Gore Verbinski decepciona al aficionado, pero alegra a los productores con su quinta película.
El video-club puede ser un buen instrumento de conocimiento, si se utiliza bien, a través del cual descubrir pequeñas obras de culto. Recuerdo con buen humor y algún que otro escalofrío el día en que vi The Ring junto a mis amigos. Los tres primeros cuartos de hora únicamente arrojaron comentarios hilarantes, a partir del ecuador de la película no se volvió a escuchar ni el vuelo de una mosca.
En 1998, el director Hideo Nakata, del que esperamos con impaciencia su próxima obra, Dark Water, triunfó en Japón, Asia y más tarde, en el Festival de Sitges (mejor película y mejores efectos especiales), y de Bruselas, con una cinta de terror única. La trama, basada en una novela de Koji Suzuki, una especie de Stephen King nipón, cuenta la investigación, por parte de una periodista, acerca de una leyenda urbana que habla de una cinta de video que te mata al cabo de una semana de su visionado. El film tuvo tal éxito, sobre todo al ser realizada con tal solo un millón de dólares, que dio lugar a una secuela, dirigida por el mismo autor, a una precuela, y a una serie de televisión.
Remakes
El género de terror vive momentos de profunda crisis, lo cual no quiere decir que haya dejado de haber movimiento desde los despachos. Durante la última década hemos podido asistir a una nueva vuelta de tuerca al terror teenager,además de a una falta de ideas alarmante, una política encaramada únicamente a la taquilla y un público empeñado en tragarse la misma película, pero con distintos rostros, una y otra vez. Menos mal que nos quedan Los Otros, Cube y alguna joya asiática procedente de festivales fantásticos. Esta situación empuja a los productores, y cada vez más, a recurrir al encargo de remakes que, más que aportar, lo que hacen es crear un sentimiento de rechazo hacia su propio cine que va en aumento.
Una copia fallida
Gore Verbinski, uno de los actuales niños mimados del cine hollywoodiense, trata de salir airoso de una fallida reposición. Su secuencia inicial presenta todos los ingredientes que engrandecían a su predecesora: clima claustrofóbico, diálogos estremecedores, sugerente fotografía, silencios narrativos... También sorprende cuando el ente, una buena creación tecnológica, hace su aparición, mas no consigue mantener el clímax. Si quitas estas secuencias, ya no nos queda nada, si acaso las buenas maneras de la actriz protagonista, Naomi Watts, descubierta y de qué manera por David Lynch en su paranoica y descerebrada Mulholland Drive. Aquí tengo que añadir una apreciación que espero podáis confirmar: además del enorme parecido físico que ya de por sí encierra Naomi Watts con Nicole Kidman, se podría llegar a asegurar que es su vivo clon, pues hay multitud de escenas en las que recuerda a los mismos gestos y matices interpretativos utilizados por la exmujer de Tom Cruise.
Se recomienda volver al video-club.