva y peculiar mezcla de frío y calor. Con el acierto de incluir a una tercera mujer (incluso una cuarta), ajena al tema central, pero que consigue otorgarle más cromatismo y realismo a toda la historia.Tiene momentos mágicos, cómo la canción de la fiesta en el fuego de un grupo exclusivo de mujeres, repleta de lírica, de poesía. Un película pictórica, con secuencias que por momentos parecen cuadros en imperceptible movimiento. Técnicamente es prodigiosa, tanto la fotografía como el sonido, que te transporta a esa época.

Mujeres con un talento fuera de lo normal, con personalidad y con una gran sensibilidad, tanto el de la directora como el de las dos actrices protagonistas. No hay mejor feminismo ni más incontestable que ese. La mayoría de las críticas que he leído describen acertada y brillantemente su grandeza, tanto las de los profesionales como la de los usuarios, incluidas las que señalan que es algo lenta. Lentitud o fuego lento, depende como se mire. Eso sí, con algo más de brío, aunque sólo sea en momentos puntuales, posiblemente hubiera ganado algo.

El cine francés atraviesa un excelente momento, que rara es la semana que no se estrena una película digna de verse.
East
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5 de diciembre de 2019
42 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Celine Sciamma, que ya me pareció una directora de mucho talento cuando la descubrí en “Tomboy”, dirige esta película en la que elabora un alegato feminista sutil y elegante, mostrando las dificultades para ser mujer en el siglo XVIII, y para desarrollar la sexualidad libremente, que se termina convirtiendo más que en todo eso, en una bella y poderosa obra de emociones contenidas que nos embriaga y conmueve.

La espléndida fotografía y la casi absoluta ausencia de música nos obliga a adentrarnos en la película. Los sonidos de los pasos en el suelo de madera, el crepitar de la leña en la chimenea, el viento en los acantilados, todo lo que escuchamos nos hace vivir la historia, pero también lo que no escuchamos, la elocuencia de los silencios y esas miradas que dicen mucho más que cualquier palabra. La película rebosa sensualidad y sensibilidad, es sumamente poética y una maravilla estética.

No aparecen apenas hombres en el film. Y cuando sale alguno, desentona. Marianne da clases de pintura a chicas, y las cuatro protagonistas y habitantes de la casa con cuatro mujeres. Es su situación y su sentir lo que importa. En una época en que a las hijas de las familias de clase alta se les hacía un retrato para enviar a sus presuntos pretendientes, y así poder casarlas, sin que su opinión contase para nada. Una época en que las pintoras apenas podían dedicarse a otra cosa que no fuera hacer retratos de encargo, y la mayoría de obras tenían que firmarlas con pseudónimos masculinos. Todo esto se refleja perfectamente en la película, y muchas otras cosas, como el problema de los embarazos no deseados.

Todas las mujeres de la película se enfrentan a problemas tremendos, y lo peor de todo es que no pueden hacerlos visibles. La chica embarazada tiene que abortar y además conseguir que nadie se entere. La hija recién salida del convento no quiere casarse pero tiene que hacerlo por el bien de su familia. La madre que sabe que su hija no será feliz pero debe sacrificar eso para poder mantener su posición económica. La pintora que sabe que nunca será reconocida como los hombres. La atracción sexual que sienten las dos protagonistas y que deben ocultar, primero entre ellas mismas y luego ante los demás. Todo es un quiero y no puedo. Pura represión social plasmada en la pantalla con un encanto y una sutileza maravillosa.

La película está repleta de escenas llenas de lirismo y simbología. Cuando Marianne toca unas pequeñas notas en el piano para Heloise, la noche en que ellas dos junto con la criada hablan sobre el mito de Orfeo y Eurícice, que luego se recrea en la despedida final de las dos enamoradas, la preciosa escena en que Heloise le pide a Marianne que la dibuje un retrato de ella misma y se lo dibuja en una página del libro, el posterior descubrimiento por parte de Marianne de un retrato de Heloise en el que está con ese mismo libro entreabierto por la página 28, que es en la que ella le pintó su autorretrato… en fin, son muchas las escenas emocionantes y poéticas.

No es la típica película de lesbianas en la que no paran de salir escenas de cama, esta es una película de sentimientos, de dos enamoradas, de un amor imposible entre dos personas que no pueden desarrollarlo por ser del mismo sexo en una época en que esto era imposible de realizar. Pero eso no es lo relevante. Podría ser la historia de un amor entre dos hombres, o entre un hombre y una mujer, en esa época o en cualquier otra, y la película sería igual de deslumbrante.

Celine Sciamma nos sitúa en el lugar de las dos protagonistas mostrándono lo que ellas ven. Planos cortos de rostros, miradas, nos hace fijarnos en lo que ellas se fijan. La belleza de sus rostros, la fuerza de sus miradas, el brillo de su piel, todo lo demás es accesorio, todo lo demás sobra. Nos hace ser ellas de tal manera que al acabar la película se nos quedan grabadas las mismas imágenes que siempre recordarían las dos protagonistas de ese amor.

No obstante, la película no es para cualquiera. El ritmo pausado y el exceso de detalles preciosistas hará que al público medio le cueste integrarse e interpretar el film debidamente. No es una película para pasar el rato, y si necesitas que te lo pongan fácil es mejor que no vayas a verla.

Pero igual que digo que no es la típica película de lesbianas, tampoco es la típica película de época, pues lo que muestra es un sentimiento universal de amores imposibles y personas que luchan por ser lo que no les permiten ser. En definitiva, película preciosa, muy bien interpretada y magníficamente dirigida. Un film de pasiones desbordantes pero al mismo tiempo delicado y delicioso, una narración tan sencilla como exquisita. Una caricia hecha cine.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
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