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Neil Young: Heart of Gold

Neil Young: Heart of Gold
2006 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Neil Young
7,4
765
Documental Retrato musical íntimo del legendario cantautor Neil Young, filmado con ocasión de la presentación mundial en concierto del disco Prairie Wind en el célebre Ryman Auditorium de Nashville. La música brinda una perspectiva rica y emotiva de la relación de Young con la familia y los amigos, con la mortalidad y con el paso del tiempo. Le acompañan en escena muchos viejos cómplices musicales, entre ellos su esposa Pegi Young, la estrella del ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
11 de abril de 2007
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El verdadero corazón de oro del filme de Jonathan Demme se encuentra en los extras que acompañan la edición en DVD: entrevistas, diario de los ensayos e incluso una canción extra, “He Was The King”.
Tan verdadero como el propio corazón musical de Neil Young cuando en el 2005 le fue diagnosticada una grave enfermedad. No se escondió ni se hundió ante una probable visita de la muerte: reunió a su banda y organizó un concierto en el Ryman Auditorium de Nashville para interpretar las canciones del que iba a ser su nuevo álbum, “Prairie Wind”, confiando la grabación del directo a Demme. Y éste hizo lo que ya había realizado en “Stop Making Sense” (1984): filmar un concierto centrándose en el escenario, sin efectismos, buscando en numerosos primeros planos y medios un respeto sagrado por el artista.

Ni siquiera le hace falta fijarse en la segura emoción del público ante un repertorio de un disco menor, que gana en directo y de qué manera, al que se suman piezas de su colección country-folk: “I am a child”, “Old man”, “Harvest Moon”, “Needle And The Damage Done”, “Heart Of Gold”, "Old King" o “Comes A Time”.
Las emociones están reflejadas en ese recorrido biográfico con confidencias y recuerdos entre canción y canción, en esa agradable compañía de Emmylou Harris y su mujer, Pegi Young, entre otros y en los gestos que examina detenidamente Demme.

Al final no fue una despedida. El corazón de oro del canadiense sigue latiendo con fuerza y en pie de guerra y Demme, que ya había contado con Young en la banda sonora de “Philadelphia”, demuestra que desde la sencillez y el respeto el arte puede alcanzar las más notables emociones.
Maldito Bastardo
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10 de septiembre de 2008
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neil Young, recuperado de su reciente aneurisma cerebral, tenía nuevo disco (Prairie Wind) listo para presentar en directo en el Auditorio Ryman de Nashville, la capital del country, de lo que anda sobrado ese álbum. Así que Heart of Gold es poco más que la película de aquel concierto, en que Young interpreta al completo su nuevo disco. La verdad, el álbum es un poco irregular, pero en directo suena inmejorable, acompañado por una banda de músicos casi ancianos vestidos a lo vaquero e interpretando su country-rock como si la música no hubiese cambiado desde 1973. Sé que asusta un poco, pero es una auténtica joya. No es sólo la música lo que brilla, sino la aproximación a ella que realiza Demme. Es uno de los conciertos mejor rodados que he visto, un alarde de belleza y sobriedad visual que huye del efectismo y la espectacularidad que no dejan de vendernos hoy en los productos de este tipo. La cámara suele permanecer quieta, acercándose al rostro de los protagonistas en lugar de a sus instrumentos, dejándose expresar a través de sus ojos: de la complicidad entre Young y su esposa Pegi, también en el escenario; de cómo se iluminan cuando Young habla de su padre... Cuando acaba una canción la pantalla funde en negro para retornar con la imagen de Neil Young sobre el escenario, con un impecable traje blanco, su sombrero y su vieja guitarra (la misma con la que Hank Williams actuó por última vez en Nashville, la misma con que compuso Heart of Gold u Old Man), o se sienta al piano sobre un fondo compuesto por los violinistas que le acompañan, siempre inundado en tonos amarillentos, áridos y melancólicos como la propia música. Es una película que consigue emocionar sin apenas diálogos, aunque las pocas veces que hacen acto de presencia suelen reclamar su protagonismo; y, en su parte final, es casi una celebración. Acabados los temas del citado Prairie Wind, el escenario se llena de clasicazos como I Am a Child, The Needle & the Damage Done o Heart of Gold (¿cuantas veces ha aparecido ya?) y finalmente el film se completa y adquiere todo su significado.
[sigo en spoiler]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
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27 de febrero de 2007
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta la música, pero los conciertos pop-rock me dan un poco de miedo, con esas multitudes de fans que suelen amontonarse, sudorosos y apretujados, reverenciando a los músicos como si fuesen los profetas de una religión de masas.

Por eso agradezco a gente como Martin Scorsese (The Last Walz) o Jonathan Demme (Stop Making Sense y Neil Young: Heart of Gold) que me permitan ver conciertazos en la cómoda butaca de un cine, con un buen sonido y una pantalla inmensa, alejado de los zombies... perdón, digo de los fans.

Concretamente la peli de Neil Young: Heart of Gold es una buena filmación de un buen concierto de un gran artista con una buena banda, sólo puede reprochársele lo de siempre: que se empeñan en tocar las canciones nuevas para vender el último disco (Praire Wind) cuando lo que nos molaría a todos es oir los clásicos de cuando el dinosaurio era joven (Rocking in the free world, por ejemplo).

Y, ya puestos, si me permiten la licencia poética, molaría también que Neil Young y su banda todavía fuesen jóvenes... porque la verdad es que resulta un poco deprimente entrar con la imagen mental de la pinta que tenía el tío en las portadas de sus antiguos LPs y encontrarse con a) un abuelete decrépito, b) una banda senil y c) un par de coristas con trajes del siglo pasado y esas caras de lagarto que se les quedan a las mujeres ricas cuando, con la ayuda de algún qe otro cirujano, han logrado ir acumulando sabiduría sin acumular arrugas.
Neil Young parece que se toma el tema un poco a cachondeo: le dedica una canción de amor a su hija, y la presenta diciendo "ay... hubo un tiempo en que dedicaba canciones de amor a chicas de mi edad...", pero luego casi todas sus nuevas canciones llevan títulos como "La vieja guitarra", "La vieja mansión", "El viejo viento de la vieja pradera", "El viejo etcétera".

Aunque bueno, la vida es así, y hacia el final sí que tocan algunos greatest hits y yo me desperezo y me emociono.

Old man take a look at my life, I'm a lot like you were, I need someone to love me the whole day through... I want to live, I want to give, I've been a miner for a heart of gold. It's these expressions I never give that keep me searching for a heart of gold... And I'm getting old.

Nota: notable.
Listocomics Puntocom
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17 de julio de 2007
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neil Young es un hombre de música pura, no le va nada que parezca enlatado, las grabaciones por pistas y luego retocadas en estudio, y detesta todo lo que huela a comercial. Sus grabaciones destilan cariño y entrega a una música que ha sido su vida desde que tiene uso de razón, dándo como resultados discos dónde lo único que separa al artista del oyente es una pequeña caja acústica.

Ver a Neil Young en directo es todo un privilegio, evidentemente pocas veces lo tendremos cerca, pero gracias a este documental podemos disfrutarlo como si estuviera en frente nuestra. Volviendo a Nashville (Alabama), la cuna del auténtico country-rock, del que Neil Young es uno de los pioneros desde que colaborara con Bufallo Springfield; Young se reúne con un grupo de amigos, dónde la amistad y la confianza que hay entre ellos se trasladan a las notas musicales, destilando aroma sureño por todos los rincones del teatro.

Todo ello aderezado con un excelente trabajo de dirección y fotografía, transmitiendo en imágenes a la perfección todo el aire que se podía respirar en ese momento. Disfrute para aquellos que aman la buena música, música elaborada con cariño y meticulosidad, para disfrutar lentamente y saborear todo su potencial.
jazzman
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