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Fantasy. Drama. Thriller
An epic fantasy adventure based on the timeless Arthurian legend, "The Green Knight" tells the story of Sir Gawain, King Arthur's reckless and headstrong nephew, who embarks on a daring quest to confront the eponymous Green Knight, a gigantic emerald-skinned stranger and tester of men. Gawain contends with ghosts, giants, thieves, and schemers in what becomes a deeper journey to define his character and prove his worth in the eyes of ... [+]
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- es
October 27, 2021
192 of 240 users found this review helpful
Esta es una historia que trata sobre cómo una persona normal puede llegar a ser honorable… y por qué.
Gawain es un joven inexperto, y en su camino por convertirse en caballero irá enfrentándose a una serie de retos que van a poner a prueba su honorabilidad.
Pero no os confundáis: en «El caballero verde» la épica no se construye a base de duelos taquicárdicos y obstáculos imposibles, sino de un viaje de conocimiento y aprendizaje lleno de sutilezas, ninguna de las cuales es casual, con una puesta en escena majestuosa y un guion inteligente.
David Lowery se toma algunas licencias para adaptar el poema del siglo XIV a su conveniencia, y lo hace con respeto, con consciencia y con un inmenso sentido artístico. Se agradece comprobar que es posible recuperar el tono oscuro de «Excalibur» (John Boorman, 1981) para hacer una peli de caballerías con vocación de cine de autor y no de mero entretenimiento comercial.
Como único punto negativo, los profanos en la materia de Bretaña juegan con desventaja a la hora de ver «El caballero verde» (problema que los anglosajones, más familiarizados con las leyendas artúricas, no tienen), ya que a veces Lowery se pasa un poco de críptico.
Si bien considero que no dar explicaciones masticadas es una cualidad positiva en el arte, también creo que las obras deben ser autosuficientes, deben contener toda la información necesaria para que los espectadores puedan interpretarlas sin depender de fuentes externas. Y aquí, si sabes cuatro cosas sobre la materia de Bretaña aprecias más aún la grandeza de esta peli, pero en caso contrario su riqueza queda oculta, a veces casi inaccesible, y la frustración de no poder atar algunos cabos puede llevarte a rechazar «El caballero verde».
Entonces, del mismo modo que el caballero verde desafiaba a los ociosos caballeros de la mesa redonda, que al haber pasado la época esplendorosa de las gestas y las aventuras habían cambiado su valentía y virtudes por la vida fácil y acomodada, Lowery nos desafía a todos nosotros, los perezosos y bulímicos consumidores de cine modernos, a despertar y volver a apreciar el séptimo arte en su magnitud.
Pues ya sabéis lo que toca: haced como Gawain y atreveos a ser espectadores como Dios manda…
Que la santa virgen mantenga vuestros cinco dedos fuertes,
vuestros cinco sentidos agudos.
Que sus cinco alegrías os inspiren.
Que las cinco llagas de su hijo os den fervor
y que las cinco virtudes del caballero iluminen vuestro camino.
La frase: «¿Por qué la grandeza? ¿Por qué la bondad no es suficiente?»
El personaje: el amable joven que conoce el camino a la capilla verde (Barry Keoghan; no olvidaréis su cara si habéis visto «El sacrificio de un ciervo sagrado»).
La escena para el recuerdo: la portentosa entrada del caballero verde al banquete de la mesa redonda. Se nota que es la escena a la que el director dedicó más tiempo y mimo.
www.cinequanon.cat
Gawain es un joven inexperto, y en su camino por convertirse en caballero irá enfrentándose a una serie de retos que van a poner a prueba su honorabilidad.
Pero no os confundáis: en «El caballero verde» la épica no se construye a base de duelos taquicárdicos y obstáculos imposibles, sino de un viaje de conocimiento y aprendizaje lleno de sutilezas, ninguna de las cuales es casual, con una puesta en escena majestuosa y un guion inteligente.
David Lowery se toma algunas licencias para adaptar el poema del siglo XIV a su conveniencia, y lo hace con respeto, con consciencia y con un inmenso sentido artístico. Se agradece comprobar que es posible recuperar el tono oscuro de «Excalibur» (John Boorman, 1981) para hacer una peli de caballerías con vocación de cine de autor y no de mero entretenimiento comercial.
Como único punto negativo, los profanos en la materia de Bretaña juegan con desventaja a la hora de ver «El caballero verde» (problema que los anglosajones, más familiarizados con las leyendas artúricas, no tienen), ya que a veces Lowery se pasa un poco de críptico.
Si bien considero que no dar explicaciones masticadas es una cualidad positiva en el arte, también creo que las obras deben ser autosuficientes, deben contener toda la información necesaria para que los espectadores puedan interpretarlas sin depender de fuentes externas. Y aquí, si sabes cuatro cosas sobre la materia de Bretaña aprecias más aún la grandeza de esta peli, pero en caso contrario su riqueza queda oculta, a veces casi inaccesible, y la frustración de no poder atar algunos cabos puede llevarte a rechazar «El caballero verde».
Entonces, del mismo modo que el caballero verde desafiaba a los ociosos caballeros de la mesa redonda, que al haber pasado la época esplendorosa de las gestas y las aventuras habían cambiado su valentía y virtudes por la vida fácil y acomodada, Lowery nos desafía a todos nosotros, los perezosos y bulímicos consumidores de cine modernos, a despertar y volver a apreciar el séptimo arte en su magnitud.
Pues ya sabéis lo que toca: haced como Gawain y atreveos a ser espectadores como Dios manda…
Que la santa virgen mantenga vuestros cinco dedos fuertes,
vuestros cinco sentidos agudos.
Que sus cinco alegrías os inspiren.
Que las cinco llagas de su hijo os den fervor
y que las cinco virtudes del caballero iluminen vuestro camino.
La frase: «¿Por qué la grandeza? ¿Por qué la bondad no es suficiente?»
El personaje: el amable joven que conoce el camino a la capilla verde (Barry Keoghan; no olvidaréis su cara si habéis visto «El sacrificio de un ciervo sagrado»).
La escena para el recuerdo: la portentosa entrada del caballero verde al banquete de la mesa redonda. Se nota que es la escena a la que el director dedicó más tiempo y mimo.
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SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Lowery evita dar nombres, pero salta a la vista que ahí tenemos a Arturo, Ginebra, Morgana y Merlín. Ahora bien, aquí Morgana no es la tía de Gawain, sino su madre (y, por cierto, se le atribuía la facultad de poder cambiar de forma, lo que cuadra perfectamente con que ella sea el zorro que acompaña a Gawain y la vieja augur del castillo), y Arturo y Ginebra están lejos de la juventud y vitalidad con que se describen en el poema original.
La modificación más significativa respecto a las identidades de los personajes (y para mí uno de los mayores aciertos de la peli) es la del mismo Gawain, que pasa de ser el más noble caballero, un héroe perfecto que todo lo puede, a un hombre de carne, hueso y debilidades que actúa como podría actuar cualquiera, lo cual es clave para generar empatía y para que podamos apreciar una evolución verdadera en él ante la última prueba frente al caballero verde.
Pero este cambio presenta un problema: hace que el escudo de Gawain, el pentáculo que simboliza sus cinco virtudes perfectas y en la justa medida, pierda el sentido… Por suerte, Lowery sabe cómo arreglarlo: reutiliza dicha estrella asociándola a todos los caballeros de la mesa redonda, como un distintivo que indica que todos cumplen estas cinco virtudes. Y entonces es lógico que en su viaje para convertirse en caballero Gawain las ponga a prueba: la piedad (no atacar a un hombre que no está en guardia, es decir, decapitar al caballero verde; fallado), la bondad/generosidad (pagar como se merece al chico que le indicaba el camino; fallado), la cortesía (no dormir en la cama de Winifred; cumplido, aunque con peros), la castidad (no ceder al intento de seducción de la señora del castillo: fallado) y la amistad/amabilidad (escuchar al zorro que lo había acompañado fielmente; fallado). Esta última también podría interpretarse de modo distinto y ser una prueba de valentía, de cumplir la palabra, y en dicho caso la superaría. Lowery lo deja abierto a interpretación, como casi todo en la peli, ya que no nos nombra en ningún momento las cinco virtudes, por lo que tampoco tendrían por qué corresponderse al pie de la letra con las del Gawain literario.
Además, hay otras pruebas “extras”, como la de la pereza al pedir a los gigantes que lo lleven a hombros (que también habría fallado si no llega a interceder el zorro) y, sobre todo, la última, la de afrontar su destino con honor.
Por otro lado, Winifred no forma parte del poema «Sir Gawain and the Green Knight» (como tampoco aparecen en él específicamente las otras pruebas previas a llegar al castillo), sino que fue una mujer real que vivió en el siglo VII. A Lowery se le ocurre hacer encajar su historia aquí, aprovechando la conexión con la decapitación para hacer pasar a Gawain la prueba de la cortesía (y dejando para la señora del castillo solo la de la castidad). Y funciona.
El intercambio de ganancias entre Gawain y el señor del castillo (que es el mismo caballero verde) es el único episodio para el que tengo algún (pequeño) reproche, ya que me pareció que la narrativa cojeaba al intentar innovar en la adaptación del trato/promesa/juego. En el poema, durante tres días el señor sale a cazar y vuelve con presas distintas para Gawain, y este por su parte se queda en el castillo haciendo mil malabares por resistirse a la seducción de la señora sin traicionar las normas de la cortesía. Y, después de cada asalto, los afectos que recibe de la señora los reproduce con el señor. Pero el beso de despedida de la película no cuadra con las bases del juego establecido. Se entiende que algo tenía que darle en lugar de la cinta, pero me chirrió que el señor tomara un beso sin que este se hubiese producido antes.
El fascinante toque final a la última tentación de Cristo le viene que ni pintado. Las referencias religiosas no son anecdóticas, y al fin y al cabo se trata de un cuento moral de virtudes cristianas, pero para los tiempos modernos se ha convertido en un relato más ambiguo, rico e interpretable.
La modificación más significativa respecto a las identidades de los personajes (y para mí uno de los mayores aciertos de la peli) es la del mismo Gawain, que pasa de ser el más noble caballero, un héroe perfecto que todo lo puede, a un hombre de carne, hueso y debilidades que actúa como podría actuar cualquiera, lo cual es clave para generar empatía y para que podamos apreciar una evolución verdadera en él ante la última prueba frente al caballero verde.
Pero este cambio presenta un problema: hace que el escudo de Gawain, el pentáculo que simboliza sus cinco virtudes perfectas y en la justa medida, pierda el sentido… Por suerte, Lowery sabe cómo arreglarlo: reutiliza dicha estrella asociándola a todos los caballeros de la mesa redonda, como un distintivo que indica que todos cumplen estas cinco virtudes. Y entonces es lógico que en su viaje para convertirse en caballero Gawain las ponga a prueba: la piedad (no atacar a un hombre que no está en guardia, es decir, decapitar al caballero verde; fallado), la bondad/generosidad (pagar como se merece al chico que le indicaba el camino; fallado), la cortesía (no dormir en la cama de Winifred; cumplido, aunque con peros), la castidad (no ceder al intento de seducción de la señora del castillo: fallado) y la amistad/amabilidad (escuchar al zorro que lo había acompañado fielmente; fallado). Esta última también podría interpretarse de modo distinto y ser una prueba de valentía, de cumplir la palabra, y en dicho caso la superaría. Lowery lo deja abierto a interpretación, como casi todo en la peli, ya que no nos nombra en ningún momento las cinco virtudes, por lo que tampoco tendrían por qué corresponderse al pie de la letra con las del Gawain literario.
Además, hay otras pruebas “extras”, como la de la pereza al pedir a los gigantes que lo lleven a hombros (que también habría fallado si no llega a interceder el zorro) y, sobre todo, la última, la de afrontar su destino con honor.
Por otro lado, Winifred no forma parte del poema «Sir Gawain and the Green Knight» (como tampoco aparecen en él específicamente las otras pruebas previas a llegar al castillo), sino que fue una mujer real que vivió en el siglo VII. A Lowery se le ocurre hacer encajar su historia aquí, aprovechando la conexión con la decapitación para hacer pasar a Gawain la prueba de la cortesía (y dejando para la señora del castillo solo la de la castidad). Y funciona.
El intercambio de ganancias entre Gawain y el señor del castillo (que es el mismo caballero verde) es el único episodio para el que tengo algún (pequeño) reproche, ya que me pareció que la narrativa cojeaba al intentar innovar en la adaptación del trato/promesa/juego. En el poema, durante tres días el señor sale a cazar y vuelve con presas distintas para Gawain, y este por su parte se queda en el castillo haciendo mil malabares por resistirse a la seducción de la señora sin traicionar las normas de la cortesía. Y, después de cada asalto, los afectos que recibe de la señora los reproduce con el señor. Pero el beso de despedida de la película no cuadra con las bases del juego establecido. Se entiende que algo tenía que darle en lugar de la cinta, pero me chirrió que el señor tomara un beso sin que este se hubiese producido antes.
El fascinante toque final a la última tentación de Cristo le viene que ni pintado. Las referencias religiosas no son anecdóticas, y al fin y al cabo se trata de un cuento moral de virtudes cristianas, pero para los tiempos modernos se ha convertido en un relato más ambiguo, rico e interpretable.