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Spain Spain · Valencia
Carorpar rating:
7
TV Series. Drama TV Series (2010-2013). 3 Seasons. 30 Episodes. A danish political drama television series that tells the story of charismatic politician Birgitte Nyborg who unexpectedly becomes the first female Prime Minister of Denmark. "Borgen" ("the Castle") is the nickname of Christiansborg Palace, which houses all three of Denmark's branches of government: the Parliament, the Prime Minister's Office and the Supreme Court.
Language of the review:
  • es
January 28, 2021
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En su día, “Borgen” estuvo considerada una serie de referencia, si no la mejor del mercado, en un momento, además, en que el eslogan “la Edad de Oro de la TV” no se antojaba tan vacuo y voluntarioso como hoy. Ahora bien, conviene no perder de vista el contexto político de dicho éxito. Hace una década, y ante la falta de respuesta a la crisis financiera por parte de los partidos tradicionales, proliferaron las opciones alternativas justo en los espacios donde aquellos paquidérmicos “catch-all parties” empezaban a perder votantes: los extremos y el centro. Ejemplos de lo último, del resurgimiento —parcial y transitorio— del moderantismo, los encontramos, entre otros, en la resurrección de los liberales en el Reino Unido, con Nick Clegg como viceprimer ministro en 2010, o en la aparición en España de UpyD primero, y Ciudadanos después. Es en dicha coyuntura donde cabe incardinar la trayectoria de “Borgen”, bastante similar, de hecho, a la de muchos de los partidos que le sirvieron de modelo, víctimas de una caída casi tan meterórica como su ascenso.
Digresiones politológicas aparte, la serie danesa es de una corrección sin tacha, pero ni mucho menos la obra maestra encumbrada otrora. Adolece de una frialdad como de laboratorio que, pese a mis reticencias ante los facilones determinismos geográficos, comparte con buena parte de la producción audiovisual nórdica. Así, la primera temporada parece, precisamente, una colección de supuestos prácticos para estudiantes de ciencias políticas. La segunda, donde no está todo tan calculado, deja cierto margen para el melodrama y la profundización en las motivaciones de los personajes. En cuanto a la tercera, menospreciada por muchos —o, en cualquier caso, colocada en un escalón inferior—, a mí no me resulta tan prescindible, pues supone un retrato fiel de una época, la nuestra, en que se puede fundar un partido prescindiendo de programa y afiliados, sendos engorros antediluvianos. Basta un líder carismático y una estrategia de comunicación eficiente. Personalismo y “likes”, vamos. Eso sí, recoge también ciertos usos que hoy nos suenan lejanísimos cuando apenas si ha transcurrido algo más de un lustro, prueba del rapidísimo cambio —y no siempre a mejor— al que están sometidas las sociedades contemporáneas. Me explico: sus protagonistas fuman como carreteros y no se pasan las 24 horas colgados de Twitter —o de Instagram, o telegram, etc.—. Al contrario, a los políticos imaginados por Adam Price no les duelen prendas en dar la cara en ruedas de prensa presenciales y con preguntas, algunas hasta incómodas. Sana costumbre que por aquí ya se estaba empezando a perder desde antes de la pandemia, no endosemos a la Covid-19 todas las disfunciones de nuestra democracia.
En general, “Borgen” se muestra muy eficaz en la recreación de las relaciones, rayanas en el parasitismo mutuo, entre políticos y periodistas, con mención especial a la figura del asesor, criatura híbrida —o anfibia, ofídica si se quiere—, odiado y requerido a partes iguales como el heroinómano su dosis. A tal respecto, Pilou Asbaek compone un personaje antológico que, por poco, no eclipsa a Sidse Babett Knudsen. Ambos se erigen en el alma de la fiesta —eso sí, insisto, nórdica; por ende, muy comedida—. No extraña que HBO les echara el lazo para, respectivamente, “Juego de tronos” (“Game of Thrones”, 2011-2019) y “Westworld” (ídem, 2016-Actualidad). En fin, insisto en que posiblemente palidezca si se la compara con otras series coetáneas, tipo “Mad Men” (ídem, 2007-2015) o “Boardwalk Empire” (ídem, 2010-1014) —la abismal diferencia presupuestaria es una variable que no puede pasarse por alto—; pero sin duda se eleva muy por encima de las inanidades estandarizadas con que las ubicuas plataformas actuales saturan sus parrillas y embrutecen nuestro entendimiento.
Carorpar
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