Ulzhan

De una cinematografía tan clásicamente bella como extraña, encuentro en esta película del eminente director alemán la intención de relatar una historia de constrastes culturales, a la vez que de involucramientos humanos individuales mas allá del prejuicio.
En la sinópsis se describen bien los hechos, pero si por algo Ulzhan merece ser vista, es por las sensaciones que ofrecen los climas escenográficos en relación a la subjetividad de los personajes. Por un lado, un conflictuado y extremadamente individualista burgués francés -aparentemente víctima de una tragedia familiar-, y por el otro habitantes del cercano Medio Oriente, kazajos, ex soviéticos, etc.
Mientras el primero inicia un viaje -especie de off road movie- que a las claras prefiere solitario, indefectiblemente se entrecruza en su andar con otros que no están dispuestos a aceptar su deseo, simbolizando con ello el contraste entre la concepción de sujeto desarrollada en la rica Europa occidental, contra la de quienes han vivido una sufrida experiencia colectiva socialista y comunista, con dificultad para entender la individuación aislacionista contra su preceptiva histórica de mayor participación colectiva en el derrotero personal. Además, también se hace presente la mísitica y religiosidad oriental y su cosmovisión misteriosa, portadora de valores exóticos para un personaje principal en estado depresivo y nihilista.
El entorno geográfico en que se desenvuelve el film es muy interesante, sobre todo para quienes nunca han andado por esas estepas -por momentos similares a las patagónicas, que tanto conozco-. Y la última aparición en escena de la alta montaña nevada, enriquece aún más la visión.
De las actuaciones cabe decir que son magníficas, dejando sentir que pasa con cada cual y entre ellos.
No es un film de resolución reconfortante, pero tiene numerosas escenas de profunda comunicación y afecto, aunque no se destaque por contar con excesivo parlamento.
En síntesis, si bien estéticamente convencional, Ulzhan me ha resultado una película muy interesante y reveladora.
La recomiendo especialmente a quienes disfruten del singular cine de Schlondorff (y afines).

Nota: algunas críticas encontradas en la web asocian este film con "The Searchers" (1956) de John Ford.

La belleza certera de sus paisajes. Su esmerado viaje a ninguna parte. A todos. A la Muerte. Hacen de su visionado un viaje hacía el interior de cada uno.
Astutamente, no da explicaciones. Cada uno, irá encontrando a medida que avance la historia sus significados. Y en esos enigmas emerge la fuerza de la historia.
No es una película fácil de seguir. No pidas sentido, a veces lo hay, otras quién sabe. Pero siempre es hacía delante. A la búsqueda del resurgir. De la muerte. De la nada. Del todo.
Igual que los personajes, el azar, destino, el sin sentido, los une. Se encuentran.
Película muy muy cercana a Werner Herzoz. Si, la hubiese firmado él. Hasta creería su autoría.
Un viaje al viaje de los viajes. Sería mi escueta síntesis.