Bal-Can-Can

Verbenera, bruta y negrísima comedia macedonia que supone una caricatura hiperbólica atrabiliaria y finalmente tierna de los Balcanes en pleno caos. Parodia sin miramientos y en tono tan grueso como efectivo (aunque no carente de verdad a lo bruto, esa comida bosnio-croata es apoteósica, la estupidez y la crueldad descerebrada cocinada a la brasa y trinchada con las manos) del carácter balcánico con todos y cada uno de sus tópicos más chuscos y obvios (y los de los italianos también, de rebote) envueltos en una narración abiertamente fabulesca y fantasiosa (no en vano es una historieta contada, un chiste lleno de exageraciones e imposibles que encima comienza tal y como Wilder quería abrir “El crepúsculo de los dioses”; en una morgue con los cadáveres de charleta) que implica a un macedonio de alma sensible y nombre floral, un estoico Will E. Coyote de bigotazo resignado y pacifismo fatalista, y a su hortera y pillastre hermano de sangre italiano, un cinéfilo hincha de la Roma que acudirá a su rescate y al de su robada suegra (envuelta en la famosa alfombra) en un periplo de dibujos animados por los atomizados estados de la ex-Yugoslavia. El film usa bastante bien este tono desmadrado e irrealista para dar un repaso sin miramientos al conflicto bélico y sobre todo al detritus mafioso en el que el país devino, un territorio sin ley que realmente no parecía importar a nadie, el imperio de la demencia en el corazón de la Europa moderna. Mitrevski se afana en un trabajo vitaminado y visualmente pasado de rosca, hermanando la agitación “cartoonesca” (una especie de “Javier Fesser goes Macedonia”), la caricatura del tipicismo turístico “a là Kusturica” e incluso el choteo a base de las “action movies” hollywoodienses en un tercio final muy poco convincente. No acaba de ser un film logrado (demasiado precipitado y con una gradación equivocada, a veces, de los recursos cómicos, además de un guión no del todo afinado) pero divierte y muestra no poca lucidez tras su aspecto frívolo y apayasado, demostrando (otra vez) como el humor sirve para mostrar hasta la realidad más puta.

Un ejemplo más del particular modo de entender el cine (y la realidad, porque todo el cine balcánico tiene un alto componente de realismo) en los Balcanes. A través de la comedia más delirante trata de mostrarse la realidad más cruda. Lo curioso es que ésta curiosa mezcla suele funcionar con buenísimos resultados, como en este caso. Esta es una película que por desgracia no ha conocido mucha difusión, sin embargo no dudo en recomendarla a todo aquel que quiera ver algo diferente, porque ver cine balcánico siempre suele ser una experiencia diferente.

El contenido del film me recuerda en cierto modo a "La mirada de Ulises" de Theo Angelopoulos. La diferencia es que el film ante el que nos encontramos es una comedia y el del griego es un auténtico drama, un viaje en la memoria. Sin embargo ambas son un viaje a lo largo de los Balcanes, un recorrido al corazón desgarrado del sudeste de Europa. El film de Mitrevski nos muestra las regiones más azotadas por el conflicto de Kosovo y sus consecuencias más inmediatas: independencia de Kosovo y Montenegro, conflictos al norte de Macedonia con la guerrilla kosovar y las divisiones étnicas permanentes dentro del complejo aparato político de la Federación de Bosnia-Hercegovina. En cierto sentido hay una crítica a esta última creación occidental (en virtud del Tratado de Dayton), por su artificialidad y complejidad, pero al mismo tiempo hay una referencia clara a la violencia incesante, al "círculo perfecto" descrito por Kenovic: el odio sólo genera más odio. Los habitantes de los Balcanes no han sabido por donde cortar el círculo.

Al mismo tiempo hay una dura crítica contra la formación de microestados dominados por las mafias: Montenegro y Kosovo son los mejores ejemplos de ello, perfectamente mostrados en la película. Y al mismo tiempo vemos como ellos son los que se han enriquecido con la guerra, los verdaderos triunfadores sobre el sufrimiento de la gente (el mercado negro, las redes de prostitución, el comercio con órganos) y sobre las divisiones, ya que colaboran entre ellas y constituyen uno de los últimos lazos de lo que un día compuso la Federación de Yugoslavia (es significativo el caso del vecino del protagonista que pasa por ser un patriota macedonio pero que en realidad no duda en hacer negocios con la mafia albanesa). Hay una crítica a la falta de moral de los que se enriquecen con este sufrimiento y no desean el final de la discordia porque se benefician de la inestabilidad y del vacío de poder y confusión generado por ésta.

Magnifica y muy divertida comedia que si bien se podría calificar a simple vista como una muy entretenida comedia macabra imbuida de un excelente humor negro (cosa por la que ya merecería un visionado), va mas allá y resulta un mordaz y fiero esperpento en el que centrándose en la idiosincrasia de un pueblo y un entorno histórico (Yugoslavia y la guerra de los Balcanes) vemos magníficamente reflejados los pliegues de la condición humana, a través de una amplia gama de variopintos personajes de esos que surgen como setas a la sombra de nacionalismos varios y ríos revueltos, por lo que aunque no conozcas mucho de esa sociedad o hechos históricos (desgraciadamente es un cine que al menos en España resulta difícil nade encontrar) a buen seguro te hará pasar un rato verdaderamente entretenido y te deja con el regusto de haber visto una buena película.

Todo ello narrado en clave de road movie y con una dirección e interpretación realmente sembrados.