"¿Pero qué...?" Cuando una película termina dejándome esta pregunta en la cabeza, no significa nada bueno. No esperaba gran cosa de ella pero al menos creía que pasaría un buen rato; lo cierto es que terminé cabreado.

Las películas de ciencia ficción instan al espectador a que hagan uso de la suspensión de incredulidad, pero lo de este título roza la estupidez más absurda que jamás he visto, y eso lo dice un whovian en toda regla.

Y es que una cosa es contar una historia a todas vistas irrealista, como obviamente sucede en la ciencia ficción, y otra cosa es saltarse a la torera todas las normas que planteas solo por intentar desarrollar una trama de la forma más vaga posible. ¿Por qué plantear una introducción y trama interesante si vas a ir dinamitándola a cada paso que das para encima terminar de destrozarla por todo lo alto con tal de tener un "final feliz"?

Lo peor de todo es que no he llegado a entender bien si es todo una simulación o es un viaje en el tiempo pero en el que no es posible cambiar el presente. Sea cual sea el caso, en ambas el final se pasa por el forro de los cojones toda la historia volviendo a la película en otra tomadura de pelo de Hollywood. Pero esta vez no