Esta incursión española en el cine de género se salda con un cruce entre thriller cyberpunk, sci-fi post apocalípica existencial y western polvoriento. La Tierra en un futuro está casi despoblada y un agente de seguros de la compañía que ostenta la exclusiva de la fabricación de robots investiga lo que podría ser un salto evolutivo en el mundo de la robótica, y que podría dar la puntilla a la raza humana.

El comienzo es prometedor, y aunque recuerde demasiado a Blade Runner no es algo que moleste demasiado. Una investigación cuasi detestivesca en un marco post apocaliptico futurista. Vale, continuamos. Mediado el film la cosa deriva en una serie de disquisiciones pseudo filosóficas enmarcadas en una estética de western, acentuado en su tramo final, tiroteo y guardapolvos incluido. Pero la función ha caído ya demasiados enteros y el desinterés, a esas alturas, se ha apoderado del espectador.

Para la resolución final ya uno solo puede desear que se termine, porque la acción se arrastra tanto como el personaje de Banderas. Por cierto, alguien debería decirle que haga algo más que susurrar cuando se dobla a sí mismo, porque a veces no se le entiende. Aburre demasiado como para aprobarla.