Ya era hora de que alguien le parara los pies a los superhéroes estreñidos. Aquí no hay ni pecado ni culpa, no hay redención ni condena. No hay lluvia ni escenas sombrías ni ningún malo enmascarado mata a los padres del héroe con alevosía cuando aún no ha aprendido a coserse el disfraz. Quien venga buscando épica , mejor que se guarde la pistola en el bolsillo: esto es un entremés de los hermanos Alvarez Quintero.La primera ya apuntaba maneras, pero esta es un sainete reloaded. Afortunadamente, del Toro ha apostado por el humor. Habrá a quien le parezca ridículo o directamente una patochada, pero este giro es precisamente lo que hace el film disfrutable.Los superheroes son una panda de colegas con sus problemas y, entretanto, resulta que hay un malo que quiere dominar el mundo, mira tú qué bien.Con toda la pasta que le han dado, a Guillermo no se le ha ocurrido otra cosa que desplazar la acción en beneficio del retrato costumbrista.

Del Toro destila cariño por sus personajes, los presenta en situaciones más cotidianas y absurdas y eso, en gran parte, hace que la trama principal pierda importancia( aunque tampoco es que las historias de las pelis de superheroes hayan sido nunca especialmente reveladoras).

Pues eso: buenos personajes, un diseño de producción abrumador y la misma historia de siempre aderazada con una sana dosis de humor.

Y atención a cómo se las gasta el malo con las artes marciales: las mejores escenas de lucha que he visto en mucho tiempo. Ni el Jet Li, oiga, ni el Jet Li.