Tontita comedia romántica del patrón “contraste entre la ciudad y el campo” del que hay ejemplos respetables como Un buen año, o igual de intrascendentes, como ¿Qué fue de los Morgan?

En esta ocasión la fría Minnesota es el escenario en que una ejecutiva agresiva, por supuesto muy sofisticada y de pobre vida personal, no sólo se enamorará del prototipo local-guapo-sensible-sanote, sino que además cambiará su escala de valores, descubriendo que la gente de campo es buena, divertida y siempre se ayudan unos a otros.

Tan previsible como suena. New in Town es el nuevo ejemplo de lo que no se debe hacer con un género tan delicado como la comedia romántica. Es cierto que verla supone un rato de entretenimiento y una manera de no pensar demasiado. Pero la película es tan tópica que no divierte, emociona o sorprende, cosas que el género puede hacer de sobra.

Además, al contrario que otro reciente fracaso de Reneé Zellweger, Expediente 39, New in Town está rodada con tal desgana y desaprovechamiento de sus localizaciones que provoca un tremendo hastío.

Y de Zellweger pues qué decir. Como viene haciendo de unos años hasta aquí, su interpretación es acartonada e inexpresiva, incapaz por completo de transmitir emociones y desganada de manera que resulta difícil esperar que su carrera se recupere a corto plazo.