Los sonámbulos

La nueva película de Paula Hernández es una excéntrica bomba de tiempo, que poco a poco nos irá avisando que algo trágico y repugnante estará a punto de pasar. Y no, no es que la situación se vuelve predecible, sino que la directora hace una muy buena jugada, mediante indirectas en ciertas escenas, que algo malo sucederá y que por más que lo sepamos, no estaremos listos para el impacto final.

A parte de eso, tenemos un mega drama con una carga de tensión que va aumentando entre casi todos los personajes en pantalla, donde todos son una familia. Tenemos por un lado la crisis que atraviesa el matrimonio de los personajes de Érica Rivas y Luis Ziembrowski; luego la típica discusión familiar en las películas sobre el terreno/casa que la madre (abuela de los hijos de los matrimonios) quiere vender pero sus hijos quieren heredar o cuidarla ellos mismos; y después el cambio por el que está atravesando el personaje de Ornela D'Elía, quien sin duda es de las subtramas mas relevantes del film.

Uno puede pensar que con tantas historias sucediendo al mismo tiempo la película se puede sentir sobrecargada, pero para nada. Todo se va desarrollando acorde a lo que irá sucediendo con las otras historias para ir desencadenando a la resolución del film, donde la locura por fin se desata en base a uno de los clímax más impresionantes de los últimos años en el cine argentino. Todo el elenco hace un trabajo espectacular, pero tanto las interpretaciones de Érica Rivas, como una madre preocupada pero al borde del colapso mismo, y la de Ornela D'Elía, otorgándonos una actuación fresca e intrigante con su personaje, son lo mejor del largometraje.

Los Sonámbulos logra ser una de las sorpresas del año, con una construcción de personajes muy correcta, actuaciones excelentemente destacables y unos aspectos técnicos, en parte por la ambientación, diversos primeros planos y planos detalles y la música; que se combinaron para ser una película llena de tensión y drama de principio a fin.

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El nuevo film de Paula Hernández es una muy lograda película que aborda el díficil y complejo tema de las relaciones intrafamiliares y como las mismas pueden devenir intrusivas y asfixiantes. Muy bien interpretada, con una Erica Rivas que nuevamente vuelve a estar maravillosa, el film cuenta la historia de tres hermanos adultos, cada uno con una carga familiar y personal propia que se reúnen en la vieja casona familiar para pasar el fin de año junto a su anciana madre (excelente Marilú Marini). Como símbolo de relaciones familiares opresivas y disfuncionales, los miembros de la misma padecen una patología: el sonambulismo. El personaje interpretado por Rivas, la nuera, será nuestra guía a lo largo del devenir de esa reunión de dos o tres días donde saldrán a la luz algunos de las relaciones y comportamientos patológicos entre miembros de la familia. Pero Hernandez mantendrá un cierto pudor que suma notablemente a la calidad del film, alejándolo de un planteo teatral y explícito. Será mucho lo que se diga, pero mucho más lo que se calle. Con primeros planos casi excluyentes, un ritmo pausado pero no lento y un suspenso que debillmente irá creciendo hasta hacerse doloroso y dominante, nos meteremos en las intricadas relaciones entre la familia y sus tres generaciones, hasta alcanzar el final sugestivo y sugerente. Un tratamiento absolutamente realista de la imagen y de las interpretaciones es un acierto mayúsculo del film para contarnos una historia que no deberíamos considerar extraordinaria. Hay tantos secretos en las familias!.

El cine argentino, que en la década de 2010 venía con producciones interesantes y sin didactismo y bajada de línea, está cayendo lentamente en un error: crear y mostrar ambientes muy cotidianos, con sugerencias, silencios miradas, pero sin acciones ni sucesos que modifiquen las situaciones. Son películas donde la mitad es adivinar la interrelación entre los personajes que aparecen, y la otra mitad sucede algo importante y de repente termina la película, dejando el interrogante de como se resuelve todo. Como los tiempos son breves (un día, a lo sumo dos) el grado de detalle y minuciosidad en hechos intrascendentes y rutinarios se hacen muy reiterados. Esta película Los sonámbulos, o Recreo, o en gran parte de las obras de Lucrecia Martel, quizás el gran referente de toda esta movida, son exponentes de este cine.

La crítica, en general, valora estas películas. Esta, por ejemplo, fue elegida para representar al país en los premios Oscar por sobre 'La odisea de los giles' o 'El cuento de la comadreja', filmes donde se relata una historia, con principio, desarrollo y final, con recursos estéticos, con todo elemento que se precie de buen film.

Hay cierta cobardía de resolver las historias. La falta de resolución, el abuso del final abierto, es más una falta de coraje de definir la historia que un recurso cinematográfico. Esa es mi modestia apreciación, no soy cineasta, solo un espectador.

Pero se está privilegiando fomentar este tipo de cine intimista, de climas, ante aquel otro quizás más comercial, más taquillero... aunque no necesariamente sea menos artístico. Los argentinos somos amantes de las dicotomías. Y los críticos de cine tienen siempre esa pretensión de descubrir 'perlitas' más que alabar a la película que tiene éxito comercial. Como si esto fuera en desmedro de la película con salas llenas. Como si Picasso, Scorsese o Los Beatles no hubieran sido a la vez exitosos y talentosos.

La peli, si cuento, spoileo, por eso las síntesis son tan exiguas... ahí va:

Los sonámbulos retrata con honestidad, sin efectismos, la dificultad de las relaciones familiares.

Su mejor baza son las interpretaciones, en especial la de Érica Rivas y Ornella d'Elía. Un guión inteligente que sabe jugar sus cartas y sobre todo, una dirección muy eficaz, con una puesta en escena coherente con el tono y ritmo de la propuesta.

En definitiva, un film muy sólido, adulto, con muchas capas, muy bien dirigido e interpretado.

Los sonámbulos es una película argentina dirigida y escrita por Paula Hernández, premiada en el Festival de la Habana con los galardones de mejor película, guion y actriz (éste último premio otorgado a una inconmensurable Érica Rivas, más conocida en nuestro país por interpretar a la desatada novia de Relatos Salvajes). Enmarcado en el género del drama naturalista y costumbrista, el film es muy sutil al tratar las relaciones de los diferentes miembros de la familia. Las miradas furtivas, los comentarios en voz baja, los silencios. Todos los detalles serán importantes para entender las relaciones existentes entre cada uno de los miembros de la familia. Sus complicidades, miedos, envidias… sus odios. Alejándose de lo explícito, tocará prestar atención para comprender los sucesos que se van desencadenando conforme avanza la trama. Realizada con constantes planos secuencias cercanos a los personajes (un tipo de plano que recuerda al utilizado por László Nemes en El hijo de Saúl, pero sin llegar a la opresión de éste), sirven para remarcar el protagonismo de los dos personajes más importantes de la película: la madre en crisis matrimonial y sobreprotectora con su hija y la propia hija adolescente, quien está en su momento de mayor rebeldía, de despertar sexual y de falta de apego hacia sus padres. El título de la obra hace referencia al sonambulismo que afecta a los miembros de la familia, pero también sirve para acentuar el comportamiento de unos personajes que se muestran adormecidos hacia ciertas verdades y que han de despertar para darse cuenta de lo que sucede y de su propio comportamiento. Un drama coral en el que brilla con luz propia la dirección de actores y actrices, la sutilidad del guion y una gran actuación de Érica Rivas.

Más críticas de cine y series (y algún que otro monigote): https://unhombresinpiedad.com