Después del espanto de La chispa de la vida, y con una carrera en la que abundan por igual las pequeñas obras maestras (La comunidad, Trompeta y El día de la bestia básicamente) como los bodrios (La chispa de la vida... Es que es mala mala, Muertos de risa y su incursión en el mundo de la teleserie, lo peor de lo peor), Álex de la Iglesia regresa al mundo de la locura frenética, de las miserias humanas e inhumanas y se rodea de lo más granado de nuestro cine (Maura y Pávez) y de lo más arrasa taquillas (Los guapos Silva y Casas y los feos Segura y Areces) para contar una historia que seguro que en su cabeza era mucho más redonda de lo que acaba siendo.
Planteamiento fabuloso, técnica espectacular, interpretaciones a ratos buenas a ratos espantosas y un final realmente esperpéntico, innecesario y malo, hacen de Las brujas de Zugarramurdi una peli demasiado irregular, con momentos épicos y de muy mala leche y otros excesivamente reguleros.
Entretenida hasta decir basta no creo que decepcione a nadie.
Todos sabemos lo que se puede esperar y lo que no.
Lo que se espera está más que conseguido, unos actrizones estupendos y una espectacularidad de lo más conseguido en nuestro cine patrio, humor del bueno y del casposo entremezclados y todos los clichés habidos y por haber.
Lo que no se puede esperar, una peli decente de terror y humor negro patrio, porque si se espera entonces sí que hay lugar a la decepción.
Lo mejor: Carmen Maura. Técnicamente es irreprochable, desde unos créditos en los que ya ha demostrado que es el amo hasta el final.
Lo peor: Es una peli de Pajares y Esteso, muy bien revestida y con momentos geniales, pero la caspa domina al ingenio a ratos.