El juego, ese terrible, peligrosísimo y devastador hábito que ha destruido a individuos y familias enteras. La novela de Dostoyevski refleja la propia adicción del genial escritor ruso al juego de la ruleta durante su estancia en Wiesbaden, presentada como la ciudad ficticia de Roulettenbourg en el libro. Dostoyevski completó su obra bajo condición del cumplimiento de un plazo que, mediante un contrato, le impuso el editor Fiódor Stelovski para que escribiese una novela en nada de tiempo. En caso de incumplimiento de dicho plazo, el editor se quedaba con los derechos de autor de todo lo que escribiera Dostoievski durante los próximos nueve años. En el tiempo récord de 26 días el autor dictó El jugador a la taquígrafa Anna Grigórievna Snítkina, que meses después se convertiría en su segunda esposa.
La película capta magistralmente la esencia de la novela: como un hombre, en apariencia virtuoso se va convirtiendo, casi sin darse cuenta (y sin casi), en ludópata y acaba al borde del precipicio, desastrado, cínico, escéptico, hundido, derrotado…., y por supuesto completamente arruinado. Pero tranquilos, digo AL BORDE…, y no desvelo más.
Quiero señalar que, sin desmerecer su papel en otras películas, de lo que yo he visto Gregory Peck lleva a cabo una de las actuaciones más sobresalientes de su larga, fructífera y sublime carrera como actor. La dirección de Robert Siodmak es magnífica. Y en cuanto a Ava, a la que dejo para final, sencillamente “I don´t have words…”, ¡que belleza por Diossssssss!