Vistoso videoclip vacuo.
Dicha la aliteración, poco cabe añadir. Que Danny Boyle ha visto "Origen" y le ha gustado. Vale, y a mí, pero me conformo con afirmarlo, recomendarla y, algún día, escribir una crítica lo menos pretenciosa posible a su respecto. Boyle no. Él cuenta con talento- parecía-, y un montón de "sponsors" a cuyos hombros financieros auparse, para filmar su propia visión desenfocada de una trama semejante.
El mayor problema de "Trance" es que el derroche visual no alcanza a enmascarar su lamentable y abultada falta de verosimilitud. El retrato que hace de la hipnosis es meramente un mal chiste alejado años luz de la realidad terapéutica. Palabra de psicóloga.
Sin paños calientes, "Origen", a la que evidentemente se debe, resulta mucho más creíble, siendo, como es, una cinta de ciencia-ficción. Ademas, aquélla al menos se atrevía a plantear ciertas toscas reflexiones de cariz metafísico. "Trance", en su prurito pretendidamente provocador, siquiera tiene planteamiento, y nos arroja desde el primer minuto a un marasmo que se quiere caleidoscópico y se queda en macedonia de neones. ¿Qué otra cosa podía emerger de vaciar de contenido los tics de Nolan y sumarlos a los no pocos tics de Boyle?
Rosario Dawson, a Dios lo que es de Dios, está muy buena, y nos ofrece un par de integrales frontales con rasurado previo que no salvan el desaguisado pero lo hacen más digerible.