Golpes a mi puerta

Magnífica secuencia de la revuelta organizada en un pueblo pequeño de un país sudamericano, al que se le asesta un golpe de estado militar, y la intervención de las milicias en esa población, persiguiendo a los disidentes, buscando por cada rincón, y llenando de emoción y angustia cada milímetro de película.

Todos podemos imaginar lo que se puede sentir, en esos momentos, tanto a quien se fuga, como a quien busca, y también, por otra parte, están los afines al nuevo régimen, que actúan de espías y conspiradores. Por supuesto también queda de manifiesto la brutalidad de las fuerzas armadas, la falta de todo tacto, de toda aplicación de la ley, y la inquina con que se persigue a aquellos que están en contra de esas actuaciones.

Los representantes de la Iglesia juegan un papel esencial, en este caso, con una actuación soberbia, llena de valentía y de caridad, y, hasta a alguien como yo, que no cree en lo que representa ni defiende la Iglesia, le emociona ver la actuación de esas monjas y de ese párroco ante una situación adversa, en la que la propia vida está en juego, y nos pone delante de los ojos esa lucha interna por hacer lo correcto, pase lo que pase.

No quedan muy bien parados los políticos en esta historia, empeñados en evitar los conflictos que puedan perjudicar a la imagen de ese alcalde sobrado de palabrería y de kilos y falto de cualquier ética humana.

Una buena película, una enorme tensión. Un 7,5.