A veces, tras ver cintas tan patéticas como estas, pienso que las producciones sienten interés por tomarle el pelo a la gente. No sé si se deberá a una cuestión ideológica o a una pesada broma, pero considero que antes de presentar esta película al público, el director y demás artífices debieron rezar, a sabiendas que lo que nos iban a ofrecer era más digno de un juego de niños que de una película presupuestada. O eso, o es que en este mundo del cine ya todo empieza a valer a costa de sacar ganancias, y se inventan una historia ligera en ideas, carente de emoción y que da de todo menos miedo e impacto.
Esto sigue corroborando mi hipótesis de que no todo el mundo que se sienta a crear un film es un profesional válido para ello, y que existen muchas personas capaces de engañar a la gente a cambio de dinero, como los creativos de esta "película".