Agradable sorpresa me he llevado con esta película belga del poco conocido Mathieu Mortelmans. Con una trama algo novedosa dentro del género de suspense, la película nos sumerge dentro de una familia rica belga golpeada por la muerte de uno de sus integrantes, que da acogida a un desolado y tímido adolescente de nombre Radha, cuya presencia en la casa generará consecuencias inimaginables en la familia.

Como thriller funciona muy bien, con momentos de suspense y tensión entre los personajes, en especial de los dos principales. Aunque la trama del individuo que parasita la familia desde su seno (niñera, adoptado, amigo, etc.) se ha visto varias veces, en este producto hay elementos que le dan propia personalidad y que resulta un punto a favor para la valoración final.

En cuando a la dirección, Mortelmans muestra suficiencia en narrar la historia, logrando que la presencia de Radha se vaya haciendo cada vez más y más importante dentro del hogar, hasta el punto que, al final de la cinta, el día a día de la familia gire en torno a la figura del joven adoptado. Así mismo, con el paso de los minutos la tensión sexual, la violencia, la manipulación, el poder y los celos van in crescendo dentro de la familia, construyendo un clímax final potente y que ofrece un colofón que no deja a nadie indiferente.

En sí, buenas actuaciones, buena dirección, correcta fotografía y un ritmo muy deudor del cine de esta parte de Europa. A disfrutarla.