Tras el éxito fulgurante de "Ponte en mi lugar", Jamie Lee Curtis vuelve a la comedia familiar, acompañada de la estrella navideña Tim Allen, en una película con muy buenos propósitos.

El argumento resulta un tanto original y con las primeras escenas podemos frotarnos las manos ante la prometedora premisa, que nos aleja del típico producto ñoño que teniamos preconcebido. Este comienzo arremete contra las tradiciones navideñas con la disparatada idea de los Kranks de rebelarse contra la Navidad y huir del consumismo embarcándose en un crucero por el Caribe. Aquí encontramos el alma de la cinta; momentos bastante divertidos cuando deben esquivar a sus amenazantes vecinos o de vendedores de calendarios y pinos navideños. Acosados por los coristas de villancicos deberán incluso refugiarse en el sótano de su casa (al más puro estilo "La noche de los muertos vivientes".

Poco a poco la sátira se ablanda y el pastel empieza a cocerse, y contemplamos las típicas escenitas hogareñas y familiares tantas veces vistas. La comedia desaparece y la cinta se llena de buenos propósitos navideños, luces y nieve.

Por suerte, el matrimonio protagonista son grandes veteranos del género y nos hacen cómplices de sus planes. Dos grandes actores que a través de sus muecas conectan con el espectador. Jamie Lee se atreve a explotar su físico, paseando chicha en bikini durante una accidentada sesión de rayos UVA, admirable ejemplo en el vanidoso Hollywood, donde nada puede salir de la perfección.

En resumen, película recomendable, una comedia que atiza a la Navidad aunque acabe besándole el culo.

Lo mejor: Es pragmática
Lo peor: Que se convierta en el anuncio de El Almendro